El nuevo metro de Caracas

Caridad

La Linea 1 del metro de Caracas
La Linea 1 del metro de Caracas

HAVANA TIMES — Entro a la primera estación del metro de Caracas. O la última, depende de por dónde se mire. Los trenes de la línea 1 son enterizos, es decir,  se puede caminar desde el primero hasta el último sin tener que salirse de ellos. Esto beneficia bastante a la mujer que, con un niño pequeño – y dormido – cargado, y otra más grandecita de la mano, comienza su prédica mañanera.

No es religiosa. O al menos su religión no se basa en ninguna filosofía o libro reconocido. Ella solo recita algo terrible en un tono similar al de los predicadores del Evangelio, pero sus palabras son lastimeras y llenas de términos científicos. Su fin: recaudar dinero. Los términos científicos  son para hablar de uno de los dos niños que viajan con ella, en cuyo cuerpo anida alguna desconocida bacteria…

Pero la semana pasada esta misma señora, humildemente vestida, recaudaba fondos para su hijo que yace en la cama de un hospital a causa de una bala perdida alojada en su estómago, necesitaba dinero para los antibióticos.

Por el extremo opuesto se acerca un vendedor de caramelos. Ambos están a punto de coincidir en el mismo vagón, pero él espera, respetuosamente, que la mujer culmine su arenga y recaude lo poco que algún pasajero decide ofrecerle.

A continuación entra en escena el mercader ambulante – supuestamente proscrito en los interiores del Metro -. La audiencia se despereza con su alegre “buenos Días” y la posibilidad de engullir algo dulce a menor precio de lo que se oferta fuera del metro; así, de paso, olvidan la trágica historia de la mujer. Pero estamos arribando a una nueva estación, las puertas se abren y entra un señor al que parece que le arrancaron los ojos, lleva cargado un niño y un bolso sucio. También habla de su desgraciada vida, pide un pedazo de pan o cualquier cosa que le “sobre” a los viajeros. El vendedor de caramelos espera impaciente para no coincidir en el medio del vagón con el ciego.

Terminada la escasa recogida del hombre sin vista – cada vez son menos los que tienen posibilidad o deseos de compartir su dinero con los que piden limosnas -, el caramelero termina su venta y se dirige al próximo vagón.  De ese mismo vagón llega una voz cavernosa, poco a poco la gente abre paso – como puede, porque ya va bastante lleno – para que un hombre con enorme pie de elefante logre moverse entre todos, con una nueva súplica.

Una
Una “camioneta” de transporte público.

Detrás de él espera impaciente otro comerciante de caramelos. Estos son diferentes a los del otro negociante, en vez de redondos son cuadrados. Antes, los vendedores que se colaban al metro traían variedad de chucherías, pero ahora todas son demasiado caras para que les resulte un buen negocio. Ellos se cuadriplicaron, pero la variedad se contrajo a solo diferentes sabores de un mismo producto.

El vendedor no tiene mucho entusiasmo, logra ver que algunos de los que viajan sentados llevan en sus manos las chupetas recién compradas, así que aprovecha un asiento vacío para sentarse y esperar con calma una renovación de los posibles compradores.

Llegamos a una nueva estación, un joven no espera a que cierren las puertas para comenzar su discurso. Acaban de confiscarle su mercancía en la estación anterior, los funcionarios del metro, acompañados de la policía; “cobardes que son, ni siquiera se atreven a venir solos, yo solo quiero que ustedes me ayuden a recuperar el dinero que perdí, para volver a comprar mi mercancía”.

El caramelero, que se había sentado, apoya al joven que acaba de entrar al vagón. “Es cierto, yo lo conozco, él no es un pedigüeño, ayúdenlo”. Luego de la “recogida” el joven le da las gracias y comenta sobre un amigo que lo acompañaba, que ese sí no se dejó amedrentar y le rompió la nariz al funcionario del metro, “pa que sea serio”, que ellos lo único que quieren es vender su mercancía, tranquilos, sin molestar a nadie.

Mientras los dos vendedores conversan y antes de que yo termine mi viaje, unas 3 ó 4 personas ya han pasado por delante de mí solicitando ayuda para sus desgracias o su hambre.

Y mañana será igual, ya lo sé, la mujer (la misma u otra parecida) volverá a intentar conmover a los pasajeros con la misma u otra niña o bebé adormecido. Algún pasajero protestará porque en cada jornada ganan más de lo que cualquier trabajador, pero otro creerá y le otorgará un poco de su bondad en forma de dinero.

Lo que antes era común en las camionetas (microbuses), ahora se ha mudado también al metro, transporte que se preció en algún momento por su seguridad y limpieza. Pero esos tiempos pasaron.

Transporte en Caracas
Transporte en Caracas

Al menos hoy no hay sospechas o seguridad de que los opositores saldrán a marchar, en esos casos, el metro de todos los venezolanos cierra la mayoría de sus estaciones.  La mayoría de las veces uno se entera cuando ya está dentro del vagón y tiene pocas oportunidades de elegir el mejor camino para llegar al trabajo. No importa que las estaciones estén fuera del recorrido de las marchas, igual estarán cerradas “para la seguridad de los pasajeros”, aunque más bien pareciera que es para que “ningún pasajero llegue a los puntos de concentración de la marcha opositora”. Pero esas son especulaciones mías…

Y mientras el metro se mueve a este extraño ritmo, el precio del resto del transporte continúa subiendo ante la mirada tranquila de todos. Para el mes de diciembre se prevé que el pasaje mínimo llegue a los 100 Bs, el billete de mayor denominación que existe actualmente en Venezuela. Quizá por eso los que piden se han mudado en masa al metro, que solo cuesta 4 Bs (y tiene aire acondicionado).

La solución, por supuesto, no es subir el precio del metro, pues extrañamente este gobierno “socialista” continúa subsidiando el precio de la gasolina (con el que se benefician solamente los que tienen auto propio y los dueños de las camionetas que prestan servicio público) y cada trimestre admite el aumento del precio del pasaje en el transporte público (que continúa siendo privado).

Por eso sigo prefiriendo el metro, en el que – excepto algunas excepciones – no es común que los asaltantes suban pistola en mano; para mañana compraré un par de audífonos y la tragicomedia de cada día será, para mi alivio, silente.

Caridad

Caridad: Si tuviera la oportunidad de escoger cómo sería mi próxima vida, me gustaría ser agua. Si tuviera la oportunidad de eliminar algo de lo peor del mundo borraría el miedo y de todos los sentimientos humanos prefiero la amistad. Nací en el año del primer Congreso del PCC en Cuba, el día en que se celebra el orgullo gay en todo el mundo. Ya no vivo al este de la habana, intento hacerlo en Caracas y continúo defendido mi derecho a hacer lo que quiero y no lo que espera de mí la sociedad.

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One thought on “El nuevo metro de Caracas

  • Cary:

    Suculenta estampa caraqueña. Me has recordado lo que vi por un tiempo en el metro de Pekín. La diferencia es que acá han terminado por prohibirles el acceso a todas esas personas, entre las cuales había más de un estafador, implorando caridades, para a final de mes enviar hasta 1.500 dólares a su familia en provincia. Y los “malandros” no tienen chance de entrar: en cada estación hay máquinas para detectar armas blanca y de fuego. Lo mismo con explosivos…

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