Entre historias y fotos…
Rosa Martínez
HAVANA TIMES — Hace algunas semanas Gissel, mi hija menor, trajo una compañera de aula a pasarse el sábado con nuestra familia.
Como era la primera vez que nos visitaba, decidimos prepararle un almuerzo regular, dentro de nuestras posibilidades.
Danielita, así se llama la amiguita, compartió con nosotros no solo unos frijoles negros deliciosos, un pollo en cazuela y una guayabas dulcísimas, también algunas historias de su familia, especialmente de su hermano menor, que por lo que dijo es un pequeño diablillo.
La niña nos causó muy buena impresión. Aunque es muy rápido para creer conocerla, demostró ser organizada, obediente y muy amorosa.
Gissel le enseñó cada parte de la casa, desde el rincón de sus tarecos donde guarda lo mismo muñecas que pomos y piedras preciosas -según ella-, hasta mi amado librero; le contó lo mal que lo pasamos cuando el ciclón Sandy que se llevó casi todo el techo de nuestra vivienda, y también le mencionó lo difícil que ha sido la recuperación; hizo énfasis en que después de Sandy casi no hemos podido pasear, pues los pocos arreglos realizados nos tiene palmiche (sin un centavo y endeudados), esa frase es mía, por cierto.
Igualmente le mostró a la visitante las fotos familiares, en especial las de sus cumpleaños -eso lo hace con todo el que llega a la casa.
“A mí nunca me han celebrado un cumpleaños”, dijo súbitamente Daniela, mientras observaba detalladamente las imágenes del aniversario número cinco de mi hija.
“Quizá sí lo hicieron cuando eras muy pequeñita, pero no lo recuerdas”, le dije mientras intentaba, sin éxito, quitarle el álbum a mi bebé.
“No, no, nunca me han celebrado ningún cumple, es verdad”, contestó.
“Bueno, una fiesta como tal no es tan importante, quizás tu padres no han podido hacerlo porque han estado muy enredados, la vida en Cuba es muy dura, el dinero no alcanza ni para comer”, le dije.
“Pero estoy segura que ese día te han llevado al parque, a la pizzería, ¿verdad?”.
Me miró con el ceño fruncido, y quedé momentáneamente sin armas.
Sin saber qué más decir le expliqué: “Mi amor, evidentemente el cumpleaños es un día especial, porque es la fecha en que llegaste al mundo, pero no precisamos de una fiesta, un paseo o algo extraordinario para celebrarlo. Lo único que se necesita es estar vivo, y si te acompaña tu familia o tus amiguitos mucho mejor, pero lo importante serás siempre tú”.
Daniela me miró extrañada y cambió la conversación.
¿Y el caballo de la foto, es de ustedes?, preguntó.