Desde Venezuela: Vivir en apagón

Caridad

HAVANA TIMES – El jueves en la tarde caminé un par de kilómetros para comprar pan. Es una panadería artesanal donde se esmeran en la calidad de lo que venden, así que para mí vale la pena la caminata en vez de comprarlo en la más cercana.

Por el camino me detuve en un pequeño negocio a comprar unos plátanos, pero no había punto de venta para pasar la tarjeta: recién nos quedábamos sin electricidad en Lara.

En estos momentos no puedo decir mucho sobre lo que está sucediendo con la planta hidroeléctrica que abastece a 17 estados venezolanos, incluyendo Caracas. Lo que sucedió desde el jueves nos dejó no solo sin electricidad, también sin comunicaciones, sin acceso al agua (a los que les llega habitualmente), sin poder comprar alimentos ni sacar efectivo de los cajeros y en muchas zonas sin gas.

El jueves, casualmente, también se nos terminó el gas de bombona que tenemos. Sin electricidad no podíamos usar la hornilla eléctrica, por suerte vivimos en una casa con patio y ramas secas se sobran en esta temporada sin lluvias. Como pude improvisé una cocina.

Los perros y nosotras no nos acostamos sin comer. Al amanecer del viernes, cuando abrí los ojos y vi que todavía no teníamos electricidad, me dije,” uf, esto va pa largo”. En la radio del celular escuchamos una emisora que todavía lograba mantenerse al aire, hablaban de una rotura en la planta El Guri.

Recordé que un año atrás había visto en youtube un video de uno de los jefes del sindicato de trabajadores de la hidroeléctrica, denunciando la falta de interés y accionar del gobierno, la ausencia de mantenimiento, el escape del personal calificado por las malas condiciones de trabajo y la ineficacia en general de los militares al mando. Advirtió que algo como esto estaría por suceder.

En la noche escuchamos al ministro de comunicaciones alertando sobre un sabotaje del mismísimo Guaidó, específicamente en el área computarizada.

No teníamos forma de acceder a otras fuentes de información, las líneas de teléfono fijo estaban también fuera del aire, al igual que las de celulares. Fuera del mundo totalmente. Comencé a administrar la poca comida que nos quedaba, con la crisis uno no suele comprar mucha comida de una vez, así que no teníamos provisiones para más de 3 ó 4 días.

Un vecino nos trajo unas lámparas artesanales, de esas que en Cuba llamamos Chismosas, pero en vez de kerosene con gasoil, menos peligrosas. Ya teníamos un poco de luz para no tropezar con los perros y los gatos.

Al tercer día sin electricidad comencé a preguntarme si yo estaba viva realmente. En estos tiempos con tanta tecnología es un experimento muy interesante no tener acceso a las comunicaciones de un modo tan radical.

Comenzamos a escuchar de algunos saqueos por las zonas cercanas. Mientras en la radio (del celular que logramos recargar par de veces con una laptop que aún mantenía su carga) la Gobernadora del Estado agradecía la comprensión del pueblo y la tranquilidad reinante en el estado Lara. Anunciaba, además, la entrega de alimentos a todos los rincones larenses. Nosotras nos mirábamos con deseos de saltarle al cuello a la gobernadora.

Me preocupaba mi amiga cubana en Caracas, que suele cocinar con hornilla eléctrica; si no había venta de pan, ni puntos de venta activos, ¿cómo estaría haciendo para comer? Hoy, que tenemos algo de comunicación y electricidad por los momentos, me cuenta que estuvo par de días sin comer. Que no puede salir a trabajar y, por tanto, no está haciendo dinero; pero que el domingo hubo dos horas de electricidad y pudo hacer un poco de comida para resistir estos días.

Me cuenta que la gente anda vuelta loca con la falta de agua, que por supuesto el metro no funciona y los autobuseros cobran lo que les plazca; hoy comienzan a restablecerse algunos servicios; pero se habla de nuevos cortes de electricidad, incluso programados.

En casa no tenemos internet, pero con el celular logro conectarme con algunas personas. Anoche nos avisan del consejo comunal, vengan a recoger una “caja del clap”. Es la tercera que llega a esta zona desde que vivo aquí hace ya dos años; pero la verdad que ante la imposibilidad de poder comprar comida, resultó un gran alivio en medio del prolongado apagón.

Si esta situación es debida a un sabotaje, demuestra lo poco preparado que está el gobierno para asumir el resguardo de sitios tan estratégicos; si no es sabotaje y es rotura, demuestra la falta de preparación de quienes dirigen la hidroeléctrica y la ineficacia del gobierno para mantener en funcionamiento un sitio que, según expertos, tenía mínimas probabilidades de un colapso semejante.

Ante la falta de internet, la información oficial es la que prima. Solo con el tiempo sabremos la verdad…si tenemos tiempo.

 

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