Quien se llevó las mangueras de las gasolineras

Yenisel Rodriguez

Gasolinera Cupet. Foto by twicepix, flickr.com

Los garajes de CUPET (Cuba Petróleos) dejan de prestar el servicio de aire para neumáticos a partir de las 4:30 PM. Todo porque los trabajadores encargados del servicio se llevan las mangueras para sus casas o las encierran bajo llave como precaución ante los robos. La cuestión es algo paradójica, por no decir bastante.

Los servicios de fregado y de aire para neumáticos lo realizan trabajadores que no son empleados por la empresa CUPET, sino por el Poder Popular. Esto crea una descoordinación entre ambos colectivos de trabajo, y fragmenta el servicio que ofrece la institución, cuando para un garaje es imprescindible la integralidad entre los servicios de abasto, mantenimiento y reparación.

Los trabajadores empleados por el Poder Popular tienen un horario de trabajo de 8 horas, mientras que el resto del colectivo trabaja las 24 horas del día. Esto hace que el garaje ofrezca un servicio integral sólo por 8 horas de las 24 que se encuentra abierto.

Los trabajadores del Poder Popular, en su mayoría militares retirados, también tienen condiciones de trabajo diferentes a las de los empleados de CUPET. Aquellos no pueden beneficiarse significativamente con la comercialización formal en divisas, y por tanto implementan formas propias de elevar sus ingresos formales.

Esto hace que el precio real de los servicios de aire y fregado esté muy por encima del valor fijado por el Estado. Si usted desea fregar su auto tendrá que pagar más del doble del precio oficial.

En esto conspira también el modo en que el Poder Popular organiza el trabajo. Y es que los fregadores y los pisteros tienen que comprar con su dinero todos los productos necesarios para prestar el servicio: aceite, detergente, mangueras, válvulas de aire, etc, encareciéndose el precio de los servicios.

Los gasolineras de CUPET, entonces, son una representación, a pequeña escala, de la sociedad fracturada en la que habitamos: por un lado la rentabilidad de los servicios en divisas y la “estabilidad” del trabajo formalizado; y por el otro, la cultura del rebusque, contracultural y precaria.

Y entre ambos el consumidor.

El consumidor aparece desamparado e insatisfecho, sin poder culpar a nadie en específico, porque de cierto modo se estaría culpando a sí mismo. Quién no se ha visto enrolado entre los eslabones del la terrífica cadena de la ineficiencia, y ha tenido que dar cuentas como si fuera el único culpable.

Si recorre la Ciudad de La Habana después de las 4:00 PM y sus neumáticos necesitan ser rellenados, dispóngase a recorre varios kilómetros antes de encontrar un garaje de CUPET que pueda ofrecerle el servicio. En ellos te esperan simpáticas dependientes que responderán irónicamente a tu solicitud de aire:

“No tenemos mangueras para echar aire, se las llevaron hace una hora.”

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Yenisel Rodriguez

Yenisel Rodriguez Perez: He vivido siempre en Cuba, con la excepción de varios meses del 2013 cuando estuve con mi padre en Miami. A pesar de las noventa millas que separan a una ciudad de otra, en ambos sitios encuentro motivos profundos para asumir una militancia política y popular. Mi encuentro con la Antropología Sociocultural hace 8 años atrás, me ha alistado en el compromiso de amor a la diversidad cultural.

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