Historia de cómo me hice cómplice de “la cosa”

Yenisel Rodríguez Pérez

HAVANA TIMES— Hace unos días, como casi todas las semanas, hice un viaje a San José de las Lajas. Para este viaje reservo diez pesos para alquilar un taxi.

Es un ahorro que me evita tener que deshidratarme en la carretera esperando el transporte público.

Ese día al llegar a la piquera me sucedió algo inesperado:

niño, el alquiler subió a 15 pesos- me grita a toda voz el listero

-¿Cómo que a 15 pesos? ¿Y eso desde cuándo? Sólo tengo diez pesos. ¿Ahora cómo llego a San José?- balbuceaba en voz alta ante la sorpresa

Poseído por una mezcla de indignación y desesperación, me disponía a dar por terminado el viaje. De repente, uno de los choferes que estaban por salir me lanza una compasiva oferta.

Brother, te llevó por diez pesos; pero que los demás pasajeros no se enteren, sino se me jode la cosa.

La cosa,” la expresión se escuchó como si quisiera decir “la estafa.” Pero era mucha la tentación. Tan grande que terminé siendo cómplice de la susodicha estafa desde un tímido silencio. Cómplice de lo que hacía sólo segundos me encolerizaba. De este modo la cosa se salvó y yo, por demás, tuve que agradecerle al taxista su misericordia.

Ya de regreso a casa logré averiguar el por qué del incremento del precio del pasaje.

“Bueno – me cuenta el listero de la piquera de San José – la cosa se debe a que en la licencia operativa nos quitaron un pasaje. ¿Entiendes? ¡Compadre, que nos quitaron una capacidad, diez pesos!   

O sea, razonaba ya en casa, estos taxistas de San José incrementan el precio del resto de las capacidades del taxi para compensar la capacidad perdida. Nada, que ahora ganan mucho más dinero, a la vez que reducen la sobrecarga del taxi.

Gracias a una indolente ingeniería popular se encomienda, una vez más, al débil el pago de las arbitrariedades. Siempre al más débil. Al consumidor, dicho el caso.

 

Yenisel Rodriguez

Yenisel Rodriguez Perez: He vivido siempre en Cuba, con la excepción de varios meses del 2013 cuando estuve con mi padre en Miami. A pesar de las noventa millas que separan a una ciudad de otra, en ambos sitios encuentro motivos profundos para asumir una militancia política y popular. Mi encuentro con la Antropología Sociocultural hace 8 años atrás, me ha alistado en el compromiso de amor a la diversidad cultural.

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One thought on “Historia de cómo me hice cómplice de “la cosa”

  • Mae, normalmente la maquina carga 6 gentes, o elementos, vaya! eso supone para los señores empresarios del transporte, si los dedos de las manos no me fallan, sesenta pesos, si lo que pretenden es subir ahora solo cinco gentes cobrando 15 el negocio les reditua en 15 pesos mas, tremenda cosa, el incremento es de 8y tanto por ciento para el pasajero mientras ellos obtienen una ganancia del 25 por cien… siempre alguien tiene que pagar el pato, mejor que sea el mas jodio de la cadena, ah?

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