La Habana de ayer y de hoy

By Safie M. González

La Habana en los años ’50.

HAVANA TIMES – La Habana cumplirá 501 años en este noviembre. Recuerdo que el año pasado por esta fecha, y desde hacía rato, la capital se preparaba para celebrar su aniversario 500. Se le dio un poco de colorete y tal parecía que cumplía sus quince primaveras, pero en realidad, más que primaveras, La Habana parece un eterno otoño.

Mirar viejas fotos de la capital, de los años 50, en blanco y negro, y escuchar historias de aquellos tiempos, realmente me hace sentir una gran nostalgia de un tiempo que ni siquiera viví, pero que, sin duda alguna me habría gustado disfrutar. Es emocionante ver los lugares y edificaciones, las personas y los autos, esos que todavía deambulan por nuestras calles, sirviendo de taxi a cubanos y extranjeros.

Comparar nuestra Habana, la de ahora, con la no tan vieja Habana de los años 40, 50, me da tristeza. La arquitectura de una metrópolis nombrada maravilla se deteriora, se empobrece, porque su pueblo no la entiende, y a sus gobernantes no les importa. Duele caminar por las calles llenas de escombros y edificios cayéndose. Duele ver en las esquinas a las personas fumando y bebiendo, molestando a sus vecinos o transeúntes. A veces se escuchan gritos, y otras hay maratones de carreras a causa de algún robo.

Hoy en La Habana

Es triste ver como lanzan botellas, latas, papeles envoltorios y cualquier otro desperdicio para el malecón. Y duele, sobre todo, porque cada año que pasa se empobrece tanto ella como el alma de su gente. Y es que cada día, cada año, la ciudad maravilla se parece más a sus habitantes.

La Habana ha trascendido por siglos. Ha sido cuna de ilustres personalidades de la cultura y el deporte. Es inspiración para artistas, motivo de visita, tanto para los cubanos de otras provincias como para extranjeros que vienen con la ilusión de encontrar un sitio “portada de revista”, pero ¿acaso lo es?

¿Acaso respetamos sus calles, sus muros, sus balcones, su historia? Acaso ¿nos respetamos nosotros mismos como convivientes de esta urbe?  Una ciudad que vistió sus mejores galas en blanco y negro hace más de 60 años.

La Habana en los años ’50.

Lea otros diarios escrito por Safie M. González

Safie M. Gonzalez

Nací en la década del 80. Amo la naturaleza y a los animales, así como a mi país. Admiro el sacrificio de un pueblo. Me considero una persona sencilla y honesta, por lo mismo detesto las injusticias. Gusto de las artes en general, pero en especial de la literatura, la fotografía y el cine. Creo en el poder de la palabra y en la capacidad del ser humano para cambiar el mundo.

Safie M. Gonzalez has 44 posts and counting. See all posts by Safie M. Gonzalez

3 thoughts on “La Habana de ayer y de hoy

  • Lo más triste de La Habana es ver como muere delante de nuestros ojos, recuerdo la vieja Habana y sus costumbre, el litro de leche en la puerta de la casa, la tintorería Chantre, el agua la cotorra, los taxi que hacían recogida en las casa, bueno muchas cosas más que poco a poco fueron desapareciendo, como si fuera muriendo la ciudad

  • Cada cual piensa como vive y actúa según como piensa. El ciudadano se ha deteriorado porque su vida lo está también. Estudiar tanto para ver qué es imposible hacer una familia, darle un techo, tener un salario decente y vivir día a día, semana tras semana, mes tras mes, año tras año en la eterna carrera por buscar comida, transportarse, vestirse y soñando con que un futuro luminoso llegara con la posibilidad de una vivienda decente, donde no haya que hacer el amor en un cuartucho atiborrado de familia, donde sacrificándose un poco puedan planificar unas vacaciones, donde puedas trabajar decentemente. La gente se ha salvajisado porque esa es la vida que llevan. El cumplimiento de la ley?, que ley?, la de la selva?. Bien Gracias

  • viví una parte de mi niñez, con mi abuela en la calle Consulado, entre Genios y Refugio, no era de las mejores calles ni era de los mejores barrios, comparándolos con otros pero de aquella época, tenía otros familiares cerca, en Crespo, todavía esos primos mios viven allí, siempre trato de sacar un tiempo y visitar el barrio, los sentimientos, lógico, son encontrados, es una mezcla de todo, no me atrevo a tirar fotos, y he resistido la tentación de pedir permiso para entrar, aunque sea a los pasillos del edificio donde viví, siempre hago un recuento, en ambas esquinas habían bodegas y bares, tintorería, quincalla, bodeguita, la Academia Valmaña, en la esquina de Genios, rendía viaje la 58, y vacía nos sentábamos para ir al stadium, apenas unas cuadras y estaba abarrotada, me daba la impresion como que eran una detras de otras, no recuerdo ni hacer colas ni esperar mucho, el cine Verdún sin techo, pero con una lona corrediza si llovía, el Majestic, las matines los domingos y el Alkazar, nunca pude ir, costaba mucho la entrada, podía entrar dos veces a los otros con lo que costaba y eran buenas películas, el Pulman y sus asientos de vinil rojo, la plazoleta de los Parados, mi tia trabajaba en el cuchillo de San Miguel, un guarapo por las noches, guaraperas, cafeterias, puestos de fritas, de perros calientes, pierdo la cuenta, batidos de trigo, los helados en Virtudes, la ultima vez, estuve parado en el edificio que en el año 1957 tenía en la pared un botón para cada apartamento, solo asi podias visitar ya que te abrian despues que te identificabas, nosotros por maldad tocabamos el timbre y saliamos corriendo, allí está el edificio todavia en pie, y donde estaba la pizarra de los botones hay un hueco que no han tenido la delicadeza de rellenar, resanar y tapar.

Comentarios cerrados.