El ambiente no es delincuencia

Yenisel Rodriguez

“Ambientoso” es el nombre con el cual se identifica en Cuba el modo de comportamiento social de muchas de las personas que viven barrios altamente marginados y empobrecidos de la nación.

Históricamente se ha identificado la marginalidad y la pobreza con lo delincuencial. Por tanto, desde está perspectiva es fácil establecer una segunda identificación. Ésta vez entre lo ambientoso y lo delincuencial.

Aunque lo ambientoso no es monopolio de personas marginadas en la pobreza, si juega un importante papel en la identidad barrial de las mismas.

Muy alto el tono de la voz; concierto de gesticulaciones; inusitado uso del choteo, competitividad explicitada y estereotipos machistas son atributos que caracterizan, de forma general, la puesta en escena de lo ambientoso.

Indicaba que lo ambientoso se asocia con bastante frecuencia con lo delincuencial. Sin embargo, delincuente es aquel que transgrede y quebranta las leyes. Por ende no existe relación directa entre la conducta ambientosa y el hecho de violar las normas.

De igual modo los que hablan en voz baja, con formas delicadas y estetizadas; predicadores del humor comedido y gráciles en la lucha por el prestigio social, están expuestos ante las circunstancias que conducen a cometer delitos.

No obstante, la criminalización de lo ambientoso es algo fuertemente establecido en la sociedad cubana. Ni los propios ambientosos escapan de este estereotipo. Fácil es darse cuenta, entonces, de la complejidad del problema. Así son los asuntos del colonialismo y del autocolonialismo.

Pero dicha complejidad no justifica pasar por alto los actos cotidianos de discriminación en este sentido. Esa que se ejerce con los ambientosos al juzgarlos más allá de los hechos. El ambiente lleva a muchas personas a ejercer el maltrato y la discriminación hacia otros ciudadanos, algo que debe ser atacado en todo momento.

Lo que no es justo es trascender lo sucedido en el momento de inculpar al agresor: aludir al supuesto instinto criminal del agresor ambientoso. Siendo más grave cuando dicha suposición es suficiente para juzgar a personas inocentes.  Acá es donde reside la injusticia.

Muchos jóvenes son encerrados durante toda una noche en la estación de policía por el simple hecho de vestir y caminar como guapos- cuenta una carpetera de la estación de policías ubicada en la avenida de Infanta.

Son registrados en la base de datos, y a pesar de no tener antecedentes penales, se les detiene hasta el amanecer, sobre todo los sábado y los días festivo. Se piensa que muchos de ellos terminarán provocando peleas en las fiestas. Yo he visto menores detenidos por tener estirado el cuello del pulóver y caminar con los brazos abiertos frente a los puntos de control policial. Han sido separados de sus compañeras mientras se dirigían a un bailable en el malecón.

Me sobran los comentarios, aunque no la indignación.

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