Un período especial sin piezas de repuesto

Por Safie M. González

HAVANA TIMES – Mi infancia transcurrió en los años noventa, cuando Cuba comenzaba su “período especial”. Recuerdo apagones, escasez, los inventos de las personas para comer, lavar, vestir y calzar. Los precios elevados, pero aún así, el cubano confiaba en una mejoría, en volver a ser lo que un día fuimos.

Vivía en la provincia de Villa Clara, en un pueblo de campo, y mis padres trabajaban lejos del lugar donde vivíamos, incluso, lejos de policlínicos y hospitales, así que, cada vez que teníamos necesidad de salir, había que hacerlo en lo que fuera. Y eso significaba, casi siempre, camiones o rastras, porque el transporte público era tan escaso como ahora.

Hoy vivo en la Habana, la capital de todos los cubanos, y han pasado casi treinta años desde entonces, y cada vez que debo desplazarme para cualquier sitio, recuerdo aquellos tiempos y hasta creo que era mejor montarse en un camión o una rastra, donde, cada persona que también necesitaba del vehículo, era capaz de dar una mano y no maltrataba como si fuéramos animales en busca de supervivencia.

No hay petróleo, ni piezas de repuesto para las guaguas. Y las filas en las paradas de los ómnibus son kilométricas, y cuando éste llega, luego de una o dos horas de espera, entonces casi nadie respeta su turno. Por lo general alguien discute, maldice, empuja y pasa por encima de quien tenga que pasar, sin respetar a mujeres, embarazadas, personas mayores o impedidos físicos.

No vale de nada haberse vestido de limpio y usar perfume, llegaremos al destino final, oliendo a una mezcla de olores desagradable, con los zapatos sucios y la ropa estrujada. Porque, literalmente, vamos unos encima de los otros. Y el chofer o el conductor, solo saben decir: “avancen, que hay más espacio, la guagua está vacía”; ya es una frace hecha. Y los pasajeros se incomodan más.

Estamos locos por llegar, por avanzar, se hace tarde, el sudor corre por la frente, la espalda. Los diferentes olores, la poca ventilación, la música de la propia guagua, o de algún inconsciente que lleva una bocina a toda voz con la última canción de moda, que lejos de relajar altera. Todo ello, hacen de la mañana un caos total.

Toda esta historia se repetirá por la tarde, y en peores condiciones. Y no es posible coger un taxi colectivo, un “botero”, como decimos acá, porque entonces no alcanzaría el salarío de cualquiera para pagar este servicio. En fin, que, nuestro “período especial”, aquel que comenzó en los años noventa, viaja en ómnibus metropolitano y no tiene piezas de repuesto.

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Safie M. Gonzalez

Nací en la década del 80. Amo la naturaleza y a los animales, así como a mi país. Admiro el sacrificio de un pueblo. Me considero una persona sencilla y honesta, por lo mismo detesto las injusticias. Gusto de las artes en general, pero en especial de la literatura, la fotografía y el cine. Creo en el poder de la palabra y en la capacidad del ser humano para cambiar el mundo.

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