Dignidad vs Miedo tóxico

Por Pedro Pablo Morejón

HAVANA TIMES – El cubano padece un miedo patológico. No es el miedo natural que protege al ser humano ante los peligros reales que la naturaleza impone. Este es un miedo tóxico, porque los hace someterse y dejarse conducir por el camino del rebaño para ser trasquilados como mansas ovejas.

Es una emoción que les roba la dignidad y les nubla la capacidad de razonar, impidiéndoles actuar como seres libres, responsables, maduros. Es el enemigo de la felicidad.

Muchos se atreven a criticar al poder, pero cuando lo hacen, es bajando la voz mientras la mirada es un péndulo detectando posibles espías porque “nunca se sabe quién es quién”. Alguna que otra vez parece que comienzan a derrotar el miedo por la ocurrencia de actos aislados que al final no pasan de ser el canto del cisne en un alma nacional moribunda.

Sin embargo, aunque contados, existen ejemplos de sujetos viriles que son desconocidos. Como un antiguo amigo de la secundaria, que era Testigo de Jehová. Un muchacho noble, de pocas palabras, muy correcto.

Debido a la fe inculcada por sus padres no usaba la pañoleta ni participaba en “actividades revolucionarias”. Ni el mismo sabría explicar la razón de tal actitud. Para él, tales cosas resultaban inaceptables para su Fe. Esto le acarreó no pocas tribulaciones. Más de una vez fue citado a La Dirección de la escuela.

Por lo que me contaba de aquellas reuniones, inferí las amenazas, el repudio, los intentos de manipulación y lavado de cerebro al que era sometida su mente adolescente, pero sobre todo podía percibir su miedo.

Un profundo miedo en el alma de alguien que por ejercer su libertad de conciencia (independientemente de cuan errado o no fuera su dogma, o que dicha creencia era programada desde la familia) se exponía a ser reprimido.

Un miedo que a mí, por momentos me hizo alejarme de su amistad. Temía ser relacionado con semejante apestado. Pero Castillo, llamémosle así, se mantenía firme en su decisión, y de algún modo me enseñó que se podía convivir con el miedo, y lo que es mejor: vencerlo.

Y yo quería ser así, valiente, pero como cualquiera, siempre tuve ese miedo.

¿Cómo no tenerlo si mis ojos de 5 años vieron actos de repudio donde las personas agredidas soportaban indefensas todo género de insultos y hasta golpes de una turba degenerada y atorrante manipulada desde el poder? ¿Si en la escuela me adoctrinaban para creer que discrepar de la ideología imperante era ser gusano, vende patria, traidor y desagradecido?

Por ello ese miedo continuaba ahí. Como un demonio que se manifestaba a veces estridente y otras agazapado, pero siempre amordazando la voz, maniatando las decisiones. Hasta que con los años, poco a poco, lo fui exorcizando.

Hoy es un enemigo que me acecha. Lo descubro cuando observo a mí alrededor a tanta gente chivata, desvergonzada, oportunista y maleante, que dolorosamente no es poca, pero es la misma de siempre, solo que con diferente rostro. Cuando eso sucede lo siento como si quisiera metérseme en la piel. Entonces, como un recurso extremo, apelo a la dignidad para que me ayude a arrancarlo.

Pedro Morejón

Soy un hombre que lucha por sus metas, que asume las consecuencias de sus actos, que no se detiene ante los obstáculos. Podría decir que la adversidad siempre ha sido una compañera inseparable, nunca he tenido nada fácil, pero en algún sentido ha beneficiado mi carácter. Valoro aquello que está en desuso, como la honestidad, la justicia, el honor. Durante mucho tiempo estuve atado a ideas y falsos paradigmas que me sofocaban, pero poco a poco logré liberarme y crecer por mí mismo. Hoy soy el que dicta mi moral, y defiendo mi libertad contra viento y marea. Y esa libertad también la construyo escribiendo, porque ser escritor me define.

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One thought on “Dignidad vs Miedo tóxico

  • Hermano Pedro Pablo, voy a relatarte una anécdota familiar”mi hermana mayor fue durante algún tiempo militante del PCC y dirigente de poco nivel en el sector de Educación. Poco a poco se fue desengañando del sistema, sobre todo al ver los abusos durante el éxodo del Mariel y eso provocó un quiebre total. Lo primero que hizo fue mandarle el carné del Partido al secretario del núcleo con otro militante. Demás está decir que el susodicho demandó que ella fuera a una reunión del núcleo a entregarlo, su respuesta era que ella ya había terminado con eso y si él quería pués que lo rompiera. Por su centro de trabajo la presionaban para que fuera a los desfiles y ella se vestía totalmente de negro y participaba con cara de velorio mientras otros simulaban felicidad.
    Resultado hermano mío, los próximos no la covocaron, que que era lo que ella quería.

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