A propósito del pobre Diógenes

Verónica Vega

HAVANA TIMES — Una mujer que ha recogido de la calle a un perro y ocho gatos, me comentó que en un programa de TV hablaron de esa ‘enfermedad’ de tener tantos animales: “Se llama síndrome de Diógenes”, dijo con cierta turbación.

Ella, pulcra y obsesionada con la atención a su casa, cuyo olor impecable mantiene a fuerza de lejía, se sintió de pronto víctima de una vergonzosa patología psíquica.

Teniendo en cuenta que Diógenes vivía en un barril y la historia no cuenta nada de sus mascotas (que a saber en qué espacio las metería!), me pareció inexacta la apropiación, pero para verificar busqué en la Wikipedia donde encontré: “es un trastorno del comportamiento que normalmente afecta a personas de avanzada edad que viven solas. Se caracteriza por el total abandono personal y social y por el aislamiento voluntario en el propio hogar, acompañados en la mayoría de los casos por la acumulación en él de grandes cantidades de basura o de desperdicios domésticos”.

Creo que los griegos bien podrían protestar por esta asociación que muestra tan poco respeto al buscador de la verdad y al desapego material, pero en lo que respecta al comentario televisivo, el tal síndrome ni siquiera menciona la posesión de animales.

De todos modos, la anécdota me molestó y lamenté no haberle preguntado a esta mujer (que no es vieja, ni sucia, ni vive sola), qué programa había dado semejante información.

Me pregunté si se estaría intentando desacreditar a las personas que, como ella o yo, no pueden pasar de largo muchas veces cuando ven a un animal padeciendo en la calle.

La opción de la indiferencia, tan expandida, para nosotros es un conflicto entre el dolor y la imposibilidad. Y muchas veces el primero termina triunfando sobre el segundo.

Las dificultades de atender y alimentar a varios animales con una economía precaria, un sistema veterinario deficiente que para colmo a partir del 1ro de noviembre del 2013 subió en casi un 100 % las tarifas de sus servicios, sólo la saben quienes hemos asumido la carga que han desechado cómodamente otros.

Porque se llega a olvidar que todo animal de la calle tuvo un dueño o un ascendiente que tuvo un dueño, y su negligencia, junto a la negligencia gubernamental que no se enfoca en instituir  una ley de protección animal ni a estimular proyectos que ayuden a librarnos de este mal innecesario y evitable, es la raíz del problema.

Vale señalar que estos proyectos potencialmente existen, por iniciativa de personas que pondrían en su materialización toda su fuerza.

Es lamentable que entre las primeras premisas de los que buscan un cambio en Cuba, ni aún de la disidencia, esté un país sin animales abandonados, ensuciando las calles, portando gérmenes e infecciones pero sobre todo entristeciendo el ambiente con su desamparo, a veces con su agonía o el terrible espectáculo de su muerte. Un país sin personas que asuman individualmente un peso que no les pertenece por entero.

Sí, Cuba da hace tiempo señales de padecer el síndrome de Diógenes, el aislamiento, la suciedad, el abandono. Pero también indicios de un síndrome peor: la indolencia al sufrimiento ajeno.

Veronica Vega

Verónica Vega: Creo que la verdad tiene poder y la palabra puede y debe ser extensión de la verdad. Creo que ese es también el papel del Arte, y de los medios de comunicación. Me considero una artista, pero ante nada, una buscadora y defensora de la Verdad como esencia, como lo que sustenta la existencia y la conciencia humana. Creo que Cuba puede y debe cambiar y que sitios como Havana Times contribuyen a ese necesario cambio.

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One thought on “A propósito del pobre Diógenes

  • El Gobierno no puede promover una Ley de protección animal porque tendría que garantizarle a la gente que va a tener con que hacer frente a los gastos de los animales. Por lo mismo, no puede des incentivar el aborto, porque entonces la gente reclamaría como mantener a los hijos.

    Lo mejor, lo mas cómodo, es que zoonosis los recoja y los “mande a dormir” o que las mujeres se hagan una regulación menstrual.

    Tu amiga no tiene ningún problema. El tema de los animales es enfermizo cuando las personas se aíslan socialmente. En esos casos los animales no son el centro del problema sino un elemento más, junto al abandono de la higiene personal y doméstica, el aislamiento familiar y social, la acumulación de basura y objetos inservibles.

    En mi casa llegamos a tener 8 perros. Todos satos recogidos de la calle. Y nadie dijo que estuviéramos enfermos. Pero no era una carga pesada comprar un saco de comida por semana, había agua todo el día para bañarlos, productos anti garrapatas, sus vacunas al día, y todas las hembras fueron operadas módicamente en jornadas que organiza la sociedad protectora.

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