Los cubanos, ¿estamos acorralados?

Verónica Vega

Foto: Juan Lagos Lopez

HAVANA TIMES – A raíz de la reciente “transición presidencial” en Cuba, por donde quiera que pasé y se tocó espontáneamente el tema, los comentarios eran de esta tónica:

“Esta gente lo arreglaron todo para seguir ahí, pero, ¿y nosotros? –decía un anciano en la cola del pollo–No va a mejorar nada. Ni subirán los salarios, ni bajarán los precios. El mundo entero se mueve y nosotros seguimos estáticos”.

El tono de su voz y la expresión de su rostro expresaban un profundo desaliento.

Otro asintió diciendo: “Seguir en la misma lucha, día tras día, corriendo, inventando cómo llenar el plato de comida”.

En la cola de Etecsa una joven musitó con sonrisa irónica: “¿El cambio? El de collar, ¿no? Porque es el mismo perro.”

“Esto va a seguir igualitico”  –expresó un vecino– “Por eso ya yo resolví mi salida. De aquí hay que salir echando…”–añadió con gesto tajante.

Una amiga enfermera comentó con un suspiro: “Estamos cercados por todas partes. Los de aquí no van a arreglar nada, todo va seguir para peor. El de allá (Trump), cada vez cierra más. Tenemos un mar ahí, pero por gusto… Ahora sí estamos acorralados”.

Un familiar que la escuchaba, ratificaba, con un ademán de morbosa afirmación, cada palabra.

Foto: Cesar Vilá

Tanta resignación revolvía algo en mi interior. Quise decirle, al menos, a mi amiga que el cambio está, latente y expedito, en cada uno de nosotros. Pero me detuvo saber que está muy enferma. Que conozco las bases de su estatismo: vivir en un medio básico, un apartamento asignado por el sector de Salud Pública, pagado con décadas de abnegado servicio, y de silencio.

Ese es un cerco peor que el impuesto por Trump, o por la reciente “transición”, que casi nadie cree sea hacia el progreso. La negociación tácita de la capacidad laboral, intelectual, más la capacidad de comprender, diferenciar lo que es y lo que no y, por supuesto, de expresarlo.

Pero, la capacidad de opinar y de actuar, ¿realmente nos la quitaron, o renunciamos a ejercerla?

Recuerdo que cuando el deceso de Fidel Castro y multitudes acudieron a firmar el libro de condolencias, oportunamente colocado en una entidad local, varios conocidos admitieron haberlo hecho coaccionados por su profesión, o por no perder su licencia de cuentapropistas  o jóvenes porque estaban pasando el Servicio Militar y negarse en esa situación, era impensable. Una estudiante de preuniversitario comentó su desagrado por la forma en que fueron conducidos a través del Memorial José Martí, donde se celebraba el homenaje post mortem al líder:

“Me sentía como vaca que llevan al matadero. Los guardias nos decían de mala forma que apagáramos los celulares y que no podíamos reírnos”.

Otros simplemente firmaron por precaución. Evitar los problemas, “no señalarse” parece la decisión más sensata. Sin embargo, los problemas solo se aplazan. En algún punto del camino chocaremos con otros que comparten su esencia.

¿Cómo los cubanos han llegado a esta hipnosis, a esta convicción funesta de que solo podemos ser testigos pasivos del menoscabo de nuestra sociedad?

En parte por la dependencia estatal omnipresente, por la falta de opciones de prosperidad, de información, y por el tiempo que se emplea día tras día en mantener un estatus de mera sobrevivencia. En parte porque los intentos de cambiar algo se destrozaron contra la terquedad de los burócratas, contra la inoperancia del sistema, que no es causal. En parte porque hasta los más confiados descubren que las quejas se estancan, y los mecanismos represores dejan de ser sutiles y empiezan a ser muy perceptibles.

Foto: Alejandro Arce

También  porque incluso quienes se amparan en el discurso oficial van descubriendo el abismo entre las palabras y las opciones viables. Y los que siguen aferrados a su fidelidad a una utopía, (pensando que dejar de creer es traición), terminan atrapados en contradicciones insalvables, repitiendo respuestas incapaces de mutar con la dialéctica de las generaciones, de los acontecimientos, del mundo en marcha. 

Por la soledad que implica protestar y asumir la carga de un Estado contra un puñado de individuos.

Pero si tan solo usamos la observación y la memoria, podemos darnos cuenta de que nada es estático, ni siquiera en un país que padece las consecuencias de una hermética, errada y obstinada administración; que enfrenta la inmadurez histórica, la banalidad del trópico, y la “maldita circunstancia del agua por todas partes”.

Hace dos décadas la tenencia de dólares era un delito. Los cuentapropistas tenían muchas menos oportunidades de invertir y desarrollarse. Apenas existía el periodismo independiente. La gente no se expresaba en la calle tan abiertamente.  Las reuniones del CDR, las asambleas de rendición de cuentas  eran masivas. Actualmente, el nivel de asistencia a esos eventos es un problema grave, la apatía no se disimula, los delegados no tienen cómo recuperar la confianza perdida. Las jóvenes generaciones no creen en la utopía socialista.

Ahora mismo, hay artistas organizando una bienal sin apoyo de ninguna institución estatal. Hay ambientalistas y protectores de animales uniéndose, diseñando estrategias para sanar nuestro entorno sin esperar (ni contar) con el auspicio de las entidades concebidas para esas funciones. Hay revistas alternativas que promueven proyectos culturales, empresariales, y circulan de forma independiente.

De haberle expresado todo eso a mi amiga, sé que me habría preguntado con sorna:

“Pero eso, ¿qué cambia?”

Porque para ella, como para la gran mayoría, cambiar implica aumento salarial relevante, pluralidad en la alimentación, engrosar el interior de su armario, disponibilidad para desplazarse confortablemente dentro de su ciudad, su país… Poder pagar un pasaporte, una visa, un pasaje al exterior y una estancia en un hotel nacional o extranjero con los ingresos de su profesión.

Ella, como la gran mayoría, no piensa en otras libertades como la de expresión, la de prensa, la de creación o asociación. No sabe, ni quiere saber que esas son las primeras que hay que defender, pues de ellas depende la posibilidad de poder exigir cualquier otra. 

El resto de la conversación la formulé en mi mente y en este artículo. Me imaginé diciéndole:

“Actuar con libertad, aunque sea en esos proyectos que no cambian un país, cambia las vidas de esas personas. Uno puede sentirse acorralado, y todo puede parecer estático cuando no se hace nada por el cambio”.

Veronica Vega

Verónica Vega: Creo que la verdad tiene poder y la palabra puede y debe ser extensión de la verdad. Creo que ese es también el papel del Arte, y de los medios de comunicación. Me considero una artista, pero ante nada, una buscadora y defensora de la Verdad como esencia, como lo que sustenta la existencia y la conciencia humana. Creo que Cuba puede y debe cambiar y que sitios como Havana Times contribuyen a ese necesario cambio.

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6 thoughts on “Los cubanos, ¿estamos acorralados?

  • ¡Enhorabuena Verónica! Excelente artículo. Sólo añado que esa apatía, falta de motivación, frustración, inmovilidad y otras situaciones semejantes, se intensifica, se hacen mucho más latentes en el resto de la Isla. Solo hay que echarle un vistazo a los municipios del “interior” del país, y el desaliento y el abandono se manifiestan de una forma alarmante. La Habana se “mueve” con el flujo del turismo que la visita. Las provincias, los municipios alejados de la capital, el campo en general, son testigos de la más indignante deterioración física y mental. ¡Tristeza da ver el inmovilismo y la desesperanza!

  • Estimada Verónica, si bien es cierta la importancia de la libertad de expresión, o la de creación, etc, también son muy importantes la tranquilidad de una alimentación asegurada, un salario que te permita vivir decorosamente, viajar dentro y al exterior del país según las posibilidades de cada persona; yo diría que todo está en el mismo nivel de importancia. En Cuba una buena parte de la población vive sin esperanzas, sus sueños truncados se limitan al “invento” diario para mal alimentarse y vestir, con un ejército de viejos menesterosos vendiendo jabitas y paqueticos de café en las aceras. Pueden cambiar de presidente todos los días, a “los de a pie” no les importa porque……la vida sigue igual (al estilo Julio Iglesias). Saludos para ti.

  • Durante milenios , poco a poco se ha ido forjando en la conciencia social la aceptacion del poder del estado sobre el individuo, esa es la principal razon por la cual un individuo o un grupo cuando toman los poderes del estado , pueden controlar a millones de personas; pero ademas, si hacen lo que hacen los comunistas de eliminar toda forma de individualidad y reforzar todas acciones de grupo y controlarlas ; entonces ya nada se puede hacer. De todas manera el ser humano crea su propio grillete, me explico, muchas personas que sufrieron dictaduras en latinoamerica, llegan a los EUA y critican la constitucion americana, cuando es precisamente la constitucion americana el unico esfuerzo que existe de limitar el poder del estado y que aplaste al individuo. Cuando un pueblo pide cosas , practicamente esta pidiendo un tirano que se las de; cuando un pueblo pide que le dejen hacer , solo necesita servidores publicos.

  • Verónica, después de 1959 no ha habido en Cuba ni un solo cambio promovido por el pueblo, siempre ha sido cuando Fidel o Raul lo decidió u ordenó.

    Los cubanos tenían prohibido entrar a los hoteles, todos lo sabían pero también sabían que no era una ley ni un decreto sino que no se podía y punto. Al pueblo nunca le gustó esa prohibición y el gobierno lo sabía. Un día Raul dijo que ya los cubanos podrían ir a los hoteles y ya, el pueblo lo recibió con alegría y pensó que las cosas estaban cambiando… de verdad..??? no cambiaba nada, Fidel lo tenia prohibido porque le daba la gana y Raul lo permitió porque le dio la gana y el pueblo no tuvo ni voz ni voto en eso, entonces, que cambió..???

    Así pasó con el dolar, la compra y venta de inmuebles, compra de carros, permisos para esto y para aquello, para salir del país y para vender chancletas de meter el dedo pero sigue prohibido vender aquello otro..

    El gobierno hace lo que hace porque el pueblo, nosotros, se lo permitimos, por la razón que sea y mientras nosotros hagamos lo mismo ellos no van a hacer nada diferente, a fin de cuentas, por que habrían de hacerlo..??? por buena gente que son..??? porque un día se levantaron y decidieron ser buenos..?? porque un día decidieron que ya no les gusta el poder absoluto y la buena vida a costa de un pueblo esclavo que no protesta ni exige..??

    Ahora con Canel están peor, pues ese no puede ni mandar en su escolta ni puede destituir al ministro del interior ni puede aparecerse en la oficina de fulano y decirle a sus escoltas, llevenselo pues ni los que están al lado de el responden a el.

  • muy buen artículo, la inoperancia aprendida del pueblo cubano es uno de los males antidemocráticos que el gobierno ha sabido imponer contando con la connivencia de muchos cubanos, quienes fueron victimas de una gran estafa, la del socialismo cubano, la de creer en un hombre mesiánico, pues lamentablemente nuestra historia ha estado marcada por los mesianismos personales y nunca por las instituciones, no podía pedirsele a los cubanos de los 50 y 60 o incluso de los 70 y 80 que no apoyasen mayoritariamente a Fidel pues nada sabian ni les dejaron saber de otras realidades, de otros modos de pensar, pero desde la caída del imperio soviético y ver las miserias horribles del comunismo europeo o el esclavismo admirado por muchos en china, seguir apoyando a la revolución es directamente arteriosclerosis, mucho descaro y oportunismo o imbecilidad redomada.

    gracias por la buena radiografía de un pueblo enfermo.

  • No solo eso, si no que tiodo ello es posible y apreciable dentro de los marcos de los profesionales, los que somos mas bloqueados, pues se suscita el hecho de que aquellos que hemos estudiado una carrera vemos como personas que no llegaron nunca a estudiar nada poseen lo que nosotros no podemos ni reuniendo varios meses de salario, y mucho menos pasear a los lugares o las frecuencias que otras personas no estudiadas logran hacerlo…¿como lo hacen? no se pero yo no puedo, tengo cerca de 5 titulos y visto mal, vivo peor y tengo que andar contando menudos para llegar a fin de mes y eso no es vida, sonbre topdo viendoi a los familiares de nuestros lideres politicos que se dan la vida que yo no puedo…¿Y nos atrevemos hablar de igualdad? ¿Con que Moral?

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