Vivo en la potencia médica

Por Pedro Pablo Morejón

HAVANA TIMES – Mis años de adolescencia los pasé becado, como muchos de mi generación. Era común que en las escuelas al campo se desataran brotes de piojos, conjuntivitis y sarna. Yo asociaba esta última a mala higiene personal y como era un muchachito tan limpio pensaba que nunca me tocaría semejante incordio.

Un buen día amanecí con picazón y me rasqué. A los pocos días la erupción ocupaba toda la piel, con excepción del rostro y la parte delantera del torso. Era irresistible y no me quedó de otra que acudir a un dermatólogo. Ni por asomo imaginé de qué podía tratarse.

Con un simple vistazo el doctor emitió su diagnóstico: sarna.

¿Escabiosis? –pregunté sorprendido y a la vez avergonzado.

Sí, eso mismo, sarna –zanjó.

Me recetó benzoato de bencilo y zinc y calamina. Eran los años 90 y los medicamentos escaseaban pero por suerte pude conseguirlos y en dos semanas no quedaba ni restos de aquella erupción generalizada.

Pero desde hace unos días, estoy sintiendo ese prurito en la piel que me recuerda a aquellos años, con la agravante de que los medicamentos ahora se encuentran todavía más escasos. Desde hace pocos años se sabe que en Cuba hay una plaga de escabiosis azotando a la gente como un demonio silencioso en el que ya casi nadie repara por haberse normalizado.

Fui a donde una amiga que es dermatóloga, me revisó y me dijo que no, que lo que tenía era provocado por un hongo. No me dio receta porque necesito ketoconazol o tolnaftato, que no se encuentra en ninguna farmacia.

Desde entonces en esas estoy, buscando entre mis amistades sin resultados deseables y viendo cómo cada noche el insomnio se apodera de mis horas y mis uñas cortas acuden en auxilio de una piel que padece.

Más tarde, no sin algo de dificultad, logro conciliar el sueño y en la mañana se atenúa la molestia con las cosas del día a día hasta que llega la noche y veo renovarse la tortura.

Todo mientras me siento ridículo al suponer que en cualquier sitio de este planeta un simple mortal como yo tendría el acceso a una pomada.

Por suerte acabo de resolver un tubo de ketoconazol ya usado con una buena amiga que quedó en conseguirme más.

Por lo visto mi actitud paciente, estoica y asertiva de algo me ha servido. Pero me viene a la mente  la frase de que “Dios aprieta pero no ahoga” y no puedo evitar pensar que aprieta durísimo, sobre todo en esta potencia médica sin medicinas.

Lea más del diario de Pedro Pablo Morejón aquí.

Pedro Morejón

Soy un hombre que lucha por sus metas, que asume las consecuencias de sus actos, que no se detiene ante los obstáculos. Podría decir que la adversidad siempre ha sido una compañera inseparable, nunca he tenido nada fácil, pero en algún sentido ha beneficiado mi carácter. Valoro aquello que está en desuso, como la honestidad, la justicia, el honor. Durante mucho tiempo estuve atado a ideas y falsos paradigmas que me sofocaban, pero poco a poco logré liberarme y crecer por mí mismo. Hoy soy el que dicta mi moral, y defiendo mi libertad contra viento y marea. Y esa libertad también la construyo escribiendo, porque ser escritor me define.

Pedro Morejón has 210 posts and counting. See all posts by Pedro Morejón

2 thoughts on “Vivo en la potencia médica

  • Las enfermedades contagiosas que no se tratan a tiempo por falta de medicinas provoca que sigan trasmitiéndose. Son medicinas baratas que evitan muchos problemas pero el gobierno vive ajeno a esos problemas, el ejemplo más claro es la falta de condones y cuesta más tratar enfermedades de trasmisión sexual que los condones. Así vamos, de mal en peor, cuide su salud y su cerebro, es lo único que vale en Cuba.

  • Ay Pedro que situación la tuya, aquí la tuvimos todos y nos echamos de todo, hasta sábila. Y compre medicinas en Revolico carísimas. Me pasaba hirviendo ropa de cama y lo del diario. Espero sanes.

Comentarios cerrados.