De corralitos bancarios, transporte y adelantos de efectivo

Caridad

HAVANA TIMES — Ya no es noticia que los venezolanos y extranjeros, que tenemos cuentas bancarias en este país, no podemos realizar extracciones de efectivo por más de 40 mil bolívares (poco más o menos en dependencia del Banco).  En medio de esta inflación, que por el momento parece indetenible, cualquier transacción sobrepasa los 30 mil bolívares. Pero lo que  habitualmente se puede extraer de un cajero automático son solo 10 mil, o sea, el precio de un kilo de harina de maíz con la que cocinamos la tradicional arepa.

Si en Caracas no tener efectivo puede traer muchos contratiempos, en el resto de los estados venezolanos, y aún más en los pueblos periféricos, es un verdadero calvario. Las sucursales, y mucho más los cajeros, son inexistentes o casi ausentes. La mayoría de los vendedores (informales o legales) no poseen punto de venta (máquina para aceptar tarjetas), ¿qué hacemos? ¿Cómo hacer mercado al menos para una semana si el efectivo de un día de cola en el banco alcanza quizá para dos o tres productos? Sencillo. Pagar un porcentaje a los vendedores que sí poseen puntos de ventas y, milagrosamente, suficiente cantidad de efectivo.

Hace unos meses el porciento a pagar por el “adelanto de efectivo” era del 5%.  Con el aumento del dólar no oficial este porcentaje subió a 10, luego 12, y ahora ronda el 15. O sea, para comprar a un vendedor informal un par de kilos de arroz o de harina, en vez de 20 mil bolívares necesitamos unos 24 ó 25 mil bolívares. La otra opción es viajar hasta encontrar una sucursal o un cajero automático; pero esa también es otra historia. Mientras en Caracas se ha logrado mantener el precio del pasaje urbano a 150 bolívares, en el resto de los estados se vive a otro ritmo. Los transportistas, por ejemplo en Lara, cobran sencillamente lo que se les venga en gana. Por un par de kilómetros recorridos, 300 ó 400 bolívares. Por un viaje de 15 minutos al centro del estado, 800 ó 1000 bolívares.

Cuando uno saca cuenta de cuántas veces tendría que viajar al centro a sacar el dinero necesario para el mercado de una semana, pues resulta que es mejor negocio pagar el “impuesto” a estos bancos informales, que muchas veces están en manos de comerciantes.

Como si este corralito bancario, que ha impuesto el gobierno desde hace par de años, no fuera suficiente, desde hace un año ha ido creciendo la modalidad del robo de cables telefónicos y de internet. Desconozco si los cables de internet van a parar a la chatarrería o si le dan un mejor uso, pero lo cierto es que gracias a este nuevo “sistema de autogestión” han aumentado los negocios que no poseen punto de venta, y por supuesto el hecho también ha contribuido al aumento del costo por “adelanto de efectivo”.

Ya veo venir una pequeña ola de inspectores que multarán y hasta decomisarán los negocios de pequeños vendedores que se dediquen o no a esta estafa autorizada. Se escribirán algunos artículos periodísticos hablando del tema y de cómo el presidente impondrá severas sanciones a quienes roben el dinero del pueblo. Lo achacarán a la guerra económica, que viene siendo aquí como el equivalente cubano del Bloqueo Económico, (salvando las grandes diferencias).

La realidad ya sabemos cuál es.