Rosa Martínez

El presidente Miguel Diaz Canel (der) hablando sobre “la coyuntura” en el programa Mesa Redonda de la TV cubana.

HAVANA TIMES – Quiso una de esas eventualidades de la vida, que la llegada del momento de la coyuntura, como llaman todos jocosamente a la crisis actual que vive el país, me cogiera atrapada en casa, debido a un accidente doméstico que me ha mantenido prácticamente aislada del mundo durante varios meses.

Quiso la mala o la buena ventura que me perdiera -directamente- el mal momento que están sufriendo mis compatriotas, mi familia, mis hijas.

Digo que no lo he padecido directamente, porque no necesito moverme de un lado a otro de la ciudad, solo salgo de casa cuando tengo turnos médicos, y para eso obligadamente debo alquilar un carro particular.

Directamente no he sufrido el duro golpe de la cero transportación local y la escasa intermunicipal, pero igual que cualquier ser humano necesito alimentos, aseo y muchos otros productos necesarios para subsistir, y en eso, como todos los cubanos de esta bella Isla, he sufrido carencias.

Sin combustible ningún país puede andar, y eso la sabe muy bien el señor Trump, de ahí su empeño en mantener este bloqueo que no es nuevo ni nada parecido. Estados Unidos lo ha intentado en más de medio siglo, el fin es cambiar el régimen, pero el medio es dañando al pueblo cubano (al parecer el fin justifica los medios).

La realidad es cada vez que aprietan la soga, el cubano se la ve más negra; las medidas estadounidenses quieren asfixiar la economía, imagino que ellos desconocen que de la economía nacional también dependen 12 millones de personas, incluidos niños y ancianos.

En pleno siglo XXI es imposible garantizar suministro de viandas, hortalizas y carnes contando solo con yuntas de bueyes, tanto para arar la tierra como para transportar lo conseguido en cada una de las producciones.

Sin combustible se paran todas las industrias, desde la de materiales de la construcción, hasta las de productos de aseo, o de alimentos como pan, galletas, etc.

Se acumula la basura en las calles y barrios, se detienen importantes servicios médicos, se afecta la educación y, por supuesto, sin transporte público las personas pasan aún más dificultades para acudir a la escuela y a sus centros laborales, así como ir al médico, realizar trámites y gestiones de toda índole.

En fin, se para toda una nación.

Según noticias han entrado varios barcos con petróleo procedente de Venezuela. La situación no está resuelta del todo, se necesitan mucho más que 5 o 6 barcos para lograr estabilidad en la distribución del vital carburante.

Quizás esa estabilidad no se logre en lo que resta de 2019. Y la población lo sabe. La gente acude a las carriolas haladas por caballos; arman, como pueden, las viejas bicis guardadas durante mucho tiempo; o simplemente caminan largas distancias.

Un nuevo reto se impone. No es el primero que enfrentamos en esta Isla que parece estar maldecida a perecer en la miseria. Nadie sabe qué nos espera, el imperio sigue apretando y el Gobierno, sabemos, que no cederá jamás.

Cuánto tiempo más podremos aguantar, eso nadie lo sabe.

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