Se fue del hospital sin ser atendida…

Por Safie M. González

HAVANA TIMES – Si algo intentaron dejarnos claro hace muchos años en Cuba, es que los cubanos somos todos iguales, que en nuestro país no hay “diferencia de clases sociales”, y que tanto la salud como la educación, son un derecho del pueblo y, bajo ese principio hemos crecido muchas generaciones.

Claro, que la práctica se aleja bastante de la teoría. No puedo hablar de otros sistemas de salud en el mundo, puesto que nunca he visitado otro país, aunque por supuesto, sé que hay hospitales públicos y otros privados, pero, en cualquiera de los casos, como afirma el juramento Hipocrático, un médico tiene la obligación de atender y dar los primeros auxilios a una persona que llegue necesitada de los mismo, aunque luego determine remitirlo a otro centro.

Hago esta introducción para dar paso a una anécdota que vivió una amiga recientemente. Resulta que ella se encontraba enferma, hizo una intoxicación a causa de un medicamento que estaba tomando por otro malestar. Obviamente no sabía que era alérgica al mismo y su cuerpo comenzó a llenarse de una erupción.

Los médicos enseguida pensaron que se trataba de dengue, pero ella seguía empeorando. Decidieron hacerle análisis de urgencia en el policlínico más cercano a su domicilio; los valores arrojaron algunas alteraciones y, la doctora que se encontraba de guardia ese día, (muy servicial y preocupada, me asegura mi amiga) dictaminó enviarla al cuerpo de guardia del hospital más cercano, o sea, el hospital militar Dr. Carlos J. Finlay, del municipio de Marianao.

Al llegar, fue atendida por un residente en la especialidad de Medicina Interna, valoró el cuadro clínico y observó los resultados hechos anteriormente. Su primera pregunta a mi amiga fue, si era militar, y obviamente no lo es, pero, dada la urgencia, como ya expliqué antes, este era el hospital más cercano.

La primera impresión del joven galeno fue dejarla en observación, pero dijo que antes debía consultarlo con el especialista de guardia. Salió de la consulta y a los 10 minutos regresó diciendo sentirlo mucho, pero, que no podían atenderla allí, pues ella NO pertenecía a ese hospital, que debía dirigirse al conocido “Clínico de 26”.

Las palabras sobran, su padre, quien la acompañaba, se incomodó muchísimo y no se fue sin antes expresar su decepción este la nefasta atención.

Mi amiga hoy ya está mejor. Fue atendida por un amigo que trabaja en otro hospital, quien le puso el tratamiento adecuado, pero… ¿dónde está esa igualdad, esa “óptima” atención médica de la cual nos vanagloriamos y pregonamos al mundo?

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