Yenisel Rodríguez Pérez
HAVANA TIMES — En un país donde los noticieros televisivos prestan poco espacio a la auténtica opinión pública y descartan por completo el discurso de la oposición política, es de esperar que la noticia se diseñe con radical unilateralidad, y sin dar cuenta de su coherencia y consecuencia.
Esto hace que las artimañas noticiosas del gobierno cubano, a raíz de algún cambio de política, impliquen una mínima factura periodística.
Una de las causas de este fenómeno es el monopolio que ejerce el Estado sobre la televisión cubana. De este modo los periodistas oficialistas responden a poca o ninguna exigencia ética.
Hace algún tiempo, solo por citar un ejemplo, se desató en las emisiones estelares del Noticiero Nacional de Televisión, una exhaustiva campaña contra la producción de alimentos transgénicos a nivel global. Eran años en los que Fidel Castro hacia mayor presencia en el panorama político nacional, lo cual le impregnó a la campaña ese plus efectista y catastrofista que aquél siempre dio a su militancia ecológica.
El diagnóstico fue contundente: la producción, la comercialización y la legalidad de los alimentos transgénicos formaban parte del imperialismo económico de las trasnacionales agroindustriales para apropiarse del patrimonio agrícola del tercer mundo.
Durante varias emisiones el NTV mostró a la audiencia estadísticas sobre los daños causados en la salud, la economía doméstica y las producciones locales por esta tecnología. En esas mismas emisiones se anunciaron proyecciones de documentales que trataban el tema con profundidad para demostrar la insostenibilidad económica, política y ética de la producción de alimentos transgénicos.
Hace unas semanas, para sorpresa de muchos, en este mismo espacio noticioso se informó sobre la posible introducción de cultivos transgénicos en el país. Un giro de 180 grados que no hace ninguna referencia a la campaña en la que ellos mismo aclararon las consecuencias desastrosas de una decisión de ese tipo para la soberanía alimentaria y la salud de los consumidores.
La impunidad al mentir se hace mayor cuando de antemano se conoce que los “estudios previos” de los que se habla, se vienen realizando hace mucho, y que hasta han sido denunciados por militantes ecologistas que perdieron su trabajo por revelar este secreto de Estado.
En todas partes los medios de comunicación responden a los intereses de sus propietarios: Estado, Mercado, organismos internacionales, movimientos populares, etc.; y muchas veces, digamos que casi siempre, estos interés definen cómo se hace la noticia.
Solo que en esta isla los medios de información estatales van más allá de toda medida a la hora de responder a quienes les pagan, solo superado por el totalitarismo norcoreano, por arriesgar una comparación.
Cuba vive asfixiada por un discurso oficial que hace cuanto se le antoja ante la mirada estupefacta del pueblo. Así degradan hasta límites inimaginables, el debate público nacional.
Si hay una critica que debemos de empezar hacer y nos hemos olvidado: La auto-critica.