El día más luctuoso

Por Pedro Pablo Morejón

HAVANA TIMES – Los días 26 de julio suelen ser los más oscuros de cada año, al menos para mí. En mi memoria todavía retumban aquellos discursos kilométricos que no respetaban las más elementales reglas de la oratoria ni del sistema excretor de los seres humanos. Estamos hablando de alocuciones de hasta ocho horas. 

Se escuchaban por los dos canales de entonces en cada televisor del barrio. Eran los años de mi infancia, cuando el déspota gozaba del delirio fanático de un pueblo idólatra y sumiso para quien sus palabras eran algo así como una especie de oráculo. Por suerte, mis abuelos no seguían semejante bodrio.

Día en que todos los años de esta larga pesadilla ofrecen algún discurso y se prepara toda una logística para conmemorarlo en cierta provincia elegida por sus “méritos”.

Estos actos son un espectáculo de propaganda y palabras vacías, donde se exponen, desde una tribuna totalitaria, falacias, inexactitudes históricas, amenazas, disgresiones, incoherencias, estupideces, mentiras, promesas, reivindicaciones de crímenes … y sobre todo se describe a un país que no existe o solo puede existir en la ficción o la utopía, que ni siquiera Tomás Campanella en su obra “La ciudad del sol” podría imaginar.

El recordatorio de un día ominoso en la historia de Cuba, donde un grupo de jóvenes idealistas y otros seguramente no tan idealistas decidieron tomar por asalto la segunda fortaleza militar del país, además del cuartel de Bayamo.

Contaban con el factor sorpresa que significaba la madrugada y tiempos de carnavales en Santiago de Cuba. Desafortunadamente no tuvieron otro resultado que decenas de muertos, entre ellos civiles.

El autor de semejante locura (que responsabilizó al mismísimo José Martí) pensaba que de tomarse el cuartel se produciría un levantamiento insurreccional en todo el Oriente. “Por casualidad”, no disparó un solo tiro ni estuvo en la zona del combate. El auto en que viajaba se perdió en la ciudad y después emprendió la huida hacia las montañas, siendo capturado en sus estribaciones.

La acción fue un fracaso y gracias a que un oficial batistiano y después el arzobispo Pérez Serantes le garantizaron la vida pudo dar su discurso en el juicio y ser condenado a 13 años en Isla de Pinos, de los que no cumplió ni dos junto al resto de sobrevivientes del grupo, gracias a una amnistía otorgada por el benevolente congreso de la entonces república.

No es ocioso señalar que esos años fueron como vivir en un hotel. Recibía visitas con bastante frecuencia, cocinaba sus propios alimentos traídos por la familia y tenía tiempo para esparcirse y recrearse. Al menos eso es lo que confesó en su panfleto ”La prisión fecunda”.

Es útil escribir que a Haydée Santamaría y a Melba Hernández, mujeres participantes en tal suceso, no se les tocó ni un pelo. Y que de aquella anécdota de que a Abel Santamaría le sacaron los ojos no existe una sola prueba.

Obvio que Batista y sus secuaces no eran trigo limpio y asesinaron a varios detenidos, pero ¿acaso los soldados del cuartel Moncada no eran seres humanos y algunos de ellos padres de familia? ¿Acaso no lo eran también los civiles muertos durante la toma del Hospital Saturnino Lora aledaño al Moncada?

Las verdades como son. Hay muchos detalles oscuros sobre este hecho que no caben en un diario. Pero ahí se encuentra la historia verdadera y hasta la contra historia. La oficial no es otra cosa que una mentira. Solo habría que investigar y usar el sentido común.

El recién pasado 26 de julio, como siempre, me recluí en casa, ignoré la televisión y de esta forma evité escuchar la voz de los verdugos. No quería vomitar del asco.

Lea más del diario de Pedro Pablo Morejón aquí.

Pedro Morejón

Soy un hombre que lucha por sus metas, que asume las consecuencias de sus actos, que no se detiene ante los obstáculos. Podría decir que la adversidad siempre ha sido una compañera inseparable, nunca he tenido nada fácil, pero en algún sentido ha beneficiado mi carácter. Valoro aquello que está en desuso, como la honestidad, la justicia, el honor. Durante mucho tiempo estuve atado a ideas y falsos paradigmas que me sofocaban, pero poco a poco logré liberarme y crecer por mí mismo. Hoy soy el que dicta mi moral, y defiendo mi libertad contra viento y marea. Y esa libertad también la construyo escribiendo, porque ser escritor me define.

3 thoughts on “El día más luctuoso

  • Morejón, por qué niegas lo que se supo siempre, de lo que no hay dudas porque dos de los esbirros que torturaron a Abel Santamaría al cabo de los años contaron cómo fue aquel salvajismo? Te recomiendo que no hagas más el ridículo y te informes antes de escribir.

  • Marusha, dónde apareció «la confesión» de los esbirros que torturaron a Abel Santamaría?. Tal vez Ud. debe leer el libro testimonio de Antonio de la Cova sobre el Moncada. Ahí se encontrará lo declarado por el funerario que recogió todos los cuerpos, el director de la funeraria Bartolomé de Santiago de Cuba, que declara que a ninguno de los asaltantes de faltaba los ojos, ni presentaban signos de tortura. También puede , si las encuentra, revisar los certificados de la necropsia practicados por el Dr. Prieto de Arjona, coincidente con lo declarado por el Sr. Bartolomé.
    Tal vez dea Ud. quien debe informarse mejor. Un saludo.

  • Señora Marusha, Abel Santamaría fue asesinado pero el tema de los ojos es uno de los mitos del Moncada. Los testimonios que usted alude son falsos porque el forense que le practicó la autopsia lo negó repetidamente al afirmar que tenúa sus ojos. Además, su foto necrológica nunca fue publicada, a pesar de que los agentes del Servicio de Inteligencia batistiano tomaron huellas dactilares y fotos a todos los cadáveres de los asaltantes. Por esas razones no existe ninguna prueba de tal cosa. Gracias por su halago.

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