Cuando hay que partir

Verónica Vega

Foto: Cardad
Foto: Cardad

HAVANA TIMES — Yo creía conocer la muerte, -opuesto y complemento de la vida- pero me siento obligada a admitir que tenía una especie de construcción mental de la muerte, una teoría.

La muerte verdadera (sujeta a la intensidad del afecto de quien se va), es tan diferente a esa interpretación racional que en su ejecución, se lleva una parte enorme de uno mismo. No solamente por el piélago de memorias que arrastra en su desgarro al partir, sino porque nos recuerda nuestra propia temporalidad, y la de quienes constituyen con uno un turno en la marea del tiempo –una familia, una generación, un espejismo.

Nuestra cultura deifica el estatismo falso de la vida, la consecución de objetos materiales, títulos, éxito, placeres, y cuando la realidad se abre paso con la muerte, la sacudida es terrible.

Otras civilizaciones se entrenan en la aceptación de la partida desde la infancia misma, ven esta estancia como un tramo más en el largo viaje de peregrinación, de cuerpo en cuerpo. La separación no es tan traumática, y el adiós no está lleno del sentimiento de fatalidad, de la impotencia ante lo irreversible.

Creo que no hay nada más parecido a la muerte, –en vida–, que el exilio. La sensación de partición, desmembramiento, lo ajeno que de pronto nos parece el mundo con su prosecución de liturgias y esplendores efímeros.

Mi madre, que murió de un paro respiratorio entre miradas y atenciones extrañas porque no dejan pasar familiares a la sala de cuidados intensivos, casi hasta ese último día tenía la esperanza de emigrar, recuperar con la otra parte de la familia el tiempo arrebatado aquí de caricias, mimos… confort.

Sé que su alma habría permanecido dividida entre el que estaba y el que faltaba, porque así vivió aquí, en eterna desazón por la imposibilidad de ver el cuadro familiar completo. En eterna resistencia al movimiento que trae y se lleva, (o arranca). El mismo que ahora incorpora su ausencia revelándonos de un tajazo la verdad que intenté tanto hacerle comprender, cuando yo misma la desconocía.

Lo peor, además de los minutos en esa sala inaccesible que me obligaron a tocar su cuerpo ya vacío, fue ver cómo tratan a un ser –individuo- cuando el carnet de identidad está a punto de ser reemplazado por una tarjeta de defunción. Es más brutal que la muerte misma para el hijo, el familiar, el amigo.

La desnudez de golpe invalidando todo pudor, le atan las manos sobre el vientre con un pedazo de suero y con otro, le fijan un papel doblado en el tobillo. La violencia de la escena me dejó muda, sin fuerzas para resistir, gritar, reclamar.

Esa porción de existencia donde estaba contendida casi toda la mía, para la administración del ¿hospital, medicina legal?, había perdido el derecho a la dignidad, a una última ternura.

Más que errada me parece infame la política de tratar un cadáver como a un objeto sin identidad, aunque hayan cesado los signos vitales y de autonomía.

También en la funeraria, donde la habitación ultrailuminada en que una vez más se expone el cuerpo a miradas ajenas, le arrebata la mínima privacidad, el derecho a que el rito postrero de vestir, ataviar  la imagen,  (la cáscara), sea exclusivo de quienes dan un valor infinito a cada marca, declive, estigma de agonía. Derecho exclusivo de quienes cargarán el dolor total de su partida.

A pesar de todo lo que me enseñaron, en la escuela, en la casa, en los medios, SÉ, que la muerte no existe, pero incluso en el simulacro de pérdida, -y porque implica una separación objetiva-, nadie debería estar autorizado a sabotear la sacralidad de esa última despedida.

Hago otra construcción mental de ese momento como único alivio, e imagino: ella, sus hijas, en un espacio donde nadie irrumpe por ahora. Suena una canción de Joe Dassin que le gustaba tanto, y debajo, en un susurro, oigo unas palabras que desde hace tiempo me repito:

             la verdadera existencia, la verdadera naturaleza de las cosas, solo se nos revela en su destrucción)…nos destruimos sin cesar pues al final de toda destrucción está la inmensa abertura del cielo(*).

(*)  Reina María Rodríguez, “Te daré de comer como a los pájaros

Veronica Vega

Verónica Vega: Creo que la verdad tiene poder y la palabra puede y debe ser extensión de la verdad. Creo que ese es también el papel del Arte, y de los medios de comunicación. Me considero una artista, pero ante nada, una buscadora y defensora de la Verdad como esencia, como lo que sustenta la existencia y la conciencia humana. Creo que Cuba puede y debe cambiar y que sitios como Havana Times contribuyen a ese necesario cambio.

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7 thoughts on “Cuando hay que partir

  • Veronica,
    sé muy bien por lo que estas pasando y te acompaño en tus sentimientos.
    La perdida de un ser querido es una herida profunda en el alma. La herida sana con el tiempo, pero queda una cicatriz que de vez en cuando duele (sobre todo en dias de lluvia). Es bueno que escribas, pues te ayudará mucho a rebasar el dolor.

  • Veronica, siempre me han gustado tus artículos por la espiritualidad que siempre reflejan. Lo que mas me impresiono fue cuando describes el trato que le dan los hospitales al paciente cuando este muere. No puede ser mas frio y escaso de dignidad en muchos lugares del mundo. Los musulmanes cuando muere un familiar, son los familiares quienes se encargan del cuerpo. Lo lavan y lo envuelven en una sabana blanca y en menos de 24 horas lo entierran según la tradición. De todas las culturas que he conocido, curiosamente son las personas que menos miedo le tiene a la muerte.

    No creo que todas las grandes religiones crean en un regreso a la vida por simple “consuelo”. Oyen un eco lejano de algo real y material aunque ninguna lo capte completamente. He leído libros científicos y de cosmologia que están mas que abierto a la posibilidad de que aquello que fue destruido en el desarrollo y expansión del universo vuelva a cobrar su forma y vida en el ciclo de retracción. La resurrección es en carne, no en espíritu. No se cuantas posibilidades ofrecen la física moderna sobre otras dimensiones. Su lenguaje cada día no puede ser mas esotérico; materia negativa, mas allá de lo absoluto, partículas que traspasan paredes, (efecto de túnel), en fin….. Como tu bien dices, ni siquiera sabemos bien que es la muerte. Mientra mas avanza la ciencia y los conocimientos, mas perplejos nos quedamos sobre que cosa es nuestra realidad. La Existencia sigue siendo un gran Misterio. Saludos.

  • si llegamos a una playa desierta y nos encontramos un castillo de arena ; enseguida suponemos que alguien paso antes por ahi , y es que nada se ordena por si solo, ah! , la ciencia , que dice la ciencia?. que el universo esta transitando de una densidad infinta , a una densidad infinitesismal. Para eso no necesita crearnos, y entonces que hacemos aqui?.Hay algo que nuestra conciencia no alcanza ver ni ayudado por la ciencia , ni por las religiones. Quizas un poco de Mozart nos ayude , mas un poco de fe, Realmente necesitamos toda ayuda posible

  • Vero:

    Te comprendo muy bien, pues atravesé por una experiencia similar con la muerte de mi padre.

    Espero que te haya llegado la nota que envié a tu correo.

    Saludos

  • Verónica, somos frágiles en todo momento, pero siempre estamos dispuestos a olvidar; nos resistimos a pensar en la muerte, y de improviso nos arranca a seres amados. Es un acto brutal, pero más terrible es todo lo que cuentas, el mecanismo atroz de los hospitales, y la falta de sensibilidad y de humanismo que tienen estas personas que su trabajo es estar en contacto con los cuerpos sin vida. Hace un tiempo vi una película rusa donde un esposo se encarga de preparar a su difunta compañera para su último viaje; él lava su cuerpo, lo viste, y luego se lo lleva a su tierra natal y allí lo quema hasta reducirlo a cenizas, que luego entrega al mar. Buscas una manera maravillosa de recordar y honrar a tu madre, esa será tu fortaleza.

  • Hola Veronica, antes que nada decirte que siento muchísimo tu perdida, espero q recobres un poco de confort para tu alma y un poco de resignación, de esa que uno se trata de meter en la cabeza de que es la vida y que hay que ser fuerte.
    Llevo tiempo leyendo artículos aquí en Havanatimes y rara vez intervengo, me deleito con sus palabras pero casi nunca digo nada, paso mas bien en silencio, pero hoy estoy indignada, y quería dejarte mis palabras aquí

    Es una lastima que en nuestro país se hayan perdido tantos valores, no voy a culpar a la revolución, ni los bajos salarios, ni al comunismo, se han perdido y no sé de quién es la culpa, pero no hay nada.

    Leer la parte donde le amarraban las manos con un pedazo de suero, y dejar al desnudo la dignidad y la integridad de la persona eso me indigno demasiado. Soy enfermera, en Suiza, y estoy rodeada de personas que hacen su trabajo con amor y dignidad, a pesar de los problemas, que los hay aquí también, a pesar del cansancio y de otras miles de cosas que arrastran al ser humano por todas partes del mundo porque todos al final somos iguales.

    se respeta al ser humano cuando muere, porque ese cuerpo sin vida, un día fue un pedacito de humano lleno de vida y de sueños, fue un novio o una novia, una madre o un padre, fié un hermano, fue toda una vida llena de vivencias, y no un simple cuerpo sin vida, aquí y en otras partes del mundo, supongo que el paciente tiene primero que nada el respeto por lo que es , un ser humano, y sino pues detrás hay leyes que lo respaldan

    y me indigna que en nuestro país ya casi todos se pasen eso por tantos lugares menos por la consciencia, se trabaja sin amor, sin respeto y todo debido al desespero y la mala paga, todo es una cadena que se sigue en toda consecuencia.

    Me dà pena reconocerlo pero ya niego mi país, antes pensaba irme a vivir días tranquilos, cuando acercase la vejez, pero sinceramente ahora me dà miedo, miedo porque no puedo vivir en un país donde no haya respeto hacia el paciente, respeto hacia la familia, respeto hacia el ser humano, y todo eso hay que dejarse de decir que es por culpa de la revolución y del comunismo , culpa de quién? pues de nosotros mismos!

    No pudiera vivir de nuevo en mi país y es porque la populacion se ha convertido en algo muy desagradable a mis ojos, y felizmente no todos, pero cuando hablo con mi madre y me cuenta todo lo que vive pues eso…me dan ganas de vomitar, que si la enfermera y el doctor te atienden como si estuvieses molestando, no hay modales, nadie dice buena días, se murió el amor, se murió el respeto….

    Cuba es el espejismo que vivo en suenos , si antes lo era porque eramos un pueblo lleno de historias, ahora no quiero serlo porque pertenezco a una raza que cada vez se vacía mas

    No quiero herir sensibilidades, lejos de eso, solo que historias como esta me indignan, historias como la que escuho cada día cuando hablo con mi madre, cosas reales que no salen en la prensa, vivencias que se tragan día a día, maltratos a atropellos de parte de sus semejantes y para eso no hay motivos

    Saludos y de nuevo siento muchísimo esta historia

  • Agradezco a toda la gente que escribió para solidarizarse por la muerte de mi madre. Son gente muy buena. Gracias a todos nuevamente.

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