El Salario me alcanza…
Yenisel Rodrigez
Un amigo me confesó que su salario le había alcanzado para comparar cosas que nunca había podido adquirir. Fue una confesión sincera, y aunque realmente no le alcanzaba para mucho, si era verdad que podía hacer compras que un salario de obrero no acostumbra a cubrir.
Divorciado y con la familia en otra provincia, se dispuso por primera vez en su vida a planificar su presupuesto personal. Siempre ha sido un hombre sistematizador, tanto que a veces termina haciendo el ridículo, pero está vez le fue bien.
Me decía asombrado que hacía 5 meses, desde que estaba solo, continuaba con una dieta a falta de vegetales y frutas. Por inercia vivía con las limitaciones del pasado, cuando de su salario malvivían 4 personas. Por tanto se puso a sacar cuentas y pensó: porqué no planificar una visita al mercado agropecuario campesino (el más caro en Cuba, y no precisamente por culpa de los campesinos). Algo insoñado antes.
Todo calculado, y con lista en mano, fue en busca de pepinos y guayabas. De regreso a casa, y pasada una semana, me explicaba que una libra de pepinos le alcanzaba para varios días, y que una libra y media de guayabas le daba para desayunar un vaso de jugo diario durante una semana. Seguían quedando fuera de su alcance cosas imprescindibles, pero eso no me impedía comprender la confesión de mi optimista amigo.
Después de haberse marchado, me puse a pensar si en un contexto tan condicionado como el de las necesidades básicas, también se puede albergar el inmovilismo y la falta de creatividad. Pero no continué con la idea, estaba nadando en terreno pantanoso.
A pesar de todo, me dispuse a imitar a mi amigo; como de alguna manera yo también vivo solo, podía poner a prueba su teoría: sistematizando el prepuesto algunas cosas cambian.
¡Sorpresa! Comprobé que también podía beber un juguito de guayaba en las mañanas y con cierta frecuencia. Antes gastaba ese dinero en refrescos instantáneos y en croquetas requemadas, mientras decía quejosamente:
“Dios mío cuando podré tomarme un rico juguito de guayaba, aunque sea aguadito.”
Pues para que vean, no sólo disfruto del juguito, sino que hasta me da para hacerlo especito.