La niña muerta y la abuela rapera

Caridad

Street Cleaning Worker
Trabajadora

Sucede en el metro o en las bucetas, el transporte público más usado en Caracas. Vas de pie o sentada, y de pronto escuchas una voz a tus espaldas: “antes que nada, buenas tardes.”

Siempre la misma frase, la misma cadencia. Lo que viene detrás es, esencialmente, lo mismo: recaudar dinero. Pero los métodos varían según la persona.

Lo que más he encontrado son los muchachos de voz gangosa que repiten versículos del Antiguo o Nuevo Testamento. Reparten entre los viajeros postalitas con imágenes típicas de la iconografía cristiana, luego de su corta arenga regresan a recogerla o a recoger el dinero que se quiera dar a cambio de la postalita.

Algunas veces estos jóvenes declaran haber sido salvados de las drogas por una iglesia determinada, y se dedican a recoger dinero para que continúe vivo el proyecto que los salvó, y así poder salvar a otros.

Hace unos días regresaba de una zona conocida como el Cementerio, montaron a mi buceta 2 mujeres jóvenes. Pidieron atención y disculpas por lo que iban a hacer, que les resultaba muy vergonzoso. Pero esa mañana había fallecido su sobrina de 5 años, que se llamaba Yumilca.

“Ella falleció de un derrame cerebral, y la verdad, señores, no nos alcanza el dinero para poderla enterrar – con la misma cadencia de los que hablan sobre las bondades del Señor – Nosotras vamos a agradecer su cooperación, lo que ustedes puedan entregarnos.”

Y se bajaron en la siguiente parada.

Life
Vida

He escuchado muchísimas historias: un hombre que necesita dinero para una operación en la mano que le quedó inutilizada después de haber sufrido el impacto de la corriente 220, por intentar conectar unos cables para que sus hijos no siguieran a oscuras. Otra mujer muy pobre, sin techo, que no puede trabajar porque siempren le piden una dirección a dar, y debe alimentar una niña de dos años.

Otros son menos tristes en su discurso, salen a la calle con una reproductora o una guitarra y cantan mejor que Luis Miguel o Daddy Yanquee.

La última que encontré se hacía llamar abuela rapera Cindi. Aclaró que Cindi era por Cin dientes. Y a ritmo de rap, con su propio back ground, explicó por qué se habia quedado sin dientes y por qué necesitaba la ayuda de las personas que viajábamos en el metro.

Muchas de estas personas me conmueven, aunque sé que si una de esas historias es cierta, sería mucho. Más allá de la certeza hay una realidad: no han aprendido a hacer otra cosa (excepto los que cantan, y tocan instrumentos), o no tienen la posibilidad de encontrar trabajo, aunque en muchos centros comerciales es común encontrar avisos solicitando trabajadores.

Alguien que en algún momento se conmovió como yo, me mostró a una señora que cargaba a una niña de dos años, cerca de una farmacia.

La señora tenía una receta médica en la mano y solicitaba ayuda económica para comprar medicina a la niña.

“¿Quieres que te diga lo que sé de ella?”

Desde hace 6 meses la ve con la misma criatura. La misma receta.

La nena es de una vecina que se la alquila todo el día para eso. La receta es más vieja que la misma señora. La niña, hasta el momento, tiene buena salud.

Parece que los venezolanos, como nosotros los cubanos, inventan hasta un funeral a la hora de conseguir dinero para el sustento diario. Pero a la verdad, ninguno podrá hacerse rico de esa forma.

Los otros, los que visten bien y viajan en autos de último modelo, extraen, más silenciosos, mucho más dinero del bolsillo de los que trabajan largas jornadas. Y nadie los mira con cara de asco.

One thought on “La niña muerta y la abuela rapera

  • estubo muy vueno me iso reir jajajjajaja

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