Diciembre es un mes caliente
Por Pedro Pablo Morejón
HAVANA TIMES – Corría el mes de diciembre de 1999. Yo era un jovencito flacucho, idealista, cristiano, que acababa de cursar el primer año en el Seminario Teológico Bautista de La Habana, ubicado en la colina de Santos Suárez.
Cada viernes debía viajar a una iglesia en Artemisa y por no esperar al lunes, regresaba los domingos después del culto, bien tarde, en una guagua (ómnibus) que iba desde esa ciudad hasta la terminal del Lido en Marianao.
De esa terminal debo decir que por entonces (no sé ahora) era un sitio horrendo, sucio, deprimente, donde unos tipejos jugaban chapilla* a la vista de todos y con la ayuda de otros que les servían de pala* robaban a los incautos con total impunidad.
Desde allí, la 100, última ruta de la noche, me dejaba, tras una hora de viaje, en La Víbora, barrio pobre, igual de deprimente e inseguro. Me apeaba sobre la 1:00 de la madrugada y debía caminar como 10 cuadras hasta el seminario.
Una vez me interceptó una patrulla para pedirme el carnet de identidad. Por esos días se rumoraba la ocurrencia de varios hechos de sangre en la zona.
Dejé de hacerlo cuando a principios del 2000, un condiscípulo sufrió un asalto en la intercepción entre Vía Blanca y calle general Lacret y que a base de golpes terminó despojado de su maletín, el reloj y poco más de 100 pesos.
Hace años que miro, observo y escucho que los días previos al fin de año son los más peligrosos porque aumentan los robos y los accidentes de tránsito.
Los hechos violentos no suelen ser la marca de diciembre, sin embargo, y quizás por el recrudecimiento de la difícil situación que padecemos los cubanos, este año está resultando temible. Desde principios de mes una ola de violencia sacude Pinar del Río.
Un señor de 58 años fue apedreado y golpeado alrededor de las 10 de la noche frente a un edificio ubicado en la calle Máximo Gómez. Afortunadamente salvó la vida y los delincuentes, dos jóvenes de 19 y 22 años fueron capturados en las horas posteriores al atraco. Una mujer embarazada perdió a su bebé tras golpizas sufridas en un asalto. A un taxista le cortaron la cara en momentos en que se dirigía a buscar pacientes de hemodiálisis.
Son tres ejemplos que ilustran la situación de inseguridad que sufre la provincia. La gente vive aterrorizada. Muchos no se atreven a salir después de las 6 de la tarde. Tanta repercusión tienen los sucesos que la prensa local ha tenido que pronunciarse a la vez que se hacen llamados para que no cunda el pánico ni se generen estados de alarma entre la población.
Según informó Radio Guamá, solo en el municipio cabecera de la provincia y hasta el 6 de diciembre se habían reportado nueve hechos de Robo con Violencia o Intimidación a las personas, en cuatro de ellos los atacados sufrieron lesiones.
Sin embargo, como no podía faltar, también expresaron que muchos comentarios generados desde las redes sociales carecen, en su mayoría, de información comprobada, las que además, se publican con el propósito de denigrar a la “Revolución” como parte de campañas “anticubanas” orquestadas desde el exterior.
Toda esta propaganda que intenta maquillar la verdad, evidencia, una vez más, que gracias a esas denuncias ciudadanas desde las redes sociales que ellos no pueden controlar, el pueblo puede informarse medianamente, lo que les obliga de algún modo a reconocer la triste realidad que padece el país.
Porque esto no sucede solamente en Pinar del Río. Desde toda la isla llegan las noticias, a través de medios alternativos, de atracos, asesinatos y robos.
Un joven apuñalado en la Tunas tras una disputa por un turno en una cola para comprar pan, un anciano golpeado a plena luz del día cerca de Cuatro Caminos en La Habana para arrebatarle un paquete de salchichas conseguidas tras una cola de 4 horas, etcétera.
Así se pinta diciembre, violento y caliente a pesar de las bajas temperaturas que por estos días visitan el occidente del país. Además, con unas navidades grises y un fin de año desesperanzador.
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Notas:
La chapilla es un juego ilegal que consiste en tres chapas de botellas en que una de ellas oculta una pequeña bola. La que el jugador con destreza pasa de una chapa a otra. Las personas apuestan una cantidad de dinero con este en adivinar donde está la bola. Por lo general el timador siempre gana.
El pala es el cómplice que adivina muchas veces y con esto sirve de señuelo para que algunos apuesten, quienes terminan perdiendo su dinero.