Los ciudadanos cubanos como daños colaterales
Por Pedro Pablo Morejón
HAVANA TIMES – Mientras sea asesor legal en una empresa estatal, deberé acudir a varios organismos a tramitar documentos. Puede ser un tribunal, Fiscalía, Registro Mercantil, de propiedad, Dirección municipal de la Vivienda, Planificación Física y un largo etc.
Precisamente, a la Dirección municipal de Planificación Física tuve que ir por estos días. Necesitaba obtener una certificación de medidas y linderos de unos inmuebles de la empresa que represento y que tengo en proceso de inscripción ante el Registro de la Propiedad.
Cuando llegué, me encontré lo mismo de siempre: una inmensa cola de personas bajo el sol mañanero de este verano, esperando su remoto turno para trámites personales, que pueden ir desde un simple dictamen a un permiso.
La gente estaba aglomerada en las afueras de la institución. Una cerca de perle los separaba del edificio hasta que pudieran acceder a un salón de espera que también se encontraba abarrotado de otros usuarios que esperaban para ser atendidos.
Una mujer expresó que llevaba meses en sus trámites, lo mismo que un señor bien entrado en años.
-Ahorita llegas ahí y te dicen ven tal día y ese día no vino y así y pon buena cara- dijo otra.
Cualquiera podría pensar que a causa de la pandemia de covid-19 los trámites se han ralentizado.
Es cierto que desde que se tomaron las medidas restrictivas de marzo de este año, hasta que la provincia de Pinar del Río pasó a la tercera fase postcovid (eufemismo triunfalista al creer que teníamos vencido al nuevo coronavirus) los servicios se habían visto restringidos de manera considerable; sin embargo, esta situación la vengo observando desde hace años.
Obstáculos, peloteos, demoras en trámites vitales que pueden ir desde la obtención de una licencia para construir una vivienda hasta una simple actualización de un título de propiedad. Todo ello a pesar de las flexibilizaciones que en materia legal se han impulsado en los últimos años con respecto a estos temas.
Pero sucede que no son suficientes. Porque todo el tinglado normativo que regula las relaciones sociales dentro de Cuba está diseñado para controlar la vida de cada cubano, incluso, de aquellos que viven en la diáspora.
Por todo esto, mientras exista el totalitarismo socialista, estos males que nos agobian gozarán de buena salud, y continuarán como consecuencia de la burocracia excesiva.
Males que serían algo así como eso que los estadounidenses denominan “daños colaterales”.
Lei hasta la “cerca de perle…”
Cuba sin Cubanos ese es el sueño añorado del gobierno que administra el país, siempre la culpa la carga el pueblo, como dijo Raúl, si quieren más trabajen.