Signos, arte e industria en Factoría Habana

Yanelys Nuñez Leyva

Signos 2HAVANA TIMES — En la exposición colectiva “Signos, arte, industria y viceversa” –abierto al público hasta el 15 de enero de 2016- el concepto de espacio busca decodificarse. Apoyados en sus múltiples dimensiones, éste se convierte en soporte y medio de expresiones varias, que se mueven entre los bordes de las clasificaciones y los límites que traza el pensamiento teórico.

Sus curadores, Antonio Eligio (Tonel) y Concha Fontenla, “conciben la muestra como una gran instalación” -quizás por eso la ausencia de fichas técnicas en la presentación de las piezas-, quebrantando así, en primera instancia, el espacio “sagrado” del artista como figura connotativa que muy pocas veces permanece invisible.

En otro nivel se discursa sobre el espacio físico y sus variaciones morfológicas, al potenciar la recurrencia de piezas expandidas, que se adecúan al área de la galería aunque sin perder sus contornos de obra individual.

Signos 3Lo urbano no queda ajeno a esta muestra, desde las fotografías, los dibujos y maquetas de proyectos constructivos, la instalación etc. se realiza un bosquejo de las iniciativas populares y proyecciones institucionales pretéritas o actuales que forman parte de nuestro devenir.

La particular visualidad de espacios domésticos interiores y exteriores, la mística que rodea a la afamada Escuela de Arte ubicada en el reparto Cubanacán,[1] la imposibilidad de leer las señales (de tránsito) o la imperturbable belleza de la lírica arquitectónica, son herramientas que aprovechan los autores de estas propuestas para activar diálogos sobre algunas zonas de lo cubano.

En este espacio de lo urbano, la intención documental juega un papel importante, pues los datos que arrojan estos archivos refieren preocupaciones sociales que permanecen ocultas en los mass media.

Signos 4Por ejemplo, la problemática de la prostitución de jóvenes provenientes de las regiones orientales del país, graficados en los dibujos y notas relacionados con el centro recreativo capitalino “Bim Bom”, no posee un foro de discusión visible dentro de los medios nacionales, sin embargo desde este lugar de reflexión -el del arte-, esta investigación de carácter naif, inclina sagazmente su mirada hacia un fenómeno que se extiende más allá de las inmediaciones de dicho centro.

Otros espacios se reúnen en esta macro exposición: el de la memoria como atesoradora de paradigmas continuamente revisitados; el de la abstracción plástica como generador de epidérmicas experiencias o el de la palabra escrita, impresa; y buscan concretarse en objetos de la cotidianidad plástica: en una versión de “La silla” de Wilfredo Lam, en unos fotogramas abstractos vagamente titulados “Cabaret a la deriva” o unos comics. Realizando pues, un recorrido por los caminos sensoriales, estos espacios se internan allí donde los códigos de deconstrucción hacen posible la parada estética.

Signos 1Punto y aparte merece el proyecto TELARTE que se expone dentro de la muestra en el último piso de Factoría. Durante el renacimiento ochentiano, un grupo de artistas cubanos compartieron su arte en la producción de telas de la industria ligera.

Unas palabras de la estudiosa Adelaida de Juan a propósito de la quinta edición de TELARTE caracterizaron lúcidamente su fisonomía: La elección cualitativa, la persistencia y la variedad, la incorporación de producciones museables y de elaboraciones novedosas, la integración de pintura, diseño y fotografía y la asimilación de técnicas diversas han sido los criterios que selectivamente han presidido la producción textil de TELARTE.

En la exposición, videos de la época proyectaron imágenes de estas propuestas, y un conjunto de objetos dio vida a lo que fuera una de las más emprendedoras iniciativas institucionales donde arte e industria se dieron la mano. De esta manera, una nueva conjunción de espacios cobraba sentido dentro de la muestra, haciendo gala de la buena puesta en práctica del propósito curatorial.

El extrañamiento o la cierta inseguridad que pueda sentir el espectador frente a trabajos pertenecientes a distintos campos del conocimiento, quedan zanjados al encontrarse bajo el amparo de la galería, pues enuncia que más allá de clasificaciones, zonas de confort o posiciones antagónicas existe un espacio de comunión y comunicación divinas.

Factoría Habana. Calle O’Reilly, 308, La Habana Vieja

[1] Este equipo creador estuvo dirigido por el arquitecto cubano formado en Francia, Ricardo Porro y de él formaron parte Vittorio Garati y Roberto Gottardi.

 

 

Yanelys Nuñez

Yanelys Nuñez Leyva: Escribir es exponerse, desnudarse ante la mirada inquisitiva de todos. A mí me gusta escribir, no porque haya desarrollado una verdadera afición por el nudismo, sino porque me fascina componer palabras, pensarme historias, frases que conmuevan, imágenes que provoquen disímiles sensaciones. Aquí tengo un espacio donde hablar de arte, de la vida, de mí. Al final, sentirse bien con lo que uno hace es lo que importa; ya sea con ropa o sin ella.

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