¿Dónde Estamos?

Veronica Fernandez

El hospital Hermanos Ameijeiras en La Habana

Conozco a Margarita desde hace tiempo.  Ella fue mi vecina cuando vivía en Cojimar (reparto situado al este de la bahía de la Habana), pero hace tres años permutó para el Vedado (reparto situado en el centro de la capital cubana).

Hace 2 meses nos tropezamos en la calle y después de saludarnos, me percaté que estaba diferente.  La encontré pálida, más delgada y reflejaba en su rostro mucha tristeza a pesar de la alegría que había sentido por nuestro encuentro.

Margarita es de esas personas que no se amilanan ante ninguna situación, por muy adversa y difícil que sea; tiene una fuerza de voluntad extraordinaria que junto a su mente positiva, la hace erguirse ante los obstáculos.

Es de esas personas que siempre tratan de buscar la luz aunque parezca imposible.  Sin embargo, ya su imagen había cambiado, era evidente que no era la Margarita que yo conocí tres años atrás.

Sin preguntar nada para no ser indiscreta, ella misma me comenta lo que le estaba sucediendo.  Me dice que hace unos meses le habían detectado un cáncer de mama y tuvo que operarse con urgencia para evitar males mayores.  Me argumenta la buena atención médica que recibió en el hospital militar Dr.  Luis Díaz Soto (al este de la Habana) y la profesionalidad del equipo que la opero; pero la situación no termina aquí.

Después de haber sido dada de alta, le dijeron que tenía que darse un tratamiento de radioterapia y que no podía ser en el hospital porque el aparato estaba roto, por lo que tenía que buscar ella misma el lugar donde pudieran hacerlo.  Cuando le dijeron esto, se le vino el mundo encima y por supuesto, aquella mujer, de hecho, ya no podía ser la misma.

Me manifiesta Margarita que recorrió todos los hospitales de la capital e incluso, llamó por teléfono a las provincias mas cercanas para ver si podían darle este servicio y en todos le negaban la posibilidad del tratamiento por las mismas razones, en unos porque el aparato estaba roto y en otros porque no se ofertaba.

Por primera vez en la vida, la vi destrozada, sin esperanza y con aquella luz interior completamente apagada.  Trate de levantarle un poco el animo, pero es de esperar que a mi también me afecto grandemente su situación; somos humanos y tenemos un alto grado de sensibilidad.

Le prometí que yo también iba a ayudarla, que iba a indagar con algunas amistades para ver si se le resolvía y me dejo su teléfono y nueva dirección.

Esa noche no pude dormir y me desvele pensando a quien podía acudir y después de realizar cinco llamadas telefónicas, apareció como caída del cielo, una posibilidad en el hospital Hermanos Amejeiras (ubicado en el municipio Centro Habana).

Contacté a Margarita inmediatamente y casi no podía hablar con la noticia.  Nos trasladamos hacía el Amejeiras donde nos esperaba la persona de la barita mágica que había hecho posible aquel milagro.

En efecto, le estaban diciendo a los pacientes en este hospital que no se podían realizar la radioterapia porque el aparato estuvo roto durante 6 meses y recién lo habían arreglado, lo que provocó un inmenso atraso en las personas que ya tenían sus turnos desde antes y no podían absorber a mas nadie; pero al tratarse de una amistad, ellos iban a hacer un esfuerzo y le iban a resolver con la condición de tener que estar allí todos los días a las 6 de la mañana.

Por supuesto, a Margarita le vino el alma al cuerpo y después de estar plenamente agradecida, me dijo:- como si tengo que pasarme la noche en vela para llegar a tiempo, lo principal es que pude resolver-.

No cabe en mi cabeza que puedan estar pasando estas cosas, pues con la salud no se juega de ninguna forma.  ¿Somos potencia médica o no?  ¿Que ejemplo podemos dar al mundo con estos hechos?  En realidad, me horrorizo.

Hay para unos y para otros no.  Si Margarita no se hubiera encontrado conmigo, ¿como estaría ahora?  Cualquier persona hubiera cometido un disparate, hasta se hubiese quitado la vida, quien sabe.

No hay explicación, es totalmente inexplicable.  Es una gran falta de humanidad y de respeto a las personas y a la salud pública cubana.  ¿A quien quejarse?

Sabemos que con buenas amistades o con dinero se consiguen muchas cosas, pero nunca imaginé que tratándose de la salud humana se pudieran hacer negativas y darle la espalda a personas que como ella, hay miles en Cuba que no disponen de amistades y mucho menos, de dinero para lograr el pleno derecho que tiene todo ciudadano que ha dado lo mejor de si en estos años de revolución.

¿Dónde estamos y en que nos hemos convertido?

Veronica Fernadez

Veronica Fernandez: Naci en el pueblo de Regla, al otro lado de la bahia de la Habana. Muchos reglanos, huyendo de la contaminación de la refinería de petróleo, tradicionalmente han ido a vivir en Cojimar. Asi hizo mi familia cuando apenas cumplí cuatro años. Desde niña he sentido atracción por las artes y las letras. La poesía y el ensayo son mis predilectos. Tuve la dicha de estudiar Filología en la Universidad de la Habana con profesores de tallo mayor. Como Capricornio, me encanta la organización, la madurez de las personas, lo romántico de la vida y el desinterés, medula espinal de estos tiempos. Disfruto la comida criollo (arroz blanco, frijoles negros, pork y yuca con mojo) y la italiana, el chocolate y tomar un mojito en el casco histórico de mi ciudad.

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