Las colas en Cuba y las personas mayores

Por Safie M. González

HAVANA TIMES – Si de colas se trata, creo que Cuba se lleva el primer lugar, y no precisamente porque ahora se hayan hecho más extensas y prolongada la estancia en ellas producto de la pandemia. Pero, no es menos cierto que, tanto el cubano de ayer como el de hoy, con pandemia o sin ella, es un ser sociable, curioso y solidario. Y en cinco horas de cola uno escucha y observa muchas historias.

No muy lejos de mí, se encontraba una señora casi octogenaria. Ella, al igual que yo y unas doscientas personas más, estaban ahí desde las cuatro de la madrugada, para coger un tiket, y llegado el turno comprar en la tienda.

(Debo aclarar que esta anécdota fue poco antes de la nueva modalidad de repartir los tikets un día para comprar al día siguiente)

La señora se cuidaba de esconderse de los policías cada vez que éstos pasaban cerca, pues es sabido que los adultos mayores son el eslabón más débil de la cadena, por tanto, ella temía ser descubierta y devuelta a casa antes de poder comprar sus tan necesarios productos.

Y yo me preguntaba, ¿qué necesidad tiene esa señora de estar aquí? ¿Acaso no hay más nadie de su familia que pueda venir en su lugar? Y como si la señora escuchara mis pensamientos, y quizás, porque alguien más sintió mi misma preocupación y preguntó, la señora explicó que vive sola con su hija y su nieto, pero que su hija estaba hospitalizada, ya que días antes le dio una isquemia, y su nieto cuida de ella en el hospital. “Si no estuviera yo aquí, en esta cola, ¿quién compraría los alimentos para mi casa?”

A las 10 am, sin un asiento, o una piedra al menos donde sentarse, se echaba fresco con un abanico y de vez en cuando se bajaba el nasobuco (cubre bocas) para beber un poco de agua. “Y para colmo, no puedo comprar otro paquete de pollo, pues solo dan uno por persona”.

Es fácil decir quédate en casa, pero ¿cómo pedirle a esta pobre señora de más de setenta años que no se levante de madrugada, para caminar cerca de cuatro kilómetros hasta la tienda? ¿Quién le exige que no haga una cola tan extensa y expuesta al sol, para comprarle pollo a su hija que está ingresada?

¿Qué pudiera hacer el estado en casos como este?

Finalmente, la señora, con ayuda de algunos de nosotros, los de la cola, pudo sentarse en el césped, sobre una jaba de nylon (bolsa de plástico) y esperar, esperar a que fuera llamada por el número de su tiket.

Safie M. Gonzalez

Nací en la década del 80. Amo la naturaleza y a los animales, así como a mi país. Admiro el sacrificio de un pueblo. Me considero una persona sencilla y honesta, por lo mismo detesto las injusticias. Gusto de las artes en general, pero en especial de la literatura, la fotografía y el cine. Creo en el poder de la palabra y en la capacidad del ser humano para cambiar el mundo.

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