La dignidad prestada

Verónica Vega

Foto: Juan Suárez
Foto: Juan Suárez

HAVANA TIMES — Una amiga próxima a emprender su primer viaje, me comenta que ya tiene la maleta lista, casi todo prestado. Treinta y siete años de abnegado servicio en salud pública en Cuba ya se sabe no dan para costear un viaje al extranjero, pero ni siquiera le alcanzan para confeccionar su equipaje.

Cuántas veces para los cubanos el éxito de una cita depende de un vestido o zapatos que, como los de Cenicienta, hay que devolver antes de medianoche, y cuidado no tengan una rotura o una mancha impertérrita que arruine un gesto de confianza y una amistad de años.

Recuerdo aquella frase que resumía estas soluciones forzadas, capaz de convertir la vanidad en vergüenza: “Sorullo, ¡suelta lo que no es tuyo”! O: “Si grito sorullo te quedas en cueros”… esto significaba que al decir tal palabra cada prenda retornaría a su dueño.

En mi adolescencia, innumerables veces evadí una invitación a una fiesta o hasta al cine, solo por no tener que ponerme. No era extraño pues en la escuela oía comentarios malsanos sobre los profesores que repetían la ropa y tomaba conciencia del descrédito que implicaba delatar (involuntariamente) esas carencias.

Lo curioso es que eran los cándidos ochentas, y casi todos pasábamos los mismos apuros.  Hoy, a cincuenta y cinco cacareados años de la Revolución de los humildes y para los humildes, la pobreza es un defecto aún más imperdonable.

Los padres se sienten aplastados por las demandas de los hijos, que no quieren ser víctimas del viejo desprecio, inamovible con los cambios de ideología. Arrancados de cuajo los viejos valores “burgueses”, el respeto al pensamiento propio y hasta a la religión, el resultado arroja ejemplos escalofriantes como la afirmación que le oí personalmente a la directora del municipio de educación de Habana del Este: “la estética es más importante que la dignidad”.

Mirando a los más jóvenes con sus ropas sugestivas, zapatos a la moda y móviles táctiles, intento adivinar qué mecanismos sustentan su autoestima. Recursos desviados de una empresa, productos de una cadena de venta ilegal, remesas que callan el esfuerzo y desvelo de alguien, detrás del mar. Cualquier variante de prostitución, mentiras… Cuántas angustias subyacen en esa mueca de desdén y cuán endeble es su consistencia.

Entre intelectuales y artistas, al margen de prédicas de espiritualidad, también la humildad es un refugio muy efímero. Al paso del tiempo, el éxito debe ayudar a reemplazar las sandalias baratas y la ropa hecha a mano, por prendas “de afuera”, aunque sean igualmente exóticas. No tener móvil es inadmisible y además de dar una pésima impresión, lastra relaciones e inserciones en proyectos sustanciosos.

Conocí personas que hacían del mal vestir una forma de protesta: contra los prejuicios de clase, el consumismo, las modas, la mutilación de la individualidad. Revalidaban el derecho al juego con su imagen, a otra forma de libertad. Una actitud valiente que le granjeó honores y menosprecios.

El tiempo, algunos viajes y ganancias moderaron su actitud: no hay como el olor y la textura de la ropa nueva, no hay como las miradas de aprobación, la dulce convicción de irse adentrando en un estatus  superior.

Hacer abstinencia de lo que se carece por designio es relativamente fácil. Varios de los renunciantes más célebres: Gautama Buda, San Francisco de Asís, Mahatma Gandhi… vivieron las delicias de una ropa elegante antes de cubrir sus cuerpos con harapos o un sencillo atavío hecho en su propia rueca.

Si es cierto que la vanidad es el pecado preferido del diablo tiene el mundo en sus manos. Porque a casi todos nos preocupa la apariencia, por más que nos resistamos a la moda o a la opinión de los demás. Dónde termina la zozobra de lucir mal solo lo sabe y lo decide uno mismo.

Ahora, me cuestiono si la solución es esconder la miseria, obtener de un préstamo una buena impresión, un mínimo respeto; que sólo un vestido ajeno consiga una conquista.

¿Por qué tenemos que cargar con el doble yugo de la pobreza y de la hipocresía? ¿Por qué avergonzarnos de carencias que significan honestidad?

En la Cuba de hoy, el origen de la prosperidad no se cuestiona. Lo inaceptable no es el cómo nos tratan, los precios cada vez más absurdos o esa publicidad en el Día de las Madres, de los Padres, de los Enamorados, anunciando regalos inaccesibles para la gran mayoría. Que muchos adquieren a costa de sacrificar una necesidad propia sólo por no delatarse incapaces de estar a ese nivel de vida que, a empujones, se está volviendo oficial.

¿Cómo? Dejando más mendigos por el camino, más ancianos paralizados ante una velocidad que no pueden seguir, más niños y adolescentes que exigen a sus padres no los dejen ser  blanco de la humillación, más padres que no ven otra válvula de escape que su moral.

En cinco décadas de elasticidad probada, ésta demuestra ser capaz de seguir estirándose, ajustándose al nuevo concepto del “socialismo sustentable”, o mejor expresado: al sálvese quien pueda.

Lo más triste es que las pautas las dictan quienes nunca han pasado el aprieto de un guardarropa precario, pies ampollados por zapatos ajenos, la dignidad salvada por los pelos en un gesto de solidaridad y confianza.

Los que en cinco décadas no han sufrido ningún cambio, si acaso el de su propio discurso.

Veronica Vega

Verónica Vega: Creo que la verdad tiene poder y la palabra puede y debe ser extensión de la verdad. Creo que ese es también el papel del Arte, y de los medios de comunicación. Me considero una artista, pero ante nada, una buscadora y defensora de la Verdad como esencia, como lo que sustenta la existencia y la conciencia humana. Creo que Cuba puede y debe cambiar y que sitios como Havana Times contribuyen a ese necesario cambio.

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17 thoughts on “La dignidad prestada

  • Veronica, como tu me perdi de numerosas fiestas por no tener ropa adecuada, mas bien por no tener ropa. Hay un dicho popular que dice que el que se viste no come, y en mi casa preferiamos comer. A mi madre los estudios no le alcanzaron para lograr una plaza digna. Limpiar piso en una escuela en los años 70, era mas que vergonzoso, mas que los miseros $76.00 que le pagaban, pero con eso sobrevivimos unos cuantos años. En los años 80, casi todo el mundo se vestia de la tienda, el igualitarismo en el vestir era normal. Luego con la apertura de la comunidad cubana en el exterior, nos dimos cuenta, que existia otra manera de vestir y de vivir, que hasta ese minuto nos era vedada y comenzaron las desigualdades en la poblacion, surgio una casta uqe podia tener grabadoras, pitusas, popis, relojes buenos y otras pacotillas que llevaron a muchos querer ir a Angola con riesgo para su vida, para trare una doble cassetera. Muchos recordaran eso. Como se escribio en estas paginas, la tirania de la moda manda, y hoy nosotros, un poco mas viejos, no queremos que nuestros hijos pasen por lo que pasamos nosotros. No crees.

  • El asunto no es vestir ropa cara, sino cuidar la presencia con una ropa limpia, bien planchada y además con cierto cuidado personal. Un buen aseo, educación y una postura corporal adecuada valen más que vestir ropa de marca. Esto es así exactamente igual para hombres y mujeres de cualquier edad.

    Respecto al problema de los adolescentes en el colegio y las envidias, lo más práctico es hacer obligatorio el uso del uniforme, que no es algo clasista sino todo lo contrario, porque el uniforme hace a todos iguales.

    A las mujeres les diría que los hombres valoramos el aspecto general más que la ropa particular. Y a los hombres les diría que lo que más le gusta a las mujeres es un hombre que les haga reír y que vista con elegancia, pero no necesariamente ropa cara. Una chaqueta y corbata son mil veces mejores que una sudadera.

  • Veronica dice: ¿Por qué tenemos que cargar con el doble yugo de la pobreza y de la hipocresía? ¿Por qué avergonzarnos de carencias que significan honestidad?
    Discrepo con este pensamiento. Porque la pobreza no es un mérito. La pobreza por lo general no se escoge, se acata como un mal imposible de evita.
    Lo malo es cuando la pobreza se acepta un dia tras otro, año tras año, viviendo una vida miserable..La pobreza en Cuba no es sinónimo de honestidad sino de conformismo, como mismo la riqueza no hace mala a la gente porque sí.
    Lo horroroso es que en Vuba hemos criminalizado el éxito. Veronica incluso en esge artículo, afirma que el éxito es debido a malos manejos, prostitucion o cuando menos a otros fuera de Cuba. Deja asi fuera del juego la posibilidad de éxito dentro de la isla.
    Veronica aprendió bien el fatalismo geográfico, el no hay más na.

  • Muy triste esta realidad cubana, ” arrancando de cuajo los viejos valores burgueses”, habrase visto cosa igual? Que el tener 3 pares de zapatos y cuatro o cinco vestidos se le llame “valores burgueses”?. De pipi.

  • Ese es el hombre nuevo.Hoy en dia hay cubanos que llegan a Miami que padecen del mismo problema: viven en un efficiency pero tienen en el frente un Mercedes Benz, comen hamburguesas pero se empeñan por una cadena de oro 18k, quieren tener dinero, pero no aprovechan las oportunidades de superarse o al menos aprender ingles para competir en el mercado, luego van al pulguero de Opa Locka, compran ropa de marca “fake” y se van de regreso a Cuba a sentirse superiores por una semana aunque al final de esta tengan que regresar a matarse por hacer el pago minimo de la tarjeta de credito. Todos hemos pasado por dejar de ir a fiestas por no tener la ropa adecuada.Yo recuerdo mi madre remendandome los pantalones y cociendo la suela de los zapatos para que duraran un dia mas, pero siempre estaba limpio, planchado, pelado y con las uñas limpias y jamas me senti menos que los hijitos de algunos a quien conoci que hasta sirvientes tenian y ya a los 15 pasaban sus vacaciones en españa.NI la riqueza ni la pobreza tienen nada que ver con la dignidad y la verguenza. Sencillamente la sociedad cubana es la reina de la hipocrecia en todos los sentidos.

  • Yoyo:

    Totalmente de acuerdo: suele decir mi madre: “La miseria se soporta hasta que logras salir de ella, pero no se plaude.”

    Esa sublimacion de la pobreza como sinónimo de honestidad es un estereotipo de los peores, puesto que incita al conformismo, a la mediocridad, a la filosofía del mendrugo. La mejor prueba de ello en Cuba, es que los mismos hipócritas que predican austeridad y sacrificios al pueblo, son los que viven con menos austeridad; y, por supuesto su actitud no ha estádo, ni remotamente a la altura de el menor de los sacrficios que les han impuesto al cubano de a pie..

  • A mis ojos ser rico o pobre no es un merito en si,lo que considero meritorio es haber podido salir de la pobreza honestamente y con las riquezas, ayudar a otros a salir de ella

  • Buenos Días Veronica:

    Estoy de acuerdo con todos los comentarios escritos hasta ahora. Aunque la pobreza se puede llevar con dignidad, no se puede aceptar como alternativa por mucha dignidad que tenga.. En Cuba ha habido un falso igualitarismo durante todas estas décadas, pero el cubano no puede ser mas individualista, altanero y presumido. Por mucha igualdad que se cacaree, hasta los que dicen ser mas igualitarios, en el fondo, son verdaderos Señoritos Andaluces. La solución no es ser Franciscano. Ayer, hoy y mañana habrán diferencias, símbolos de estatus y estratificacion social. Es mas, por contradictorio que parezca, la solución es; Democracia y “desigualdad”. Lo único que esta ultima tiene que estar justificada de acuerdo a la contribución social del individuo y tener lógica. Aunque no lo creas, muchas de las escenas que pintas, me recordaron a la Cuba de ayer. Aun cambiando el sistema por uno socialista, el cubano sigue siendo el mismo en muchas aspectos, ( o peor ).

  • A mi me encanta la pacotilla, la moda, los perfumes, los zapatos, las carteras, el maquillaje y el blower. PERO mientras eso no signifique sacrificar otras cosas, prioridades la alimentación, la salud, la educación, la casa.

    No hay que avergonzarse de ser pobre, pero sí de no haber hecho nada para dejar de serlo.

  • Por otra parte, fuera de Cuba no he visto a nadie que se acompleje por ser pobre.
    Mucha gente se auto reconoce como pobre, sin que eso le signifique menos dignidad. Te dicen claramente, vivo en un barrio pobre, soy pobre, mi familia es pobre, nosotros los pobres tenemos que estudiar, etc. Así como he conocido gente profesional que al hablar de su niñez me dice “éramos tan pobres que…”, así, sin pena.

  • Yo también en algún momento de mi adolescencia, pedí ropa prestada, pero mi familia siempre fue humilde y nos enseñaron a no pedir. Pero teníamos otras cosas más importantes en grandes cantidades: muchos libros y discos de música.

  • Jaja…espero que algún día publiques una foto tuya a punto de salir de fiesta…

  • “Señoritos andaluces”…ja…me gusta el término… Tony, quizás de esa figura derivan los vocablos “petimetre, currutaco y lechuguino”…Ah, cuánto me gustaría pasarme una temporada en España, siquiera para profundizar en el habla (además del Rioja, los cocidos y el manchego) …te envidio sanamente.

  • Yo nunca pude pedir ropa prestada, ni zapatos porque siempre fui XL

  • Al ser humano siempre le ha gustado aparentar lo que no es.

  • Si algún día pasas. Aquí tienes tu casa. Oye, Últimamente usas cada de palabras….. Afloja, que todos tenemos nuestras limitaciones.

  • Muy agradecido, Tony. Lo mismo te digo si algún día te aventuras por el Lejano Oriente (aunque estoy por levantar vuelo en cualquier momento; no resisto más la contaminación). Lo que me sucede con las palabras es que cuando tienes que trabajar con ellas cada día (y de ello depende mi sustento diario), te van embrujando con sus orígenes y derivaciones. Creo que particularmente la jerga andaluza tiene una notable influencia sobre los modismos y pronunciaciones cubanos. Pero todo está por abordar…

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