El pequeño ejército de la salud

Veronica Fernandez

Fumigador. Foto archivo: Caridad

Desde hace más de tres años, muy cerca de mi lugar de residencia, en la localidad de Cojimar, reparto ubicado al este de la bahía de la Habana, todos los días a las 8 de la mañana, invaden la tranquilidad del barrio un grupo de alrededor de 40 personas vestidas con ropa de color grisáceo que supuestamente son los encargados de revisar las casas con el objetivo de prevenir o detectar algún foco del mosquito Aedes Aegypty que tantas situaciones lamentables ha causado a la salud de la población cubana como trasmisor del dengue.

Este pequeño ejercito, integrado por jóvenes y adultos que reciben un salario al mismo nivel que cualquier profesional – a pesar de que no se exige nivel superior para entrar-, comienzan su faena con una formación en plena calle y después son distribuidos por toda la localidad.

Cuando llegan a las casas, lo primero que solicitan es un pequeño papel que debe tener cada persona y donde ellos notifican apuntando la fecha y su firma, que han visitado ese lugar. En ocasiones pasan dos meses y no se recibe ninguna visita por parte de ellos. En otro momento, el llamado a la puerta es exagerado porque nos visitan todos los días. Por este motivo, indague al respecto.

La pasada semana tomé un rato de mi tiempo y me dirigí a la persona que se encontraba al frente del grupo de uniformados y le trasmití mi preocupación. Este señor me comunicó que estas visitas diarias sucedían porque estaban siendo controlados por la Dirección Provincial de Salud de la capital y que no les quedaba más remedio que acudir diariamente por las casas.

Esta excelente respuesta me llevó a pensar que si no se realizaba este control, entonces esas personas no cumplían con su trabajo como debe ser y para lo que fueron creados. Asimismo, pude percatarme que cuando tampoco existe control, solo llegan a las casas, no verifican nada y en la mayoría de las veces, sin entrar, nos piden el papelito, anotan que fuimos visitados por ellos y se marchan.

Este, es el actual procedimiento de este ejercito de la salud formado en los últimos tiempos por la revolución y por el cual, el país ha invertido una grandiosa suma de dinero para su creación y desarrollo posterior. Así funciona este colectivo, sin importarle en absoluto si existen o no, larvas del mosquito, tanques de agua destapados, salideros y menos aun, orientando a la población las medidas que deben tomar para evitar su proliferación.

¿Se podrá confiar en ellos? ¿Pueden formar parte de la famosa medicina preventiva que tanto augura nuestro sistema de salud? ¿A quién le importa si trabajan bien o mal? ¿Quién se perjudica con esto sino es el pueblo? ¿Podemos avanzar de esta manera?

Continuamos diciendo que hacen falta cambios, pero mas que cambios son las propias exigencias. Lo primero es exigir que la gente cumpla con su trabajo y que se palpen los propios resultados y se verá entonces si todos los problemas de la sociedad cubana están basados solamente en la palabra CAMBIAR o en la palabra EXIGIR.

Veronica Fernadez

Veronica Fernandez: Naci en el pueblo de Regla, al otro lado de la bahia de la Habana. Muchos reglanos, huyendo de la contaminación de la refinería de petróleo, tradicionalmente han ido a vivir en Cojimar. Asi hizo mi familia cuando apenas cumplí cuatro años. Desde niña he sentido atracción por las artes y las letras. La poesía y el ensayo son mis predilectos. Tuve la dicha de estudiar Filología en la Universidad de la Habana con profesores de tallo mayor. Como Capricornio, me encanta la organización, la madurez de las personas, lo romántico de la vida y el desinterés, medula espinal de estos tiempos. Disfruto la comida criollo (arroz blanco, frijoles negros, pork y yuca con mojo) y la italiana, el chocolate y tomar un mojito en el casco histórico de mi ciudad.

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