Emigrando de Venezuela a Brasil, primeros pasos
HAVANA TIMES – Nunca pensé irme de Venezuela. Pero aquí estoy. He cruzado la frontera hacia Brasil y ahora espero tramitar mis papeles en la Operación Acogida, que ofrece Brasil a los migrantes venezolanos. No soy venezolana, pero acá también reciben a quienes salen huyendo de Haití y de Cuba.
Por ser la semana que precede a las elecciones presidenciales en Venezuela, son muchos los que, como yo, han previsto que Nicolás Maduro no reconocerá la voluntad popular.
Por eso las colas en Pacaraima se han multiplicado. El primer paso es solicitar el permiso de entrada. Si lo comparamos con el resto, es el más fácil y rápido.
Entonces comienza el calvario: intentar entrar a la «Casa Azul».
En este local realizan la prueba de COVID y toman los datos para el cartón de salud, documento imprescindible para recibir los beneficios de la salud pública en Brasil.
En mi primer intento para entrar a la Casa Azul pequé de ingenua. Llegué alrededor de las 4 de la mañana. La cola ya se extendía fuera del toldo situado para que, quienes forman parte de las diferentes colas, se resguarden de la lluvia y el sol.
Esa mañana me pareció eterna, llovió, salió el sol, nos dio calor. Compré cafecito caliente y empanadas venezolanas. La cola se mantuvo inmóvil, como un dios antiguo que duerme su imperturbable siesta. No había asientos, aunque sí bebederos cerca. La ONG Cáritas también ofrece un baño muy limpio y agradable. Pero sola, sin conocer a nadie, no me animé a salirme de la fila.
A las cuatro de la tarde una voz anuncia que ya no atenderán a más nadie, solo los que quedan en los primeros puestos desde el día anterior.
El día ha terminado en vano. Es martes, 23 de julio y tengo comprado el pasaje de avión para el 28 de julio. No puedo perderlo, ya estoy contra reloj. Tengo que poner todo mi empeño en lograr entrar a la Casa Azul el día siguiente.