Beautiful People

Regina Cano

A medida que el tiempo de vida avanza, muchos humanos van descubriendo que necesitan hacer un atajo para lo que cae y falta físicamente.

Sobre todo, la satisfacción para consigo mismo por las exigencias propias del “buen gusto” en su apariencia, que también se exige de los otros y que contrarresta el envejecimiento y estrecha –aparentemente- la diferencia entre jóvenes y viejos  aumentando la búsqueda de soluciones a tanto desgajo natural.

Y así comenzó mi curiosidad por el tema, pues estando yo en Fisioterapia, fuera de mi barrio, una joven entró al lugar.  Rubia, bonita y segura de estarlo, y de pronto el tiempo se detuvo y quienes estaban atendiendo a dos pacientes más -entre esos yo-  callaron de repente, pues conversaban entre ellos (lo habitual).

La rubia fue pasada detrás de una mampara de hospital, aunque antes de entrar ya se zafaba el ajustador, y hasta que el fisioterapeuta detrás de la mampara le dijo: “Siéntate en la camilla.” no recuperó el ritmo el universo de los del lado de acá de la mampara.

Y fue el momento en que uno le dijo al otro al oído –por supuesto que los fisioterapeutas- “Esa es –bsssss- se da ultrasonido –bsssss- parecen pelotas-bsssss- a mí no se me para.”

Disculpen los bssss del secreteo de las palabras que no se pudieron escuchar, pues las escuchadas podrían ser suficientes, para cuando uno de ellos me refirió, que lo que pasaba era que la rubia se puso silicona en las tetas y que ahora parecía que tenía pelotas y que era tan desagradable como estar tratando con globos que pueden explotar en cualquier momento, según su opinión de macho, compartida por los que trabajan en el lugar.

Serán estas las normalmente opuestas reacciones de inicio en Cuba ante la cirugía estética con el  método “silicona.” que ya dejaron de ser ocultos, pero minoritarios, pues la inyección para senos y labios ha estado ocurriendo mayormente en el mundo gay?

Cuánto tendrán que pasar aquella muchacha y otros, antes de que se acepte que algunos -totales dueños de su cuerpo- los mutilen y maltraten a su antojo, pues en primer lugar se ponen a sí mismos el precio de su responsabilidad vivencial, su gozo y sufrimiento.

Ya tendrán bastante a padecer y aunque se les puede alertar, tampoco es para tratarlos como gentes con viruela.  Pienso que primero debe primar el respeto, aunque no estemos de acuerdo con algo que sospecho es insano.