La ley de oferta y demanda

Rosa Martinez

Foto: Ihosvanny

HAVANA TIMES, 8 feb. — “¿Dos pesos? ¿Cómo que dos pesos?” dije, molesta, casi grité, al primer cochero que me cobró el doble de lo que cuesta el trayecto, que hasta ese momento, era solo uno.

“Puede quejarse al gobierno, yo no tengo la culpa de que impere la Ley de Oferta y Demanda, ni de que hayan subido el valor del impuesto que pago, es más, puede ir hasta el Partido Provincial si quiere.  Eso sí, o paga o se baja.” dijo el cochero muy tranquilamente.

Una joven estudiante que vio lo enfurecida que yo estaba, me dijo bajito: “Hace ya varios días que todos los cocheros están cobrando dos pesos, y lo más bonito, los inspectores de transporte  lo saben y nadie hace nada.  Quien sufre es el pueblo, porque el precio del transporte alternativo está por las nubes, y el salario, intacto.”

Sentí deseos de bajarme, de no trabajar más, de gritar atrocidades a los cuatro vientos.  Pagué los dos pesos y seguí en mi viaje incómodo, lento y ahora, más caro.

Desde finales del año pasado el pueblo cubano ha recibido varias malas noticias, que aunque tienen el objetivo de mejorar el modelo económico actual, no dejan de traer insatisfacciones al cubano de a pie: el futuro desempleo de medio millón, o más, de trabajadores del sector estatal; la eliminación paulatina de la libreta de abastecimiento del chícharo, papas, los cigarros y a principios de año, de los productos de aseo personal.  Y ahora, más recientemente, la aplicación de la Ley de Oferta y Demanda al transporte privado que ha traído consigo un incremento considerable del precio del mismo.

En la ciudad de Guantánamo, los trabajadores estatales ya se quejaban, con anterioridad, por tener que pagar un peso para trasladarse en una camioneta o un coche, dentro de la ciudad; ahora que estos últimos están cobrando dos pesos y más,  lógicamente, la población está molestísima, pero sobre todo, tiene más dificultad para llegar a los centros laborales y de estudio porque los salarios no alcanzan para pagar esta tarifa durante los 24 días hábiles del mes.  Los más afectados son los que deben coger dos o tres coches o camionetas para llegar a su destino y esa misma cantidad para regresar a sus casas.

Lo que dicen los pasajeros

Conversé con algunos pasajeros para conocer sus opiniones sobre este fenómeno que ha disparado los pasajes en camiones, camionetas, coches y otros.

Un estudiante universitario que vive en Guantánamo y estudia en la vecina ciudad de Santiago de Cuba dice que ahora sí se le ha puesto la caña a tres trozos a los que estudian fuera de provincia.

“Yo estoy en tercer año de Arquitectura -dice-.  Estaba acostumbrado a venir todos los fines de semana para la casa, porque la beca es muy triste y aburrida esos días; ahora no tengo más remedio que quedarme en la escuela porque la mensualidad que me dan mis padres no alcanza para pagar el precio que imponen, ahora, los camiones Santiago-Guantánamo.  Antes cobraban 5 pesos, ahora  llega hasta 15, y lo peor es que no se puede protestar.  O lo pagas o no viajas, así de simple.”

“Somos los trabajadores los que más sufrimos cada vez que sube el precio de un producto o un servicio -opina una joven trabajadora de la Terminal de Ómnibus provincial- La tarifa del transporte alternativo subió demasiado.   El salario no alcanza para satisfacer las necesidades básicas, y ahora debemos sumar un exorbitante precio para ir a nuestros propios centros laborales.

“Hoy mismo tuve que pagar 4 pesos para venir desde San Justo, al Este de la ciudad, hasta la Terminal.  Eso se puede hacer un día determinado, pero el que cobra 350 pesos mensuales no puede gastar 8 pesos diarios en coche, no hay bolsillo que aguante eso.  Creo que el gobierno debe hacer algo urgente porque son sus propios trabajadores los que están sufriendo las consecuencias.  Nuestra provincia no está preparada para que se aplique esta Ley.”

Una militante del Partido dice que los transportistas privados siempre han violado los precios establecidos, esta era la justificación que necesitaban para subirlos sin buscarse problemas.  Según ella, la mayoría son unos aprovechados que solo les interesa buscarse más y más dinero, a costa del sudor ajeno.  “Quizás sea cierto que las patentes subieron demasiado, pero esto no justifica la subida del pasaje.” aclara ella.

“Por ejemplo -continúa- las camionetas que trabajan para los municipios y para Santiago de Cuba subieron el pasaje, pero los que trabajan dentro de la ciudad no.  ¿Cómo se explica eso? ¿Acaso todas no usan el mismo combustible? Además, si en realidad se cumple la Ley de oferta y Demanda, ¿por qué todos los choferes cobran lo mismo, en este sentido, no hay competencia? Claro que no se cumple esa ley, lo que se cumple es la Ley del más fuerte: yo cobro tanto y tú tienes que pagar, no existe una relación entre el servicio demandado y la oferta.”

Foto: Elio Delgado

Una profesora de secundaria plantea: “Lo peor de todo es que la gente no quiere pagar los dos pesos por viajar en coche y prefiere pasar una o dos horas en una parada; y los cocheros prefieren andar vacíos de un lado para otro, pero no bajan la tarifa, así que no se sabe cómo acabará esta situación, porque el pasajero necesita del cochero y del camionero para trasladarse, pero estos necesitan, a su vez, del pasajero para subsistir.

No hay alternativa

“Nadie quiere subir el precio del pasaje -dice el dueño de un camión-, pero qué otra cosa podemos hacer con los nuevos impuestos, incluyendo la contribución a la seguridad social, de forma obligatoria.  Lo peor es que si siguen subiendo los impuestos, como dicen por ahí,  nosotros seguiremos subiendo también, no nos queda otra alternativa.”

El ayudante de una camioneta plantea que la culpa la tiene el gobierno.  “Es una locura aprobar la Ley de oferta y demanda en Cuba.  Somos un país de trabajadores con salarios muy bajos, que apenas alcanzan para vivir, mucho menos para pagar los precios que impone un mercado libre.  Lo que el gobierno debería hacer es darle combustible a todos los vehículos privados y  establecer una tarifa fija.

“Para nosotros es mejor trabajar con el combustible garantizado, así no tenemos que  pagar los altos precios de los  servicentros ni rozar con la ilegalidad al comprarlo por fuera, aunque todo el mundo sabe de dónde sale el que se compra en el mercado negro.”

Otro ayudante asegura que la población es desagradecida.  “Gracias a los particulares pueden moverse dentro de la ciudad y hacia otros municipios de la provincia.  Si no fuera por nosotros esto sería casi imposible, quien cuente  con el transporte estatal está perdido.  La gente se queja de que el pasaje está muy caro, pero ¿quién tiene la culpa del aumento de las patentes, la seguridad social y todo lo que hay que pagar ahora?

La mayoría de los cocheros alega que además del impuesto que subió de 70 a 140 el Estado no garantiza ni comida ni el herraje para sus animales, todo deben comprarlo por fuera y les cuesta caro también, según ellos.

La realidad es que hay un descontento general en los de a pie por la repentina elevación del importe de la transportación privada, y según tengo entendido esto no ocurre en  Guantánamo solamente.  Por ejemplo en una provincia central, donde los coches son vitales, pues apenas existe una sola ruta de guagua local, también subió el pasaje de uno a cinco pesos, y en Bayamo tuvo lugar una huelga de cocheros por los altos impuestos establecidos por el gobierno de ese municipio de la provincia de Granma.

Confían ciegamente

Estamos en un momento crucial en la historia de nuestro país.  No son pocos los que creen que vivimos los últimos días del socialismo, y que abrir las puertas a la economía de libre mercado es la única alternativa para enfrentar el impacto de la crisis económica y financiera.

Los que confían ciegamente en la Revolución y sus líderes, que son muchos, creen que solo se puede salir del estancamiento actual cumpliendo al pie de la letra las políticas trazadas por el Partido.  Otros, como yo, creen que la solución está en el socialismo, pero en un modelo con mayor participación de los de abajo.

No se trata de culpar al Estado por no satisfacer las necesidades de transporte, o por establecer una Ley que afecta a los de más bajos ingresos; tampoco es relevante si a los transportistas privados solo les interesan sus ganancias.

Lo importante es quitarle peso a un pueblo que ya lleva demasiada carga, y que las nuevas medidas económicas, implementadas para paliar la crisis global,  logren que la vida de los hombres y mujeres de esta Isla sea  más fácil de llevar.  A fin de cuentas, de eso se trata ¿no?

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