La “potencia médica” desde el cristal de un cubano de a pie

Por Pedro Pablo Morejón

Un consultorio de la familia. Foto: cubaencuentro.com

HAVANA TIMES – En estos días en que el país está sufriendo un rebrote de la Covid-19 es justo decir que el Gobierno, a pesar de su demora inicial, ha implementado, en la medida de lo posible, las medidas necesarias para detener este flagelo. Si estamos en la actual situación se debe, en buena razón, a la naturaleza altamente contagiosa del virus.

Meditando en las posibles consecuencias de un contagio a gran escala, me he puesto a reflexionar sobre el Sistema de Salud cubano.

Es indudable que en nuestro país se han obtenido logros en materia de sanidad pública. Se podría mencionar a varios de ellos:

Asistencia médica gratuita con acceso universal.

Primer país en eliminar la transmisión del Virus de Inmunodeficiencia Adquirida VIH de madre a hijo.

Campañas masivas de vacunación logrando la inmunización de varias enfermedades.

Producción de importantes medicamentos como los casos del Heberprot para sanar el pie diabético o la vacuna antimeningocócica para la cura de la meningitis.

Poseer un capital de miles de profesionales de la Medicina con capacidad de vender sus servicios en distintos países.

La reducción de la mortalidad infantil a niveles comparables con naciones del llamado primer mundo.

Lo anterior, constituye, en mi opinión, los logros más importantes alcanzados por la Salud cubana en estas seis décadas. Sin embargo, presenta una serie de incordios que me hacen pensar que no puede ser cierto eso de que Cuba es una potencia médica mundial.

Cualquier persona razonable puede constatar el mal estado de muchos centros asistenciales.

La única vez que he pasado por un quirófano fue en el año 2007. Me ingresaron en el hospital Abel Santamaría, el más moderno de mi provincia. Debía someterme a una cirugía de mínimo acceso por cálculos renales.

En aquella ocasión escaseaba el agua, de ahí que las condiciones higiénicas no fuesen las óptimas. Además, de los cinco salones de cirugías solo funcionaban dos: el de urgencias y otro. Recuerdo que los especialistas debían cabildear duro con los jefes de los salones para operar sus casos.

Recientemente, una amistad que tuvo que ingresar en otra institución sanitaria me refirió sobre las malas condiciones del lugar.

Tengo una amiga enfermera que me ha confesado que muchas veces se estresa al tener que buscar por otra sala un simple termómetro para un paciente de la suya, con el agravante de que les orientan que no puede informársele al ingresado que no existe X medicina o equipo.

La escasez de medicamentos en Cuba es otro mal que se ha hecho crónico y, para empeorar dicha situación, se sabe de casos de corrupción entre funcionarios que posibilita un mercado negro de dichos productos, que a pesar de los esfuerzos de las autoridades sobrevive en medio de la necesidad.

Por si fuera poco, existen farmacias internacionales donde en moneda dura se les expende a los extranjeros esos fármacos que no existen en las farmacias regulares.

Así es el caso de las clínicas y hospitales para extranjeros, equipados con las mejores tecnologías y logística necesaria para atender a personas foráneas, que por poseer un puñado de dólares o euros disfrutan de tales prerrogativas.

Estas dos realidades significan un verdadero apartheid.

Hay que mencionar también que la élite revolucionaria (en la jerga cubana: pinchos, mayimbes) es atendida en las mejores clínicas y hospitales, como los mencionados anteriormente o el mismo Cimeq, que es una joyita de la Salud de la Isla y, como es bien sabido, no es para todos.

Continúo diciendo que cualquier cubano de a pie podría morir si llegara el caso de requerir asistencia médica inmediata. Las ambulancias escasean. Y es un hecho que muchos han fallecido en semejantes casos.

Por último, hoy en día también escasean los especialistas médicos. Muchos se encuentran en distintas latitudes prestando servicios, de los cuales solo reciben una pequeña parte, cual mano de obra barata para contribuir a llenar las arcas otros actores. Aunque la coyuntura internacional del momento ha dañado seriamente este negocio.

Juntándolo todo: es innegable que en materia de salud el pueblo cubano está por encima de la media de los países pobres, eufemísticamente llamados países en desarrollo, sobre todo, la cobertura universal y gratuita a la asistencia médica que, en mi opinión, es quizás el único logro social del estado marxista en seis décadas.

Pero más allá de la propaganda, no puede soslayarse que existen agujeros negros en el Sistema de Salud cubano, algunos de ellos constituyen una afrenta a la dignidad de los cubanos.

¿Entonces, es Cuba una potencia médica?

Definitivamente, No.

Pedro Morejón

Soy un hombre que lucha por sus metas, que asume las consecuencias de sus actos, que no se detiene ante los obstáculos. Podría decir que la adversidad siempre ha sido una compañera inseparable, nunca he tenido nada fácil, pero en algún sentido ha beneficiado mi carácter. Valoro aquello que está en desuso, como la honestidad, la justicia, el honor. Durante mucho tiempo estuve atado a ideas y falsos paradigmas que me sofocaban, pero poco a poco logré liberarme y crecer por mí mismo. Hoy soy el que dicta mi moral, y defiendo mi libertad contra viento y marea. Y esa libertad también la construyo escribiendo, porque ser escritor me define.

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