Home run por los Industriales, Foul por los industrialistas

Caridad

Hace dos días el estadio Latinoamericano era un diluvio de policías.  La tarde anterior a esa los aficionados no habían dado muchas muestras de urbanidad y los agentes policiales actuaron de un modo que a unos cuantos les resultó molesto, cuentan que el rigor para hacer cumplir la ley fue mayor hacia los industrialistas, en beneficio de los aficionados seguidores de Santi Spíritus.

No es la primera vez que ocurre algo así, pues ya se sabe que la mayoría de los policías en Ciudad de la Habana son de otras provincias, sobre todo de la zona oriental.  Hace dos días se “sabía” que iba a ocurrir una revancha entre los aficionados de uno y otro equipo.  Gracias a la súper presencia policial no se lamentó ningún incidente.

En el juego de hoy los agentes del orden no tuvieron mayores contratiempos. Pero un amigo me ha contado algo  que pone de manifiesto la necesidad de que el gobierno cubano acabe de implantar una Ley de Protección a los animales.

También me ha llenado de vergüenza, pues como soy industrialista  – me gusta la pelota solo cuando juega Industriales – me siento un poco responsable por lo que han hecho mis compañeros de afición.

Por supuesto que porque compartamos un mismo interés deportivo no me voy a sentir responsable por las apuestas de dinero, las malas acciones y palabras hacia los excelentes peloteros de los equipos contrincantes, y cuanta incorrecta manera de actuar existan entre los capitalinos. Pero lo de hoy ha sido triste, muestra de un bajo nivel de humanidad, cultura.

No había una autoridad para impedir el hecho.

Como en casi todas las disciplinas deportivas, en el béisbol cubano los equipos llevan el sobrenombre de algún animal, planta u objeto que sea representativo de su provincia.  Así los Industriales son los Leones, los de Villa Clara son Las Naranjas y los de Santi Spíritus son Los Gallos – por aquello del Gallo de Morón -.

Es normal que en cada estadio se encuentren carteles con dibujos de un gallo cayéndole a picotazos a un león o el león destrozando a un gallo, incluso algo tan simpático como la predicción al tercera base spirituano, Yulieski Gourriel, de que Hoy te mueres de Moquillo.

Las iniciativas se multiplican y merecen aplausos.

Pero esta tarde un gallo visitó el Latino.  No es la primera vez que los aficionados cargan con un ave.  Pero es la primera vez, al menos que sepa yo, que lo amarran por las patas haciéndolo volar como si fuera una honda –similar a la del David bíblico -.

El gallo solo aleteaba, sin poder zafarse de la soga. En la euforia del juego, ganando el equipo Industriales, el portador del gallo equivocó el sitio de agarre y dio vueltas al gallo por su cabeza.

Hasta ese momento luchó el animal por su libertad. No había nada que hacer. Pero la euforia – por llamarle de algún modo – siguió en aumento y por toda esa zona de las gradas volaron cabeza, plumas, tripas, el gallo descuartizado, tal si se tratara de un evento chamánico para atraer el favor de los dioses de la lluvia.

Estoy segura de que muchísimos chamanes no sacrificarían ningún animal, mucho menos de ese modo. Así que no sé con qué comparar a esos dulces aficionados que torturaron de ese modo al que siempre anuncia la madrugada.

¿Hasta cuándo continuarán desprotegidos nuestros animales?

Hoy estoy alegre por la victoria del equipo Industriales. Pero avergonzada de ser industrialista.

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