Una mirada a la atención de salud desde un caso familiar

Por Osmel Ramírez Alvarez

Con mi sobrino en el hospital de Mayarí.

HAVANA TIMES – Hace pocos días mi sobrino Enrique fue operado de urgencia en el hospital de Mayarí, por una apendicitis. Llevaba varios días entre idas a consultas médicas y a los curanderos por los dolores que sentía y el malestar general, sin resultados. No hallaban lo indicado en las farmacias y aunque las plantas medicinales sí aparecían, nada lo apaciguaba.

Una noche era tanto el dolor que lo llevaron corriendo al Cuerpo de Guardia y simplemente no había nada de nada para calmarlo. Sus padres llamaron desesperados a numerosos amigos hasta que ¡bingo!: alguien tenía cimetidina y la buscaron. Le pusieron un suero y se calmó. Pero no detectaban lo que le pasaba exactamente.

Como no se vislumbraba en los diagnósticos la apendicitis, hasta lo sobaron por la barriga. Esa es una práctica que heredamos de los aborígenes que para todo sobaban, según las crónicas de sus conquistadores. Y es verdad que es bueno, pero en este caso específico resulta peligroso. Finalmente, una laparoscopía, (mejor no contar cómo se llegó a esa posibilidad), reveló la apendicitis y se decidió operar.

Cuando lo supe corrí al hospital y allí, entre preocupaciones y los impases del dolor, me hice una selfi con él. Reconozco que eso fue un poco morboso, porque no era un momento agradable como para luego recordarlo. Pero el periodismo un poco que me obliga a desdoblarme y la hice, al final el dolor es parte ineludible de la vida.

Estuve allí como dos horas acompañándolo y no podían subirlo al salón porque las sondas que había no le entraban por la uretra, de lo gruesas que eran. Su esposa es enfermera, aunque ahora no ejerce, y ella misma intentaba inútilmente introducirla.

Fuera escuchábamos los quejidos, que procuraba ahogar, pero se escuchaba. Ya muy preocupados porque se le reventara aquello dentro y se viera afectado por una peritonitis, empezamos a hacer llamadas telefónicas, procurando encontrar fuera del hospital (parece absurdo verdad), una sonda humana que le sirviera porque aquella parecía equina.

Por suerte encontramos un donante oportuno y yo mismo fui en mi bicicleta, la busqué y en cuestión de segundos ya estaba dentro. Claramente la uretra le dolía mucho por los intentos con la otra. Todo lo demás fue muy rápido y por suerte exitoso.

Debía luego estar siete días ingresado porque no hay antibióticos en farmacia y en ese momento había en el hospital (muchas veces no hay).

La señora que sufrió la rotura en la rótula mientras le haceian la cura.

Pero a los cuatro días, debido al incremento de los casos de covid19, ‘por orden superior’ había que descongestionar los hospitales y lo mandaron para la casa a terminar el tratamiento, que allí le proporcionaron. Algo más cómodo, pero que es ahora excepcional. Bueno, a mi sobrino todavía le duele la uretra, pero resolvió y está vivo y sin el dolor que lo consumía.

Sin embargo, mucho más duro fue ver allí ese día, al lado de nosotros, la cura que le hicieron en la rodilla a una señora mayor. Su caso era muy triste y lamentable.

Se había caído casi de sus pies, una bobería aparentemente, y al traerla al hospital le remendaron su rodilla, en buen cubano. Pero no le mandaron antibióticos porque no había en farmacia ni la ingresaron porque tampoco había en el hospital en aquel momento. Y así se fue a casa.

Según contaban sus familiares, la rodilla se le infectó y ahora tenían que curarla con frecuencia con lo que comúnmente se le dice ‘cura de caballo’, por un tiempo, para luego poder volver a hacer lo mismo de antes: acomodar la rótula y seguir con los antibióticos. La pobre anciana después de la infección y la manipulación tiene menos posibilidades de recuperar su movilidad normal en la rodilla.

Un vecino hace menos de una semana se cayó de un caballo y no se sabía cuán grave era. Llamamos una ambulancia, pero no había, solo la promesa de esperar si venía una de Holguín y enviarla. Con las normas de cuarentena nadie puede circular después de las 3 de la tarde, pero un motorista se atrevió a llevarlo, si bien no es el medio adecuado era el único. Al final fue por gusto porque no había material para Rayos X, ni analgésicos, ni antinflamatorios, ni en el hospital ni en las farmacias.

Ejemplos así hay decenas todos los meses aquí en este municipio y miles en todo el país. Nuestro Sistema de Salud, ¡vale decirlo!, tiene un excelente diseño que vale la pena conservar cuando el país cambie hacia la democracia política, la libertad económica y el disfrute pleno de todos los derechos humanos, pero tal como está el país de arruinado, tal está el Sistema de Salud.

Si el sistema no funciona, ni siquiera lo poco que sirve de él podrá funcionar tampoco. Es doloroso lo que pasa nuestro pueblo en materia de salud, sin medicamentos ni medios diagnósticos, ni condiciones decentes en los hospitales. Y duras también son las condiciones en que trabaja nuestro personal sanitario. Y eso es sin hablar de la covid-19.

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Osmel Ramirez

Soy de Mayarí, un pueblecito de Holguín. Nací el mismo día en que finalizó la guerra de Viet Nam, el 30 de abril de 1975. Un buen augurio, ya que me identifico como pacifista. Soy biólogo pero me apasionan la política, la historia y la filosofía política. Escribiendo sobre estos temas me inicié en las letras y llegué al periodismo, precisamente aquí en Havana Times. Me considero un socialista demócrata y mi única motivación comunicacional es tratar de ser útil al cambio positivo que Cuba necesita.

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2 thoughts on “Una mirada a la atención de salud desde un caso familiar

  • Es uno de los muchos motivos por los que la gente se tiró para la calle.

  • Exactamente Tito. Pero dice Díaz Canel que el imperialismo nos está manipulando. Es un chiste como presidente.

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