Sábado sin sol

Foto: Eddy Valdés

Por Pedro Pablo Morejón

HAVANA TIMES – Voy en un camión de pasajes. No cabe un alfiler, pero el dueño, con la excusa de ayudar a los de abajo insiste en recoger más personas, aunque para eso tenga que apurruñar a los que están dentro.

Porque solo un tonto podría creer en su pretendida ayuda mediante llamados a la solidaridad que no son más que pretextos para monetizar.

Se trepa por la rueda trasera del vehículo, mira hacia adentro e imparte órdenes de moverse para aquí o para allá según su interés, acomodando a todos como si fuesen ganado. Dirige su mirada hacia mí y con tono de voz firme me pide que avance hacia un lugar. Lo ignoro, no me gusta obedecer las directrices de nadie. No nací para eso.

El precio del pasaje es caro, vas incómodo sufriendo el contacto físico con personas extrañas, sus malos olores, la postura corporal molesta, un reggaetón bullicioso de ritmo torturante y letra vulgar que el mismo propietario se encarga de dispensar a través de una bocina y encima tienes que acomodarte según su voluntad.

Pues no. Me quedo en el mismo sitio. Se baja, monta y reanuda la marcha que se interrumpe a cada rato para apearse unos y subirse otros. Así durante unos 30 minutos que me parecen eternos.

Al fin me bajo. Empezaba a sufrir náuseas y deberé esperar unos minutos para que la revoltura que traigo en el estómago empiece a ceder.

Desde la autopista a mi casa son como 500 metros en una carretera no muy transitada. El cielo adopta un color gris oscuro y cae una llovizna fina como preludio de la tempestad que se avecina.

Casi nadie transita. Delante, como a 100 metros una mujer camina, se detiene, sitúa un pequeño cake sobre el muro de una alcantarilla, se agacha, se baja la licra y orina mientras me ordena que gire la vista para que no la vea.

“No mires chico que así se me cortan las ganas de mear”-insiste.

No le hago caso y sigo mirando más por curiosidad que por morbo. Estoy a menos de 50 metros y puedo ver el chorro de orine.  Se remanga la licra, recoge su cake y expresa “Ah, que alivio, no podía aguantar las ganas” y sigue caminando como si nada. Un espectáculo surrealista para los sentidos que confirma que la realidad a veces iguala y supera a la ficción.

Llego a casa y no hay corriente, pero al abrir encuentro tras la puerta el recibo de la electricidad. Esta vez son $259.60. No entiendo por qué tanto si más de la mitad de las veces no me quedo en casa. 

Mi vecina me comenta que a ella le vino igual de caro, que en realidad es más caro que lo habitual. El cobrador le explicó que con esto de los apagones las líneas se recalientan y el consumo aumenta, algo así.

La conclusión es que La Empresa Eléctrica, que tiene el monopolio de la energía también nos está cobrando por los apagones, o sea, los apagones son como un plus de bonificación. Y si no quiero el servicio igual debo aceptarlo sin remedio.

Afuera la lluvia está arreciando y mi casa está en penumbras a pesar de ese refrán estúpido que reza que no hay sábado sin sol ni domingo sin amor.

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Pedro Morejón

Soy un hombre que lucha por sus metas, que asume las consecuencias de sus actos, que no se detiene ante los obstáculos. Podría decir que la adversidad siempre ha sido una compañera inseparable, nunca he tenido nada fácil, pero en algún sentido ha beneficiado mi carácter. Valoro aquello que está en desuso, como la honestidad, la justicia, el honor. Durante mucho tiempo estuve atado a ideas y falsos paradigmas que me sofocaban, pero poco a poco logré liberarme y crecer por mí mismo. Hoy soy el que dicta mi moral, y defiendo mi libertad contra viento y marea. Y esa libertad también la construyo escribiendo, porque ser escritor me define.

2 thoughts on “Sábado sin sol

  • Cuba no es un pais, es un cemeterio d seres vivos

  • Es un desgobierno criminal, no es capaz de bindar lo mínimo al pueblo pero tampoco les permite que se busquen la vida. Ya le pedirán a la gente que pase a estado de hibernación.

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