Un dirigente donde no hay otro?
Regina Cano
Recientemente supe una historia que va tomando fama en Cuba. El posible ejemplo de lo que la Revolución quiere para su pueblo concentrado en una persona. Quien representa al Partido en el interior del país y que ocupa altos cargos de poder al tomar decisiones a nivel provincial.
Su nombre es Lázaro Expósito Canto y según cuentan ha pasado a dirigir el Partido Comunista de Cuba (PCC) desde Villa Clara a Bayamo y más recientemente a Santiago de Cuba.
El hombre se ha convertido en el héroe del momento, un San Jorge contra los dragones, porque llegado a cada lugar y con los resultados de su accionar ha logrado merecer el respeto y confianza de sus pobladores, por las mejoras tangibles en la vida cotidiana:
…mejoría en los servicios gastronómicos (calidad, oferta…), justeza en los precios, aumento en productos agrícolas y otros víveres en venta…,
El Partido; tan necesitado de dirigentes y ciudadanos con esta capacidad, disposición y entrega; también confía en él. Tanto que no lo deja “calentar el nido” y hacer una historia de continuidad en el tiempo con los logros.
Ciertamente encontrar un dirigente “sin máculas” en niveles intermedios, se ha convertido para la creencia popular en algo imposible, según demuestran los hechos. Aunque hay que mirar detalles y circunstancias particulares.
No lo conozco, ni sé quién será este señor en Cuba mañana. Pero señores!, es obvio que un solo hombre no arregla las fallas o lastre del funcionamiento de la estructura social, como si fuera el Salvador que por intervención divina va a resolverlo todo.
Igual al personaje “El Zorro” -cuento de Cortázar que televisaban por aquí- quien publicó un libro y tuvo muy buena acogida y la gente le pidió que escribiera otro, y él se dijo: por qué no? Y escribió el segundo libro, que tuvo tan buena aceptación como el anterior y volvieron a pedirle, por qué no escribes otro. Y he ahí que el Zorro se preguntaba -con desconfianza, claro- “Y no será que están esperando a que yo falle?.”
Y no creo sea el caso en que esperen que el hombre falle, es que todo humano tiene limitantes: como somos bueno, somos malos; como somos eficientes, podemos tener un porciento de ineficiencia. Y puede suceder que un día, un solo día basta para que imbuidos como estamos en nuestro avatar diario -nuestro propio abismo, nuestro sistema de creencias, las presiones externas, las malas interpretaciones e insatisfacciones- explotamos irremediablemente, lo mismo hacia el exterior que hacia el interior de nosotros mismos.
Muy antiguo es entre humanos, que quien carga con todas las responsabilidades es aquel que se destaca, mientras los demás dan un paso más atrás que hacia adelante.
Si existe un hombre capaz de lograr algo así, es porque hay miles en ese mismo lugar capaces de hacerlo. No hablo de un líder, que siempre son pocos, sino de los comunes, todos responsables de que exista y sobreviva lo que tiene valor real y que proporcionará una mejoría en nuestras vidas con justeza.