Tropicola con cola de Cocacola

Yenisel Rodríguez Pérez

Se incrementaba el arribo de turistas internacionales al país y Carlos Varela, un renombrado cantautor cubano, compone una canción trovadoresca en clave de son que criticaba la imagen idílica que estaba construyéndose de lo cubano para el deleite del visitante extranjero.

Del mismo modo dicha canción venía a cuestionar esa supuesta “ingenuidad” que impide al visitante extranjero darse cuenta del engaño al que está expuesto, de no ser conciente de que la verdadera cotidianidad donde habita lo cubano se le “escapa de las manos.”

“Tropicola” fue el título que escogió Carlos Varela para esta canción. El título hace alusión a una marca cubana de la bebida más vendida a nivel internacional desde la segunda mitad del sigo XX: el conocido refresco a base de cola y dióxido de carbono.

“Tropicola” es un intento de identificar uno de los posibles símbolos que anunciarían el “regreso” de Cuba al capitalismo, un sinónimo de capitalismo cubano o de capitalismo en Cuba. Y así fue; aunque hace mucho que dicha marca de refresco ha dejado de ser símbolo radical del coqueteo de nuestra economía estatal con la economía de mercado.

Hoy tenemos de todo, no sólo Tropicola. Tenemos copias cubanas de algunos productos sagrados del consumismo globalizado, copias foráneas (chinas) de marcas superprestigiosas, y también tenemos esas mismas marcas superprestigiosas.

En ese mar de promiscuidades la Tropicola no pasa de ser una longeva y exótica marca de refresco que renace con nuevos bríos buscando participar (competir) en esa lucha descarnada donde los productos nacionales buscan seducir al consumidor nacional e internacional que paga con moneda dura.

En la época en que se popularizó la pegajosa canción de Carlos Varela, los productos cubanos llevaban cierta ventaja a los productos importados en el mercado destinado al turismo. Eso hacía que los extravíos por las grutas del capitalismo brutal, que ponía en peligro la frágil igualdad social lograda en los años ochenta, nos dejara cierta dignidad.

Por lo menos teníamos un refresco gaseado producido en el país. Tendríamos capitalismo, pero un capitalismo “soberano”: cola producida en Cuba, con azúcares y sabores de ascendencia independentista y antiimperialista.

Quizás por eso intuyo cierto optimismo ingenuo en la canción de Carlos Varela. Acaso en la Tropicola descubrió una incipiente pero soberana mercadotecnia capitalista. Concediéndole excesiva competitividad a los productos nacionales como para que pudieran protagonizar el proceso de enajenación consumista del pueblo cubano.

Pero nada de nada Carlitos. Ni en tiempos de complicidades con el neoliberalismo y los Estados imperiales nuestra economía ha logrado conservar o crear patrimonios mercantiles, ni los heredados de épocas capitalistas ni los fundados en el “Socialismo.”

Hoy no podemos ni lamentarnos de ser obstinados monoproductores del azúcar; en miles de toneladas la importamos de Suramérica.

Hoy los turistas se van de La Habana sin haberla conocido, como nos dice Carlos Varela en su canción “Tropicola.” Hoy, además, se van sin haberla degustado en los dulces y refrescos, en las verduras y carnes que se ofrecen en hoteles y mercados cubanos. Hoy la logística del turismo en Cuba tiene de cubano tanto como de coca tiene la “Cocacola.”

Y si les digo que el sabor de nuestros refrescos de cola es comprado a la sucursal de la Cocacola en México, no les quedaría duda de lo que les comento. Mal de males.

Yenisel Rodriguez

Yenisel Rodriguez Perez: He vivido siempre en Cuba, con la excepción de varios meses del 2013 cuando estuve con mi padre en Miami. A pesar de las noventa millas que separan a una ciudad de otra, en ambos sitios encuentro motivos profundos para asumir una militancia política y popular. Mi encuentro con la Antropología Sociocultural hace 8 años atrás, me ha alistado en el compromiso de amor a la diversidad cultural.

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4 thoughts on “Tropicola con cola de Cocacola

  • TROPICOLLAGE se llama la canciòn de Varela, afina la guataca, compadre.

  • Pana, la coca cola tiene una fórmula increíblemente irrepoducible, incopiable, es así de fácil. El sabor de ese refresquillo, que más parece un tónico por la cantidad de raros ingredientes, es muy muy ligeramente variable en cada país(al menos de latinoamérica) con respecto al comercializado en gringolandia, pero esto nunca permite que se le confunda con los demás inventos, numérese en ellos a la llamada pepsi cola(famosísima marca gringa) y mucho menos con la tropicola. Que la creación de este refresco de cola cubano haya tenido un afán mercantiloide-politiquero-culturaloso parece cierto, pero de ahí a que la intención haya resultado, siquiera el discurso haya medianamente pegado, pues hay un trecho inmenso.

  • En efecto, de todo lo que he leído en HT, esta es la nota más ingenua de todas.

  • El pecado original de esta nota está en citar erróneamente el titulo real de la canción de la Varela, que es Tropi-collage, como bien señala Michele, lo cual implica un sentido muy distinto al que ha querido identificar el redactor. Con ello viola una regla de oro del periodismo: “compruebe sus fuentes antes de escribir.” Mala pata.

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