La generación de los culpables en tres ejemplos

Se forman más “Brigadas de respuesta rápida” a raíz de las protestas que se están sucediendo en distintos pueblos de Cuba

Por Pedro Pablo Morejón

HAVANA TIMES – Por estos días vi un video de tantos que circulan por las redes. Un anciano se queja de su mala situación. Según dice fue combatiente en Angola, presidente por años de un Comité de Defensa de la Revolución(CDR), delegado zonal del Poder Popular y menciona otros cargos y sucesos como para demostrar su extensa hoja de servicios a la “Revolución”, que según sus propias palabras no le han servido para más nada que unas medallas y algún diploma o reconocimiento por su destacada trayectoria. Se queja sí, pero no cuestiona al poder ni se define como opositor.

Hoy, rumbo a mi trabajo, veo a un señor con sus ropas gastadas y su rostro de miseria. No soy bueno para recordar nombres y rostros pero este no se me despinta. Hace un tiempo estaba en Cavada, una calle muy concurrida de Pinar del Río, rodeada de árboles que le proporcionan cierta belleza y sombra para los transeúntes, los estaban podando no sé por qué razón.

Este señor se quejaba. La verdad que parecía otra calle, esta vez menos colorida. Concordé silenciosamente con él. Estábamos en una parada de ese sitio, habían alrededor de 20 personas esperando una ruta.

Lo que no me gustó fue la expresión final, bastante infeliz, para referirse, no sé si a los decisores de tal hecho, o a los trabajadores que con motosierra en mano cercenaban los últimos árboles:

“Si Camacho se entera los manda a fusilar”.

Para quienes no lo conozcan se refería a Julio Camacho Aguilera, comandante de la Revolución, parte de esos “mayimbes” históricos que gobiernan a Cuba desde el año 1959 bajo la jefatura de Fidel y Raúl Castro.  Fue secretario del Partido en Pinar del Río y hace muchos años reside en el cabo de San Antonio, en el extremo occidental. Allí tiene su feudo y es quien dirige la Empresa de Desarrollo Integral Guanahacabibes. Cuando Camacho decide algo nadie lo contradice en esta provincia.

El señor de la frase es un anciano, debe rondar los 70 años. Desde aquel día me lo encuentro y me viene al recuerdo su actitud.

Otra persona, una anciana de mi pueblo, comentó hace días que la culpa de nuestras necesidades se debe al cruel bloqueo yanqui, que no nos deja tranquilos y por eso no podemos avanzar.

De nada serviría si intentara razonar con ella y decirle que buena parte de los alimentos y medicinas que se importan a Cuba proceden de los Estados Unidos de América, que no hay ambulancias para los enfermos, pero no faltan autos de patrulla para reprimir ciudadanos, que no hay para invertir en el sistema electro energético, pero sí para construir hoteles lujosos y que nada de eso es culpa del embargo.

No, ella se aferraría a su propia mentira, y yo tendría que reclamarle su falta de decoro y de lealtad a su padre que fue un hombre honrado a quien por los años 60 le confiscaron su pequeña bodega y que por eso nunca quiso saber nada de comunismo.

Estos tres casos son los vivos ejemplos de una generación en su doble papel de víctimas y victimarios. Quienes abrazaron el ideal revolucionario desde los primeros años. No comprenden nada de democracia, derechos humanos o libertad, solo de autoritarismo y obediencia ciega al caudillo.

Son esos que en el mejor de los casos participaron o defendieron mítines de repudio a disidentes o a quienes decidieron marcharse rumbo a tierras de libertad.

Quienes por razones políticas traicionaron a sus padres y se enemistaron con familiares por seguir las ideas de un déspota.

Digo en el mejor de los casos porque otros hicieron cosas peores como entregarse a la chivatearía, reprimir, torturar, asesinar, en fin, mucho daño a su prójimo para defender el tipo de Cuba que hoy tenemos y sufrimos.

Los mismos que ahora, en su fuero interno, sufren la disonancia de la propaganda en la que creyeron frente una realidad que no puede negarse.

Y sí, hijos de puta los hay de todas las edades, dígase boinas negras, ciberclarias, seudo periodistas, etc., pero en ellos radica el mayor grueso de responsabilidad por la tragedia nacional.

Saben la verdad, pero no quieren admitirla, lo menos traumático para ellos sería llenarse de valor, arrepentirse de sus males y morir en paz.

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Pedro Morejón

Soy un hombre que lucha por sus metas, que asume las consecuencias de sus actos, que no se detiene ante los obstáculos. Podría decir que la adversidad siempre ha sido una compañera inseparable, nunca he tenido nada fácil, pero en algún sentido ha beneficiado mi carácter. Valoro aquello que está en desuso, como la honestidad, la justicia, el honor. Durante mucho tiempo estuve atado a ideas y falsos paradigmas que me sofocaban, pero poco a poco logré liberarme y crecer por mí mismo. Hoy soy el que dicta mi moral, y defiendo mi libertad contra viento y marea. Y esa libertad también la construyo escribiendo, porque ser escritor me define.

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