Acción Ciudadana en La Habana: marcha por el NO al maltrato animal
Regina Cano
HAVANA TIMES – La marcha por el NO al maltrato animal, hasta la tumba de Jeanette Ryder, realizada este 7 de abril, puede ser catalogada como la de los “por primera vez” en la historia de estos encuentros.
Pues es la primera vez que: tantas personas y mascotas se unen a esta marcha, o que son portados tantos carteles haciendo fehaciente de lo que se trataba. También la primera vez que fue autorizada por las instituciones gubernamentales de uno de los municipios de la ciudad (Plaza de la Revolución, donde se enmarca el Vedado -con sus exigencias, ¡claro!- entre ellas que no fuera politizada).
A lo inédito se incluye que estuvieran presentes muchos medios de comunicación y personas portando cámaras profesionales.
Por todos esos “por primera vez” puede decirse, entonces, que la marcha fue exitosa, cuando se circunscribe a una de las pocas muestras de actuación cívica en la capital cubana, agenciada por organizaciones no gubernamentales y, por ende, decidida por los ciudadanos que la aprobaron con su presencia y no abandono de esta.
Aunque no se permitió que se realizara por calle 23 -arteria muy transitada del Vedado-, para la gran mayoría de los participantes se convirtió en satisfacción evidente en sus expresiones, en el corear frases creadas en el fervor de lo espontáneo y otras ya dichas por alguien para ser repetidas.
Así se vio, que, en vez de disminuir, esta expedición se engrosaba con la salida de algunos vecinos de la propia calle 25, quienes se asomaban a la puerta de sus casas –con mascotas o sin ellas- o algunos/as que se sumaban, como una señora que salió a pasear a sus perros y refería no haberse enterado antes.
Sorprendidos, algunos transeúntes alababan esa muestra de sensibilidad hacia los animales, o mantenían una mirada escéptica sobre lo que acontecía o tan solo -y ya especulo- por sentirse testigos de algo que tal vez no concebían como posible.
Acercarse al cementerio, ganar la entrada y llegar a la tumba de Jeanette Ryder (1866-1931), sostuvo las expectativas de que había que estar allí y mostrar lo que importan esos actos.
Después fue el discurrir en un espacio muy pequeño para tantas personas, el atropellarse alrededor de la tumba, tropezar en cada momento con una cámara o un celular y escuchar o compartir los sentimientos convertidos en palabras, momentos sensibles y algunas lágrimas.
Muchas fotos, algunos reencuentros y otros nuevos, para regresar otra vez a la ciudad, a nuestros asuntos, pero sintiendo una parte de la acción ciudadana cumplida.
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