¿Cuán forzada es la opción del exilio para la disidencia cubana?

La causa cedida

Por Yenisel Rodríguez Pérez

HAVANA TIMES – El financiamiento y la cooperación internacional terminan siendo un handicap para la disidencia cubana, condicionando que muchos de sus integrantes terminen exiliándose en aquellos países o regiones de donde proviene la ayuda: Estados Unidos de América y Europa principalmente.

Los medios terminan comprometiendo el fin. De militantes anticastristas a inmigrantes tercermundistas. Exiliados que después de instalarse en la sociedad receptora, sin implicarse mucho en el nuevo contexto político, emergen como nuevos financistas de la causa que cedieron acá.

Financiarse para emigrar y emigrar para financiar, esa parece ser la meta fundamental. La solidaridad a tope: al tanto de toda acción represiva en su país de origen, sobre todo, de aquellas en las que el Gobierno infringe profundamente los derechos humanos. Es cuando Facebook gana verdadera relevancia como sucedáneo social. La suerte de los que viven en Cuba será el pan de cada día del exiliado cubano.

Irónica realidad que grita lo que pretende ocultar: Alientan una resistencia que ellos mismos dieron por insostenible al exiliarse, incluso cuando lo que vivieron estuvo muy lejos del extremismo represivo que ahora ayudan a que otros sobrevivan. Cuba, la papa caliente que no quieren comerse ni tibia. Ironía que se convierte en cinismo cuando su camaradería desde el exilio condiciona el fin o la moderación del hecho represivo en cuestión, permitiendo que las víctimas puedan, de algún modo, enfrentarse al régimen.

¡¿Qué o qué?! 

Vivir en Cuba se transforma para muchos disidentes, así de pronto, en un imposible. Lo mismo sucede con el enfrentamiento al régimen, que deja de ser viable así sin más.

¿A quién afecta la emigración, forzada o no, de los disidentes cubanos?

El Gobierno valida sus tesis conspirativas, las lucrativas ONGs refuerzan su rol de colaboradores con acciones de protección y acompañamiento a los refugiados, los compas que quedan acá serán compensados en el futuro con ayudas más “personalizadas”, los familiares: bueno, por la familia todo; principalmente la remesa y la posibilidad de emigración.

Para la conciencia colectiva, el exilio político de la disidencia viene a ratificar la percepción de que en Cuba no hay mucho que hacer. Un retoque de pintura a las aspiraciones primermundistas y al sacrosanto consumismo, pero esta vez con el toque chic de la militancia pequeño burguesa.

Muchas veces el girito en la percepción del peligro se sincroniza con el incremento de las expectativas económicas (más que políticas) y de los planes personales (más que colectivos) de muchos disidentes que logran la atención internacional.

Pretendidas víctimas de una radicalidad represiva que ellos mismos han desdeñado en tiempos pasados, cuando vivir en Cuba les era una coyuntura de nacimiento sin posibilidad de modificar. Esa etapa inicial en la que se muestra con orgullo el enfrentamiento a un régimen decadente y bajo presión internacional, mostrando cuánto se puede hacer y cuánto no se debe temer en tiempos de globalización.

El repentino cambio de orientación se hace más evidente en organizaciones de tendencia izquierdistas, sobre todo, en aquellas de fuerte proyección anticapitalista que han promovido durante mucho tiempo y con gran orgullo, la viabilidad de modos autogestionados y colaborativos de vivir en Cuba.

De hecho, es al interior de esas organizaciones donde tradicionalmente se ha mostrado, explícita o implícitamente, recelo hacia aquellos militantes que hacen peticiones de asilo político. Existe una expresión casi instituida para referirse al hecho, la célebre expresión: ¡TODOS SE VAN!  El “se van” se usa para evidenciar lo deliberado de la decisión. Esas pequeñas grandes compras de supermercado y estantería, que sutilmente contrapesan la veleta de la motivación, comienzan a eclosionar exponencialmente en el nuevo contexto.

En más de una ocasión fui testigo de la frustración de militantes izquierdistas con las repentinas peticiones de asilo que realizaban compañeros en viajes de colaboración. En muchos casos era probada la inexistencia de algún tipo de altercado crítico del ahora exiliado con los represores del Gobierno.

Cárcel o muerte emerge como divisa de cambio en el panorama político cubano. Indicador deplorable de nuestro imaginario político y su precaria práctica cotidiana, donde ser anticapitalista lleva al éxito económico y la derecha pervive en la ideología del odio y la mitomanía.

Maraca, ron y palmera podría ser lo verdaderamente inevitable para este país.

Yenisel Rodriguez

Yenisel Rodriguez Perez: He vivido siempre en Cuba, con la excepción de varios meses del 2013 cuando estuve con mi padre en Miami. A pesar de las noventa millas que separan a una ciudad de otra, en ambos sitios encuentro motivos profundos para asumir una militancia política y popular. Mi encuentro con la Antropología Sociocultural hace 8 años atrás, me ha alistado en el compromiso de amor a la diversidad cultural.

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4 thoughts on “¿Cuán forzada es la opción del exilio para la disidencia cubana?

  • Acabo de leerlo, no tengo una opinión, solo deseo leer más de éste autor

  • Entonces, que propones usted? Considera nefasto que los que se exiliaron porque no pudieron soportar cárcel, acosos o cualquier forma de represión que atentaba contra su seguridad y la estabilidad familiar se olviden, una vez que se exilian, de los que siguen resistiendo?
    Que solución propone?

  • En américa históricamente han existido el golpe de estado, y los jóvenes que han luchado contra las dictadura, quien empieza esta lucha sabe que su final es salir del país o morir en prisión, estar una larga temporada y cuando eso sucede los guardia se encargaran de que tu vida no sea fácil en ningún sentido, y si creo que la ayuda que reciben la oposición a los gobiernos impuesto si funciona.

  • En sentido general apruebo el post. Muy bien descrito, duela o no, es una descripción de hechos reales. Creo que tampoco es algo absoluto. No siempre es dentro de Cuba desde donde más se puede hacer y tampoco todos los emigrados disidentes adquieren el virus bastante generalizado que te hace exigir y hasta ofender a los que quedamos aquí por no tener el valor de salir a la calle, cosa que aquí los mismos que lo piden desde la posición cómoda no tuvieron el coraje de hacer o de seguir haciendo. Es hipócrita, es cierto, pero parece una reacción normal, por eso el dicho de que fuera del agua se nada mejor. Hasta ahora creo que no emigraré a no ser que llegue a un extremo muy fuerte de represión contra mí. Que ya ha sido fuerte, pero aun soportable. Pero si un día emigro espero no enfermar de esa hipócrita manía de pedir a otros lo que no pude hacer o seguir haciendo.

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