Por amor al Arte

Yenisel Rodríguez Pérez

Girasoles por Vincent Van Gogh.

HAVANA TIMES — La maestra de primaria descubrió que las envolturas de la merienda de uno de sus alumnos llevaban impreso cuadros de Vincent Van Gogh. Ella reconoció los “dibujos” y a su autor cuando le llegó el turno a los populares “Girasoles”. A la maestra le pareció algo gracioso, por eso lo contó a varios conocidos.

Pasada una semana seguían llegando las envolturas con reproducciones del pintor holandés. Entonces la maestra sintió curiosidad. Quiso saber por qué los padres de aquel alumno no utilizaban el tradicional papel en blanco para envolver la merienda de su hijo. También se preguntó si existía alguna intención malsana o cierta insensibilidad culturosa oculta tras esa conducta.

Sin embargo, nada comentó la maestra a la madre del muchacho cuando ésta asistió a la reunión de padres. Su curiosidad más bien la llevó hasta el cesto de la basura. Allí se encontró con las hermosas reproducciones impresionistas. Ese día se beneficiaba por primera vez del ineficiente servicio de limpieza de la escuela.

Las recogió y las alisó con la palma de la mano. Luego las guardó en una gaveta como quien atesora por convencimiento ajeno. Ella había escuchado sobre ese pintor medio chiflado que se cortó una oreja, que padeció mucha hambre y que enrumbó al arte moderno por nuevos caminos. No recordaba mucho más.

Cosas así me sucedieron de pequeño. Un día jugaba a la guerra en mi escuela primaria cuando a modo de proyectil me impactó en la cabeza una edición cubana del Poema del Mio Cid. No sé por qué me llevé ese libro a casa. Días después una pasión misteriosa hizo que lo leyera mientras padecía la varicela. La maestra de primaria fue mucho más fértil.

No sabría decir si fueron las circunstancias administrativas del colegio, el aburrimiento escolar y profesoral o el avivamiento de una sensibilidad oculta y misteriosa en la maestra, pero en la siguiente semana aparecieron los temas pictóricos de Vincent Van Gogh en las clases de Artes plástica.

Nada de historia del arte, de apreciación especializada o de conferencias culturosas. Los alumnos comenzaron reproduciendo aquellos cuadros multicolores algo rugosos que ahora reposaban sobre las mesas de los alumnos.

Escaseaba el color amarillo, el azul y también el anaranjado, pero abundaba el entusiasmo colectivo, la utilidad del hacer y la fascinación de variar la rutinaria jornada escolar.

Padres y directivos juzgaron el acontecimiento como competencia profesoral. Algunos amigos míos hablaron de genialidad extraviada o de prejuicio clasista. ¿Quién sabe?

En estos días he pensado en reservar otra tesis de egresados de la Academia de Artes Plásticas  de San Alejandro como envoltura de las meriendas de mi sobrino. Esta vez no lo haré por falta de papel blanco.

Quién sabe si mañana mi sobrino llegue a casa con dibujos “cubistas” de selva y animales estrambóticos. Sólo yo sabré que la supuesta deformidad de las figuras no responderá a las limitaciones pictóricas de mi sobrino, sino a la genialidad creativa de Wifredo Lam.

Yenisel Rodriguez

Yenisel Rodriguez Perez: He vivido siempre en Cuba, con la excepción de varios meses del 2013 cuando estuve con mi padre en Miami. A pesar de las noventa millas que separan a una ciudad de otra, en ambos sitios encuentro motivos profundos para asumir una militancia política y popular. Mi encuentro con la Antropología Sociocultural hace 8 años atrás, me ha alistado en el compromiso de amor a la diversidad cultural.

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