Comprarle caramelos a la maestra

Yenisel Rodriguez

Escolares cubanos. Foto: Caridad

Llega la hora de la merienda en la escuela República Socialista de Vietnam, ubicada en la periferia de la capital.  Los alumnos asombrados observan cómo su maestra, de un momento a otro, se transforma en una eficiente vendedora de chucherías.

El asombro es más de alegría que de desencanto, aunque también hay un poco de eso.  Ellos saben que si no fuera por la maestra Graciela, el hambre que ronda por el patio a la hora del receso escolar, haría estragos en muchos de ellos.

Por ejemplo, Rubencito no se llevaría nada a la boca, sino fuera porque la maestra le fía dulces y caramelos, bajo la promesa dudosa de que su papá se lo pagará el próximo viernes.  Otros, con papás muy ocupados para preparar meriendas, no podrían adquirir su tentempié con tanta facilidad.

Sólo con lanzarle una mirada cómplice a la maestra Graciela y extender el brazo, se evitan tener que burlar al vigilante de la puerta delantera, para poder ir a las cafeterías más cercanas.  Incluso los alumnos que diariamente llevan merienda se benefician de la maestra vendedora, cuando uno de ellos es elegido para vender caramelos sobrantes a otras aulas de la escuela, logrando escapar por unos minutos del ambiente escolástico.

Días atrás, los alumnos de 3°A se llevaron un gran susto, cuando de improvisto apareció en el aula la maestra Yaima reclamándole a la maestra Graciela por haberse colado en su grupo a vender caramelos.  La maestra Yaima vende chupa-chupas y está acostumbrada a ganarse un promedio de 50 pesos con las ventas que realiza en su aula.  Ese día la maestra Graciela se lo había impedido.

Desde ese día los alumnos de 3°A están algo predispuestos con los del 3°B, los alumnos de Yaima.  Les molesta la traición que estos cometieron al olvidar el pacto de silencio que hicieron con la maestra Graciela.

República Socialista de Vietnam eclosiona, de lunes a viernes y al mediodía, como improvisado y familiar mercado de chucherías.  Todos se hacen cómplices de su prohibida subsistencia: alumnos, maestros, personal de apoyo y dirigencia.  Nadie siente que roba nada a nadie.

La maestra Graciela, sin embargo, siente que en el fondo algo está mal.  Lo presiento en su mirada y en el tono de su voz mientras conversamos.

Su culpa no es ante el Estado, por que lo sabe intolerable con la autonomía ajena; su culpa no es ante el Mercado, porque lo sabe ambicioso del trabajo ajeno.  Su culpa, quizás, es ante sus alumnos; porque hace que confundan el amor que hacia ella sienten, con las cosas que le compran.  Lo confunden con dulces y pesos amarillos.

Yenisel Rodriguez

Yenisel Rodriguez Perez: He vivido siempre en Cuba, con la excepción de varios meses del 2013 cuando estuve con mi padre en Miami. A pesar de las noventa millas que separan a una ciudad de otra, en ambos sitios encuentro motivos profundos para asumir una militancia política y popular. Mi encuentro con la Antropología Sociocultural hace 8 años atrás, me ha alistado en el compromiso de amor a la diversidad cultural.

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2 thoughts on “Comprarle caramelos a la maestra

  • Yanisel, disculpame si te doy del tu pero me parece que mas o meno tenemos la misma edad, no lo se, yo tengo 39. Este articulo esta diciendo la verdad o es una broma ???????? cuando yo iba a la primaria me acuerdo que la merienda me la daba la escuela y eran problemas grandes si una maestra se metia a vender dulces, yo sali de Cuba hace 15 anos, creo que en todos estos anos muchas cosas habran cambiado, es una cosa normal, pero se ha llegado a este punto ???????? las maestras que se meten a vender meriendas para poder llegar al fin de mes ??????? ya las primarias no dan meriendas gratis a los alunnos ?????? Alguien me puede explicar por favor p’q todavia estoy incredula y con la boca abierta

  • Este trabajo me ha dejado con un sentimiento extraño dentro del alma, es una especie de dolor, o que se yo?, no por el Estado , aunque sea el culpable; no por lo niños que se confunden, sino por la maestra, pobre maestra! pobre trabajadores todos!

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