“Bajo el mismo sol”, la Cuba de su tiempo

Rosa Martinez

HAVANA TIMES, 6 oct. — “Bajo el mismo sol” no será la mejor telenovela de todas las que se han presentado en nuestra televisión, pero sí es de las que mejor ha reflejado la Cuba de su tiempo.

Aunque me pierdo algunos capítulos, disfruto mucho del guión, y  de las actuaciones de Mariela Bejerano y Tamara Castellanos.

Los  personajes son tan reales, que están ahí, más cerca de lo que imaginamos, en el barrio, en la casa de al lado, en la cuadra siguiente, en el trabajo y hasta en nuestro propio hogar.

Varios protagonistas me recuerdan personas que conozco bien.  Podría mencionar una decena de Odalis, con maridos tan violentos, o mucho más, que el de la telenovela;  Odalis que han recibido golpes, empujones, tirones, partiduras de huesos; algunas han muerto.

También conozco varios Ariel que prefieren dejar la escuela antes que sufrir el bochorno de ser el joven más cheo de la escuela y que se han perdido moralmente en el afán de estar a la moda, y de estar acorde a su tiempo.

De todos los personajes de “Bajo el Mismo Sol” es con Rudy con quien sufro más.  Ese niño negro, me ha sacado más lágrimas que cualquier historia verídica.

Su madre, de bajo nivel escolar, y de pésimas condiciones económicas me obliga a reflexionar en las veces que pude ser igual a ella, en las ocasiones que agobiada por el estrés y los tantos problemas económicos he llegado alterada a la casa y he arremetido contra mis niñas.  Esa madre me ha enseñado más que cualquier consulta de psicología.

El sufrimiento de Rudy no es solo de él, es mío propio.  Sufro por sus condiciones de vida, por la violencia de su madre, por el cuidado y cariño que le faltan, por su padre ausente; sufro más aún por saber que hay tantos iguales a él esperando encontrar a alguien que los quieran, que los entiendan, que los cuiden, que los saquen de la soledad.