¿Cambiamos las mujeres?

Verónica Vega

HAVANA TIMES – El post de mi colega y amiga Irina Pino Algunos hombres no cambian, me ha sumido en los recuerdos y en las dudas. 

En el juego de la seducción, en ambos sexos, se activan tantos resortes: curiosidad natural, búsqueda de afecto, de autoafirmación, vanidad, manipulación incluso… cumplir con ritos preestablecidos y hasta con estadísticas.

Siendo todavía una muchacha, un joven me dio botella de noche. No me piropeó, pero durante todo el trayecto habló de temas relacionados con el sexo. Ingenuamente y para mostrar apertura mental, consideré que era un tema más y no lo rechacé.

Recuerdo que comentó que algunas mujeres usaban el short o pantalón muy ceñido, para que al andar, el tiro le rozara la vulva. Fue justo en ese momento cuando me sentí incómoda y le respondí que eso más bien debía ser molesto y poco práctico.

Como ya llegaba a mi edificio, le pedí que detuviera el carro y me bajé. Apenas había subido las escaleras, cuando sentí unos pasos precipitados. Me volví, asustada, y vi al chofer acercarse y abriéndose la portañuela. Di un grito, pero justo antes de tocarme, ya había sacado el pene y eyaculado afuera. Con la misma se subió el zíper, bajó las escaleras, y desapareció en su carro. Cuando llegué a mi apartamento, me temblaban las manos.

Hoy deduzco que el hecho de subir al carro de un extraño, de noche, aunque fuera pleno Período Especial y crisis del transporte, debía colocarme un cartel de chica fácil. ¡Y para colmo, dejar que su imaginación se recreara! Son cosas que se aprenden con encontronazos. Yo era tan rebelde que hasta la prudencia me parecía un tabú. Ejercí la libertad de usar minifalda y sin sujetador. Sufrí acosos verbales, roces en la guagua, manoseos.

Pertenezco a la generación que alcanzó la mayoría de edad en los 80, cuando se desacralizaba oficialmente el himen y los adolescentes se iniciaban de la mano de sexólogos de la RDA y libros como En defensa del amor o El hombre y la mujer en la intimidad. Hablábamos con desembarazo de zonas erógenas, del beso francés, del clítoris…

Para ser fiel a mi tiempo, me precipité en dejar de ser virgen con alguien que no amaba. Luego traté de editar la memoria, borrar el acto biológico, con dolor y sin poesía, no porque crea en la iniciación física o en la exclusividad de los “estrenos”. Pienso que el cuerpo se regenera y las impresiones sensoriales se renuevan tanto como las emotivas.

Pero no se debe ignorar la naturaleza. Martí decía: “Todo hombre se juzga natural poseedor del derecho de pernada. Va por las calles como león hambriento…” Exhortaba a las mujeres a resistir a esa bestia, a no ser solo una naranja que se chupa y se arroja.

Según el Tao, la mujer “por la quietud vence al macho”. El hombre es el impulso y la mujer, recipiente de la energía misteriosa que reproduce la especie. La quietud tiene la fuerza de contener (dominar) ese impulso, no solo el de la reproducción y el peso de la maternidad, sino el de la depredación por placer.

Hoy día los jóvenes aprenden la sexualidad desde la niñez, con reguetones procaces en los que la mujer no es inocente o rebelde, sino arpía, bruja (hermosa, claro y según un canon cada vez más inhumano), pero sin poder.

Creo que el poder radica en enfocar las cosas objetivamente. No se trata de usar burka y redimir al león. Deberían existir leyes contra el acoso sexual, que puede incluir un piropo o un gesto lascivo.

Pero los cambios reales tardarán décadas, quizás siglos. Y no vendrán mientras la propia mujer sea la modelo de videoclips en los que el hombre-bestia es el triunfador que reina sobre 2 o 3 bellas bestias contoneantes, bellas estandarizadas, sin identidad, que exhiben su carne casi como el pernil colgado de un gancho.

Hace poco una mujer de unos cincuenta, muy atractiva, comentaba con decepción que en las discotecas y otros espacios de baile, los hombres ya no quieren invitar a una mujer ni a un refresco, sino tienen garantía de luego llevársela a la cama.

Parece una villanía, pero, si se ponen los precios de entradas a esos lugares, y el de las bebidas, etc., los locales de citas, el costo de un taxi… contra los salarios, ¿quién gana? La realidad cubana es compleja y tiene varios niveles de hipocresía.

Por los terribles, 90, (“especiales” solo en desesperanza), conocí de un joven que se prostituyó con un viejo turista, y con el dinero ganado invitó a salir a la muchacha de sus sueños.

También un amigo me confesó cómo había tenido que cargar sacos de viandas en un agro para ir a una discoteca. Luego de gastarlo todo en una chica, volvió a casa solo (y con la bestia intacta). En la siguiente ocasión, al invitar a bailar a una muchacha, le espetó sin tapujos lo que quería, y que si no estaba de acuerdo, “invertiría” en otra. Ella le respondió que estaba “para lo mismo”. Y no hubo decepción por ningún lado.

Se dice que cuando la pobreza entra por la puerta, el amor se va por la ventana. El romanticismo se sostiene con un mínimo de logística. O con inocencia platónica, y recíproca.

 

Veronica Vega

Verónica Vega: Creo que la verdad tiene poder y la palabra puede y debe ser extensión de la verdad. Creo que ese es también el papel del Arte, y de los medios de comunicación. Me considero una artista, pero ante nada, una buscadora y defensora de la Verdad como esencia, como lo que sustenta la existencia y la conciencia humana. Creo que Cuba puede y debe cambiar y que sitios como Havana Times contribuyen a ese necesario cambio.

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10 thoughts on “¿Cambiamos las mujeres?

  • tengo en contra de ambos post la estigmatización generalizada de hombres y mujeres, no me parece bien generalizar a partir de experiencias propias dadas en contextos muy específicos.

    Yo soy hombre, mido 1.85, peso casi 100 kilos y aun así hace como dos años un “tirador” se masturbó a mi costa mientras yo iba bajando de madrugada la loma de la calle G por detrás del Castillo del Principe, lo hizo desde una bicicleta, obviamente tenia práctica pues las dos veces que intenté atrataparlo sin soltarse el pene abria rápidamente distancia entre nosotros y eso que yo practico deporte a diario. Fue de verdad desagradable y supongo que para una mujer algo así es peor pues yo no temí se me acercara en ningún momento mientras que a una mujer sí pueden hacerlo.

    Pero no por eso juzgo a los hombres en general o a los bicicleteros en particular.

    Legislar sobre el acoso sexual no me parece mal mientras no se llegue a la histeria por la que es fomosa la sociedad norteamericana.

    Eso sí, veo algo común tanto en este post como en el de Irina, dieron señales erradas, para mi es errado el simple hecho de dar señales, no de señales, creo q una mujer está en su derecho de decir claramente q no, sin matices, las señales son interpretables, decir que NO no deja dudas y si el hombre continua entonces sí que se está pasando.

    Por supuesto Verónica que tienes el derecho a vestir como te de la gana y a hablar como entiendas y de lo q entiendas y nadie tiene derecho a asumir eso como una señal y a violar tu espacio, pero has de ser consciente de q aunque no tengan derecho a hacerlo muchass personas lo asumiran como tal.

    Es un tema bastante complejo y ojalá se tratara más sobre el desde otras perspectivas.

  • Ay querida, entre los hombres esta igual o peor la situación

  • Solo quiero decir 2 cosas:
    1) Decir piropos no es acosar sexualmente.
    2) Ningún hombre que se respete va a gastar dinero con una mujer si esta no está dispuesta a darle lo que él quiere. El intercambio ha de ser recíproco entre ambos.

  • Estimada Verónica y hago extenso mi respetuoso saludo a Irina. Desde que leí el artículo de la amiga de referencia, a quien admiro por su preciosa forma de escribir, llevo días “mordiéndome la lengua” por no intervenir, pero no puedo más. El pasado diciembre, estuve en Cuba y asistí a muhcos de esos sitios de Rock que tanto admiro. Y les cuento que sentí mucha decepción y hasta verguenza por las cosas que vi, especialmente en la “Casa de la Amistad”. Allí, es muy cierto que hay muy buen ambiente y conozco a mujeres (y hombres) quienes se dan su lugar, saben comportarse y respetarse los unos y otros, pero -adorables mías- vi a algunas otras damitas, quienes se comportaban como “jineteras del Hard Rock -sin café-“, pues el “cabalgamiento” eran con cubanos, quienes tenían sus “pesistos” a ojos vista, pero no dudo que tras ese “capitalito” había mucho sacrificio. Esas personajes de marras se comportaban como sanguijuelas entre punteos y cebeceos psicodélicos, desluciéndose, prácticamente, como meretrices de cuarta categoría por una cervecita o algo de ron -que las vi yo-. Algunas de ellas me conocen y cuando me vieron arribar (cubaniche residente en el exterior) me fueron arriba como moscas; pero, como yo no tengo que hacerle “el papel de hombre” -véase estúpido- a nadie, con la mayor de mis cortesías, me las quité de arriba. Sé que allá la vida es muy, muy dura, pero ?y la dignidad? Les digo, no son todas, pero tampoco son pocas. Ese problema aquí en la Europa escandinava, donde vivo; hace años que se eliminó -pues me imagino que lo hubo alguna vez- y… ?saben cómo? Yo pago lo mío y tú pagas lo tuyo; y así no hay compromisos propensos a equivocación por parte de ninguno de los dos. Por otra parte ?cómo pretenden ustedes que alguien -en ese país anormal en que se ha convertido nuestra isla; donde los valores se han torcido- se gaste una “fortunita” en otra persona y… “chao pescao”. !Por favor!, eso se llama ser hipócrita u oportunista. Si vamos a compartir como “amigos”, yo pago dos, pero; por lo menos; tú debes pagar una; de lo contrario, como mujer; te comportas como una mantenida y no te respetas. Pues quien exige “derechos” no puede olvidarse de sus “deberes”. Con esto no quiero ofender a nadie. No es, ni por asomo, nada personal. Solo deseo que reflexionen profundamente y no vean solo la cara fea de un lado de la moneda o jueguen al victimismo en nombre de llamado sexo débil. Aquí hay un mal de fondo por parte de todos. Con afecto.

  • A menos que ya no sepa distinguir entre izquierda o derecha, bien o mal… me parece que traté de escribir este post precisamente sin erigirme en nombre de víctima del sexo débil. Traté de mostrar que no es tan simple y que todos somos responsables de lo que sucede.

  • !Perdón! Verónica. Tu escrito esá bien. Fíjate que he dicho que no es nada personal. No se trata de tu texto, sino de un hecho que toma escala mundial. Ahora resulta que un grupo de mujeres se unen para defender la injusticia de un abusador que con poder quen las ninguneaba, pero ahora todo se sale de contexto y se llega la exageración ramplona (y pandillera) en nombre del feminismo -otro extremo de género-, donde resulta que hasta por decir un piropo se puede ir a la cárcel. He escrito con mucho cuidado para evitar esa reacción. Yo, simplemente, hablé sobre un fenómeno que vi y existe.

  • Lapon: Así que todas las mujeres de la Casa de la Amistad son arpias? Me parece que en un solo dia no puedes dar una opinión. Eso es machismo y te estas defendiendo. Mira las estadisticas y dime cuantas mujeres violadoras, acosadoras hay. ¿Acaso suman mas que los hombres?

  • Iri, yo creo que hay que ver las cosas desde un ángulo más amplio. La naturaleza de la mujer es diferente, eso no le da derecho al hombre, por supuesto, a acosarnos. Pero hay maneras tácitas de despertar a la bestia y luego quedar muy inocentes porque todo ocurre en el plano de la sugestión. Las cosas deben quedar claras desde el principio. No es sano aceptar pagos o regalos de desconocidos porque eso implica una deuda aunque sea inconfesada. Con respecto a los amigos, a veces las mujeres abusan de la tradición, del supuesto rol masculino en el que los mismos hombres se sienten atrapados. Creo que “aquellos polvos trajeron estos lodos…” He visto de todo, exparejas que se tratan de forma ambigua y luego se quejan de malentendidos y complicaciones. La buena intención siempre encuentra un camino para manifestarse.

  • Irina. Por favor No te ciegues por la pasión. Vuelve a leer mi tetxo y fíjate bien que no es eso lo que yo he dicho. Sería yo muy fresco e injusto en hacer semejante afirmación. Dije que algunas se comportan así.

  • Si algo no tengo yo es algo parecido al machismo. ?sabes por qué? soy el único hijo de una una familia de 7 hijos. Mis seis hermanas y todas las mujeres que conozco (y he conocido) son para mí sagradas. Solo que no estoy de acuerdo con ese feminismo barato y exagerado que esgrimen algunas mujeres. Hay mucho hombre descarado, abusador, maltratador y se merecen lo peor, pero repito, más que ir de víctimas, algunas debieran darse a respetar un poco más. Por otra partem, coincido totalmente con lo que ha escrito arriba Verónica -el 12 marzo 2018 a las 15:47- , que es, en resumen, es a lo que yo me refería. Perdona, Irina si te hice sentir ofendida. Sigo tus escritos y jamás me he referido a tí con falta de respeto. Ni contra nadie aquí. Te ruego que no me mal interpretes. El tema es polémico, pero si se aborda es para estar abierto a todas las aristas de un fenónemo donde todos y todas tenemos responsabilidad. (y también culpa)

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