Reencuentro con una amiga
Rosa Martínez
HAVANA TIMES – Daniela y yo somos grandes amigas desde la infancia.
Ella llegó a mi grupo de quinto grado a mitad del curso escolar. Lo recuerdo como si fuera ayer: su cuerpo extremadamente delgado semejaba al de un niño de los que veía por la televisión pasando hambruna, pero su cabellera rubia y larga y su carita linda recordaban a la princesa de un cuento. Era muy simpática, y enseguida le agradó a los varones, pero las hembras sintieron muchos celos y lo reflejaron agrediéndola y ofendiéndola de todas las maneras posibles.
Fue salir en su defensa en una ocasión lo que marcó el inicio de una amistad que sobrevivió a los estudios de secundaria juntas, el pre en la vocacional, y la universidad separadas, pues yo estudié letras en Santiago de Cuba y ella Medicina aquí mismo en la ciudad de Guantánamo.
Hemos pasado de todo, enredos de otras amigas comunes, la muerte de su padre querido, la atracción por un mismo joven y la renuncia de ese amor, bromas imperdonables, la separación durante todo un año por un marido estúpido que finalmente salió al descubierto, y muchas cosas más…
Pero como el amor es de las fuerzas más poderosas que existen y el de amistad es uno de los más sinceros y enérgicos, seguimos siendo las dos mejores amigas de siempre, como las chiquillas que se escapaban, inventaban y mentían a sus padres para estar más tiempo juntas.
Ahora hacía casi dos años que no nos veíamos, abrazábamos, ni mirábamos, pues ella estaba de misión en Venezuela y pasó casi dos años sin poder venir de vacaciones, aunque la comunicación entre ambas fue casi diaria.
Ayer, después de tantos días, para nosotras siglos, volvimos a estar cerca, nos pusimos al día, lloramos, reímos, hablamos mal de nuestros esposos, nos quejamos de los hijos también los alabamos, y lo más importante, nos dimos ese apretón necesario tanto para una como para la otra, una abrazo de esos que te desnudan el alma y que te dan fuerzas para seguir, para enfrentar lo que venga…
Conservar una amistad durante tantos años es una eventualidad extraordinaria. Las personas mantienen los vínculos generalmente por interés o factores circunstanciales y muy pocas veces por necesidad intrínseca. Qué bueno, Rosa, que tu amiga y tú han soportado la prueba de la distancia, el tiempo y la terrible y desgastante monotonía de la supervivencia. Es cierto que afuera la velocidad y la competencia destruyen las relaciones pero en Cuba ya hace rato los amigos no son los de antes, cuando creíamos tener un futuro en este país.
Creo en la amistad aunque haya un océano de por medio, la conexión es por el círculo de energía y la atracción que une a la gente. Los amigos no se escogen, son espontáneos. No importa que pasen los años la amistad perdura si es verdadera. Gracias por el post. Y felicidades, salud y éxitos para ti y tu familia en este 2019.