Que tus alas te lleven a la libertad

Por Verónica Vega

HAVANA TIMES – Murió Rodolfo Rensoli, la persona que materializó el sueño de un festival de Hip Hop en Habana del Este, al menos por seis ediciones.

Los censores de arte y pensamiento se encargaron de extinguir el poderoso evento, tal como han hecho con todo el movimiento contracultural en Cuba.

Uno sabe que la muerte está ahí mismo, lista para llevarse a cualquiera. Uno sabe que el aliento que está entrando es el único seguro porque el siguiente, puede o no llegar. Así de frágil es nuestra conexión con este mundo que nos hipnotiza con sus sólidos muros, sabores excitantes y la continua fabricación de planes.

El Renso, como le decíamos, murió en el mar, accidentalmente y fraguando uno de esos exuberantes planes. Quisiera pensar que su tránsito fue cuidadoso, y que el Creador lo fue durmiendo, impidiéndole sentir esa violencia que implica arrancar al morador de esta cáscara que pesa tanto, (como dijo el Pequeño Príncipe).

La noticia de esa muerte y lo que siguió nos fue llegando a pedazos, por distintas fuentes: que estaba en la playa con unos amigos, que sería velado en la funeraria de Guanabacoa, su barrio nativo, siempre tan ponderado por él, y que su cuerpo sería cremado. Todavía no sabemos si se esparcieron sus cenizas, ni dónde. Así de aislados estamos en este inxilio inevitable, resistiendo en un proceso de destrucción cada vez más escandaloso.

Entonces, cuesta imaginar que mi esposo fue parte de GrupoUno, el proyecto encargado de gestar aquellos potentes festivales que le ganaron a Alamar el honroso título de «La ciudad del Rap».

Roberto Rensoli y José Martí

Una ciudad que ha ido muriendo, como el arte alternativo que le brotaba, silvestre y libre. Y solo queda la naturaleza donde, por suerte, todavía nos enciende la vista la explosión naranja de los flamboyanes, entre calles sin guaguas, mercados desabastecidos, mascotas abandonadas y, odiosos apagones.

Todo el que conoció al Renso sabe que arrastró la muerte del festival de Rap, como la de un hijo. Fue su obra maestra, pero su genialidad versátil gestaba continuos y loquísimos proyectos, su gestualidad exacerbada era parte de ese potencial creativo, insaciable.

Justo por la intensidad contagiosa de su personalidad, resulta tan difícil digerir la noticia de su partida y pensar: «nunca más».

Me acuerdo de cuándo lo conocí en el año 90, en la galería de arte Fayad Jamís. Sus ojos brillantes, su locuacidad y el futuro mutando en nuestras mentes jóvenes, tomando formas radiantes, oh, gloriosas.

Por ese tiempo el Renso, el pintor Carlos Guzmán, recién graduado de San Alejandro y que hacía su servicio social en Alamar, y yo, compartíamos en tantos lugares (entonces efervescentes), de la cultura.

Todavía recuerdo el sabor del té negro con limón, un remanente de la alianza con la ya disuelta Unión Soviética, donde quiera que nos agarrarara el encuentro. Aquel té delicioso y las eternas disquisiciones intelectuales, filosóficas, hojeando libros de pintura y escuchando música en reproductoras donde el sonido era imperfecto todavía.

Hasta llegamos a soñar con tener una casa común para vivir los tres, como solo saben y pueden, los artistas.

Entonces, miro hacia atrás y me doy cuenta del recorrido, con el estupor de haber sido barridos brutalmente por la corriente de la vida.

No por el pragmatismo del progreso material, no por la indiferencia acumulada de los años, no por diferencias políticas… sino por la corrosión silenciosa y maligna que ha devastado nuestra propia Isla.

Como sobrevivientes del desastre inmanente, cada uno siguió haciendo lo que pudo, preservando lo que nos es más preciado: el arte, y nuestra capacidad de crear. Un espacio todavía sagrado e inaccesible para los destructores de libertad.

Buen viaje Renso, hermano de sueños. Y si te toca volver a esta tierra, que sea cuando ya no se interrumpan festivales de la alegría. Cuando se dejen crecer las voces que ahora mismo silencian en las universidades. Cuando podamos resplandecer como lo que somos: un pueblo noble que solo quiere prosperar por el derecho natural de la vida. En el arte, y en todo.

Lee más del diario de Veronica Vega aquí.

4 thoughts on “Que tus alas te lleven a la libertad

  • Isabel Marín

    Es una pena que además de la desintegración del grupo hayan perdido la conexión y se enteren de forma tardía de la partida de alguien que fue miembro y que no va a estar más en este plano. Buen relato

  • Irina Pino

    No lo conoci y tampoco a los festivales pero si he escuchado ese magnifico rap contestatario hecho con arte, muy lejos del insulso al que se le ha dado publicidad en los medios masivos. Una pérdida de un artista siempre es peor porque era alguien especial y sensible. Muy hermoso tu diario.

  • Que tenga buena acogida, donde quiera que esté El Renso. Gracias a la autora por compartirnos ese pedazo de la vida, en que ambos fueron eje, y por la manera en que nos trasmite su percepción. Realmente los encuentros con El Renso o simplemente Renso, eran acontecimientos dinámicos, chispeantes, enardecidos e inspiradores.

  • Carlos Quintela

    Great , Just great the way Veronica “narra” and decribe

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