Mientras se nos va la vida

HAVANA TIMES – Hoy me acordé de un amigo que emigró por razones políticas. Hace años vive en España.
Tenemos una amiga común pero el nexo de ellos era mucho más profundo. Así que me desconcertó enormemente enterarme de que ya fuera de Cuba, él dijo creer que ella colabora con la Seguridad del Estado y la bloqueó en sus redes sociales.
En un ambiente disfuncional que cultiva la paranoia, cualquiera puede parecer cómplice del enemigo.
Qué extraño es todo, pienso, cuando veo una actualización de mi amigo en FB y hago una captura de pantalla para compartírsela a ella. En este atormentado mundo, hay que decir, la amistad genuina es un privilegio.
Ella siempre se alegra de tener noticias suyas. Y yo me siento en el medio de una distancia adicional, artificial, y absurda.
Vivimos en sociedades signadas por la división y la desconfianza.
Últimamente, no sé si por fuerza de las privaciones, los debates políticos me producen el efecto de estar girando en un carrusel.
El agobio por los apagones, los precios desmedidos y esa inercia surrealista que mantiene la sobrevivencia en Cuba (siempre al borde del abismo), parece a punto de colapsar.
En el fondo, y excluyendo a personas muy egoístas y perversas, todos deseamos lo mismo. Paz, libertad para prosperar, para expresarnos y asociarnos. Para crear y desarrollar proyectos: económicos, artísticos, científicos, ambientalistas, ecologistas… Caminar por las calles (limpias), de un país en desarrollo. Contribuir y pertenecer a esa extensión de tierra donde habitas, hayas nacido en ella o no.
Entiendo que las opiniones son inevitables, y uno se deja arrastrar por la efervescencia política de turno. Pero la vida impone retos tan duros… Al menos en Cuba, casi todos compartimos la misma tristeza, y el mismo cansancio.
Continuamente perdemos seres que se van, tragados por la distancia y su propia dinámica personal, los cambios de intereses.
Ya dejé de contar cuántos seguidores en FB y conocidos se alejaron de mí solo por declararme contra el genocidio en Gaza.
El 7 de octubre de 2023 cortó el mundo en dos, y el pedazo más grande (como suele suceder) se quedó apoyando al lado del poder. A los que ponen bombas hasta en hospitales. A los que están exterminando un pueblo entero.
Hubo un tiempo en el que creí que todo el que se pronunciaba por la libertad individual y colectiva era un defensor de la verdad. Craso error. La mayoría de los que reaccionan contra una forma de injusticia es porque les afecta directamente. Las demás se acumulan en un cómodo relativismo.
Con la administración Trump la línea que divide a la humanidad parece haberse hecho aún más sólida. Pero no es izquierda ni derecha. Es lo que está bien contra lo que está mal. Como ha sido a lo largo de milenios.
Los cubanos solemos pecar de ingenuos. Todavía muchos están convencidos de que el comunismo es el único mal de esta tierra. Todo lo que no lleve esa etiqueta es bueno. No importa si son discursos cargados de promesas vacías, de histeria, de inoperancia, como los que condenaron esta Isla. No importa si provocan división, un nacionalismo exacerbado sin orientación precisa ni aplicación práctica. No importa si cargan la energía del odio y se llevan los sueños que aún, en lo más secreto, compartimos.
Admiro a los animales porque toman el agravio con tanta ligereza. Lo observo constantemente en mis gatos. No sienten rencor. Ahora se atacan enojados y en un rato están abrazados, lamiéndose mutuamente.
Claro que ellos carecen de la sofisticación perversa del intelecto humano, que representa un peligro real. Pero, al menos entre amigos, podríamos salirnos de esas pugnas del poder que afectan inevitablemente nuestros destinos, y ayudarnos en lo posible mientras sigamos habitando estos cuerpos condenados a partir, quién sabe cuándo.
Excelente artículo Vero. Con un alma poderosa!!!!