No pidas permiso, mujer

Rosa Martínez

Mujeres cubanas. Foto: Caridad

HAVANA TIMES – Tengo una vecina que no puede salir ni para su trabajo sin antes comunicar a su esposo hacia dónde se dirige. Y cuando necesita realizar varias gestiones tiene que relatar con lujo de detalles los lugares que piensa visitar. Según ella, no es un problema de desconfianza ni nada por el estilo, sino que están acostumbrados a eso. Pero lo que me motiva es que, al parecer, la tradición es sola de su parte, porque él entra y sale mil veces de la casa y nadie sabe el rumbo que lleva.

Otra vecina, muy cercana a mí,  está enferma desde hace tiempo, con unos dolores musculares extraños para su edad, solo tiene 43 años, y entre atender a sus hijos, incluido un adolescente rebelde, luchar con un marido alcohólico -un bueno para nada-, y cuidar a sus ancianos padres, no tiene tiempo ni para prepararse un té, mucho menos para acudir al médico.

Esos son apenas dos ejemplos de las muchas señoras que tengo cerca, a quienes escucho quejarse una y otra vez por la vida que llevan.

Para nadie es un misterio que han sido las hembras cubanas las que más han sufrido las consecuencias del periodo especial primero y después, una economía que no logra despegar.

Fueron las madres las más sacrificadas durante aquellos tiempos difíciles en los que no había con qué lavar, zapatos que calzar, ropa para vestir, ni comida para alimentarse. Aunque todo el mundo trataba de luchar un plato de lo que fuera para no morir por inanición, muchas pasaron días y días enteros sin probar bocado, dejando lo poco que aparecía para los pequeños de casa, incluso para el marido que era quien salía a luchar. Unas cuantas enfermaron por la pésima nutrición o perdieron la piel lavando solo con cloro o con el primer invento que apareciera.

Las cosas han cambiado mucho. El periodo especial quedó atrás, pero la situación del cubano común sigue siendo difícil, mejor comparado con los 90 claro, pero el machismo actual es casi igual al de entonces.

Todavía es elevado el número de mujeres que son las únicas en ocuparse de la educación y crianza de los hijos, aun cuando conviven con los padres de estos. También en la mayoría de los casos son las encargadas de buscar la comida, aunque no solo ellas trabajan y aportan económicamente. Y del hogar ni hablar, se pueden contar los esposos que ayudan en las labores domésticas.

Desde que abre los ojos, la mujer lleva una carga excesiva en sus hombros, es quien prepara el desayuno de todos, el almuerzo, merienda o refuerzo que llevan los pequeños a la escuela, también lava, cocina, plancha, va al mercado, saca las cuentas durante el mes para que el dinero alcance y, para colmo de males, hay quienes además soportan reproches, miradas agresivas o golpes.

Y aunque muchas se han librado de ese tipo de ataduras, todavía algunas son consideradas el caballo de Troya que debe soportar de todo por el bien de la familia, especialmente de los hijos.

Cuando este mes se celebró el Día Internacional de la Mujer, en los medios de comunicación se hizo énfasis en los logros que hemos alcanzado las féminas en 60 años de Revolución.

Habría que ser ciego para no reconocer que en seis décadas se ha avanzado en la lucha por la igualdad de género. Hemos logrado una participación más activa en la vida social del país y conquistado una imagen que va más allá de la mera función reproductiva de antaño.

Contamos con servicios médicos gratuitos, así como atención de salud sexual y reproductiva, con seguimiento de excelencia para las embarazadas a través del Programa de Atención Materno-Infantil; tenemos derecho libre al aborto de manera segura y legal. También poseemos mayores oportunidades de acceder a ingresos y recursos propios, con el trabajo remunerado. En todas las plazas y cargos percibimos igual salario que los hombres por trabajo de similar valor.

Según informes publicados por la Federación de Mujeres Cubanas las féminas representan más del 45 por ciento del total de las personas ocupadas en el sector estatal civil y un 46 de los cargos de dirección. Más del 80 por ciento tiene nivel medio superior o superior, la tasa de desocupación femenina es de 2,6, la más baja en los últimos seis años.

Pero, no es suficiente. Quedan muchísimas cosas por conseguir en la lucha  por la igualdad. Y solo hay que mirar  en nuestras vidas diarias a la amiga, compañera de trabajo, hermana o vecina que no ha alcanzado todos sus derechos legítimos, que es maltratada o violentada solo por su género, o que debe renunciar  a su propia vida para  someterse exclusivamente a los intereses del esposo o de los demás familiares.

No se trata de que no exista comunicación con las personas con las cuales se convive o que no se respete la armonía familiar que tanto se ama, pero eso no significa que debemos rendir cuenta de cada uno de nuestros pasos o de nuestros sueños. No, no debes pedir permiso, MUJER.

Rosa Martínez

Rosa Martínez: Soy una colaboradora más de Havana Times, profesora universitaria y madre de dos niñas bellas y malcriadas que son mi mayor felicidad. Mis grandes pasiones son leer y escribir y gracias a HT puedo cumplir con la segunda. Espero que mis escritos contribuyan a tener una Cuba más inclusiva más justa. Espero que algún día pueda mostrar mi rostro junto a cada uno de mis posts, sin temor a que me llamen traidora, porque no lo soy.

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