Caridad
Por supuesto que no entendí esto literalmente como Armas de Fuego o algo así, pero igual me resulta buena la frase para hablar sobre el llevado y traído asunto de la violencia.
Cuando llegué a Venezuela lo primero que me impactó al salir a la calle fue una pareja de militares caminando junto a nosotros con grandes armas de fuego, de esas que solo había visto en películas o en los museos. Como quiera que no estoy acostumbrada a tener cerca de mí esos artefactos, una ligera ansiedad me invadió: siempre que existe un arma existe la posibilidad de que sea disparada, de herir a alguien.
Con el tema de la violencia siempre viene parejo el asunto del fin y los medios, es decir, si funciona eso de que el fin justifica los medios. Un arma le sirve a un policía o a un militar para defenderse de otro tipo supuestamente armado.
En ciudades como esta el asunto podría ser muy claro: o matas o te matan, porque son muchas las noticias sobre policías y militares ametrallados por los malandros o vaya uno a saber por quién. Cuando la violencia llega a esos extremos casi se vuelve imposible el razonamiento.
¿Cuántas personas que no tienen nada que ver con esa pelea podrían quedar lisiadas, muertas por este supuesto asunto de defender la ley y la tranquilidad ciudadana? ¿Qué seguridad puede ofrecer a un civil la presencia de un arma de fuego? ¿Será que con violencia se puede erradicar la violencia?
Creo que hasta un niño comprendería que es una quimera esquizoide creer que con un arma de fuego se puede impedir que se dispare otra arma de fuego; que con un golpe se puede evitar otro golpe, que con un grito se debe esperar un beso como respuesta.
Por supuesto, que nos discrimina, nadie quiere oír lo que está mal, todo el mundo…
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