En un Rincón de La Habana

Yanelys Nuñez Leyva

 La iglesia de El Rincón.

HAVANA TIMES — En una visita que hice el sábado anterior a la iglesia de San Lázaro, ubicada desde 1917 en el poblado del Rincón, lamenté como nunca no haber tenido a mano una cámara fotográfica.

Tantas imágenes cargadas de dramatismo pasaron por delante de mí, que fue un sacrilegio no haberlas capturado con un lente.

Mucho se ha escuchado de la peregrinación de notables dimensiones que se realiza en vísperas del 17 de diciembre.

Los devotos de San Lázaro, se dirigen cada año a este Santuario Nacional, que se halla aproximadamente a 17 km de La Habana, para pedir por su salud y su prosperidad.

Yo misma, cuando era aún muy niña, la hice junto a mi mamá, sin tener noción alguna de lo que iba ver y sentir. Y fue un suceso escalofriante.

Cuantos pagadores de promesas sangraban por haber caminado de rodillas y en otras posiciones, cientos de metros, o se desmayaban por la falta de descanso, alimento y energía.

Cuantos, atándose bloques, ladrillos, piedras a las piernas, se arrastraban por el pavimento hasta llegar al sagrado lugar.

Sin dudas, quizás cualquier descripción sobre el asunto sería muy pobre en relación con lo que se puede observar en el acto.

En esta ocasión más reciente, las imágenes que vi no fueron tan violentas como si emotivas.

Yo, que no soy practicante de religión alguna, al ver como una mujer le hablaba a la imagen del San Lázaro pobre, con una mano sobre el pecho y sin lágrimas en los ojos, pero rogando, implorando con una tristeza devastadora, no podía sentir nada más que una profunda conmoción.

Y es que el hecho de ver niños lavando sus pies y sus manos en la fuente de agua bendita de este templo, o diferentes personas abrazando febrilmente la gran ceiba que se levanta en el jardín de este recinto, me hablaba de la pregnancia de una profunda fe dentro de nuestra sociedad.

La devoción a San Lázaro o Babalú ayé, como también se identifica, creció desde los procesos sincréticos de la religiosidad cubana, durante la conquista y colonización de la isla.

Las personas que creen en esta deidad pueden ser “católicos y santeros, mujeres y hombres de todas las edades y capas sociales, pues es un santo de los pobres y los desamparados.”[1]

Los que acuden a este espacio cuentan para trasladarse desde Santiago de las Vegas, un pueblo donde hace escala la mayoría de la gente que viene de la Habana, hasta el Rincón, con coches tirados por caballos y bicitaxis que cobran respectivamente por persona 5 pesos MN y 1 cuc por la carrera.

Esto constituye una infraestructura mínima si se observa la afluencia de público a este espacio durante todo el año.

Visitar este santuario, desde una perspectiva antropológica, nos otorga mucha información sobre la vida cultural de la isla, pero también pudiera hacernos reafirmar la frase cliché que una “imagen vale más que mil palabras”.
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[1] Bernal Alonso, Eduardo M. Rincón y la peregrinación de San Lázaro. Editorial José Martí, La Habana, 2011, p. 79.

Yanelys Nuñez

Yanelys Nuñez Leyva: Escribir es exponerse, desnudarse ante la mirada inquisitiva de todos. A mí me gusta escribir, no porque haya desarrollado una verdadera afición por el nudismo, sino porque me fascina componer palabras, pensarme historias, frases que conmuevan, imágenes que provoquen disímiles sensaciones. Aquí tengo un espacio donde hablar de arte, de la vida, de mí. Al final, sentirse bien con lo que uno hace es lo que importa; ya sea con ropa o sin ella.

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