Regreso a la Patria: Repatriación a Venezuela y Cuba

Rosa Martínez

Repatriación de venezolanos desde Chile.

HAVANA TIMES – No me gusta opinar de lo que no conozco bien o no he sentido en carne propia, por eso prefiero mantenerme al margen de comentar sobre lo que sucede en la República Bolivariana de Venezuela.

De esa potencia productora de petróleo he escuchado muchísimas historias, de colaboradores cubanos de la Salud o la Educación -que vivieron allí durante dos o más años-, de cubanos devenidos venezolanos, y de venezolanos de pura cepa.

Tengo muchos amigos que apoyan a Maduro a toda costa y culpan a Estados Unidos por todo lo malo que sucede en ese gigante suramericano, desde provocar el declive paulatino del precio del petróleo, hasta las manifestaciones nada pacíficas en contra del Gobierno chavista.

También conozco contrarios al poder actual, que critican la inefectividad de ese mandato para resolver siquiera la mitad de las cuestiones que aquejan a esa nación amiga, empezando por el desabastecimiento que lleva ya varios años, hasta los más recientes problemas eléctricos.

En busca de la verdad de Venezuela, hace algunas semanas vi un reporte en la televisión cubana que abordaba el Plan Regreso a la Patria, que la mayoría de los lectores de HT deben saber que no es más que un programa implementado por el Gobierno bolivariano para dar acogida o ayudar a regresar al país a todos los ciudadanos a los que no les fue muy mal en los diferentes lugares a los que emigraron.

En las palabras del ministro venezolano de Relaciones Internacionales, dicho plan no tiene precedente en la historia de nuestro continente -estoy muy de acuerdo con él.

Claro que debe ser algo sin precedente, como es sin precedente que tantas personas salgan huyendo de país alguno.

De la misma manera que no puede existir orgullo alguno en que tantos jóvenes cubanos decidan emigrar a cualquier rincón del planeta, en lugar de intentar hacer avanzar su propio país, no puede existir regocijo en que tantos venezolanos se aventuren a cualquier nación de la región en busca del empleo digno y bien pagado que no tienen en la suya.

Tampoco es éxito alguno que un centenar de cubanos regresen a la Isla provenientes de México, después de haber vendido todos sus bienes para aventurarse a emigrar, de haber pasado la de Cain en un viaje que muchas veces incluye casi una decena de países hasta acercarse al añorado Norte, para verlo solo de lejos y tener que volver con las manos vacías, avergonzados…

¿Qué valor tiene eso para la Patria?

Quizás es justo reconocer que el desastre económico que tenemos en Cuba no depende únicamente de nosotros; quizás las excesivas carencias que se han arreciado en el último semestre pueden ser acachadas en gran parte a una Administración poderosa empeñada en asfixiarnos, y eso definitivamente es muy cierto. Solo hay que escuchar las últimas noticias de Trump para evidenciar cuanto interés tiene este en destruir no solo el Gobierno cubano, sino a su pueblo, porque sería muy ingenio creer que sus medidas solo afectarán al Gobierno.

Definitivamente no existe orgullo alguno en que se marchen los hijos de la Patria. Todo padre sabe que a los hijos se les engendra, se les ama, se les educa y se le da lo mejor, sabiendo que un día pueden irse de casa.

Una cosa es que algunos hijos encuentren mejores posibilidades de realización profesional en otro país, que otros se enamoren allende fronteras y decidan marcharse, pero otra bien diferente es que la mayoría de los jóvenes decida irse de su país amado por las pésimas condiciones en que vive, por las pocas posibilidades de mejoría, definitivamente un futuro incierto…

No existe orgullo en ver irse a los pinos nuevos, sea la causa que sea; tampoco lo es el regreso bochornoso de esos mismos hijos; esa no es victoria para nadie, mucho menos para gobierno alguno.

Rosa Martínez

Rosa Martínez: Soy una colaboradora más de Havana Times, profesora universitaria y madre de dos niñas bellas y malcriadas que son mi mayor felicidad. Mis grandes pasiones son leer y escribir y gracias a HT puedo cumplir con la segunda. Espero que mis escritos contribuyan a tener una Cuba más inclusiva más justa. Espero que algún día pueda mostrar mi rostro junto a cada uno de mis posts, sin temor a que me llamen traidora, porque no lo soy.

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